Tradicionalmente, cuando los alumnos de una clase tienen que hacer un examen el profesor les separa de manera individual, reparte (o dicta) las preguntas del control y señala que el tiempo para completarlo empieza a la orden de ya.
¿Qué pasaría si en vez de seguir esta metodología los estudiantes lo resolvieran en pequeños grupos de trabajo? Es la base de los exámenes cooperativos. Te contamos en qué consisten y cómo los aplican algunos docentes en sus aulas.
¿Qué son los exámenes cooperativos?
Dentro de las llamadas metodologías activas, el trabajo cooperativo proporciona al alumnado una amplia lista de ventajas que favorecen su inclusión, el desarrollo de habilidades sociales, responsabilidad, ayuda mutua, trabajo en equipo… Así, y dentro de este contexto, hemos tenido la oportunidad de compartir experiencias como ‘Este es mi barrio’, ‘Construyendo entornos cooperativos inclusivos’ o ‘Imagínate’.
La esencia de este método, sin embargo, puede también trasladarse a clase gracias a los exámenes cooperativos como una prueba más que mide y evalúa sus conocimientos.
¿Cómo son los exámenes cooperativos?
La puesta en práctica y desarrollo de los exámenes cooperativos es sencilla. Lo primero que tiene que hacer el docente es dividir a la clase en grupos de 4 o 5 estudiantes, siempre intentado que sean lo más heterogéneos y diversos posibles. Una vez que estos grupos se constituyen, cada uno de los alumnos es identificado con un número y el examen dará comienzo.
En el tiempo que dura la prueba el grupo debatirá, se ayudará entre sí, intercambiará opiniones y argumentos para lograr un consenso y completar las preguntas; esta parte es fundamental y exige, por parte de cada uno de ellos, un esfuerzo importante dado que al final el profesor escogerá al azar un único examen de cada grupo y la nota que le ponga al estudiante de ese examen será la que reciba también el resto de miembros de su equipo.
En el siguiente vídeo, Juan Francisco Hernández Rodríguez, profesor de Física y Matemáticas en el Colegio Hispano Inglés de Santa Cruz de Tenerife, explica esta mecánica y pone como ejemplo un examen que realizó a sus alumnos de 2º de Bachillerato sobre las funciones definidas a trozos. Como apunta tras las calificaciones que logró la clase en el vídeo: “Cada alumno no sólo se preocupa de hacerlo bien, sino de que sus compañeros también lo hagan porque les evalúo a todos, de ahí que lo hagan en equipo. A mí me funciona bastante bien”.
Juan Francisco, que lleva varios años aplicando la técnica del trabajo cooperativo, destaca algunos de los beneficios que dicha metodología aporta al alumnado fruto de su experiencia personal: adquisición de una responsabilidad grupal, se promueve la ayuda en beneficio del grupo, se trabaja para un fin que no es individual sino grupal, aprenden que un ejercicio de estas características es una actividad evaluable… Además, con los exámenes cooperativos se ayuda a fomentar el aprendizaje entre iguales.
Más allá de la nota numérica
Para aquellos docentes que nunca antes han realizado una prueba de estas características, quizá lo más recomendable es realizar “una sencilla actividad para que la llevéis a cabo en la sesión lectiva anterior a una prueba o examen” apunta Santiago Moll en su blog ‘Justifica tu respuesta’.
Detalla los pasos que han de seguirse en el ejercicio, cómo organizar los equipos de aprendizaje o el tipo de preguntas que, en este caso, los propios alumnos deberán elaborar para completar la actividad. Asimismo, sugiere algunas recomendaciones a la hora de poner nota: además de la numérica, apunta la de actitud y cooperación para cada uno de los miembros del grupo.
En este sentido, los profesores tienen la oportunidad de observar y valorar criterios que son útiles también para comprobar la evolución del estudiante: si posee capacidad de habla y escucha, si controla el tiempo que dura la prueba; sabe establecer prioridades; o muestra una actitud participativa y positiva ante una pregunta complicada.
Exámenes cooperativos en el aula
A continuación, os mostramos un par de experiencias de exámenes cooperativos que algunos docentes han realizado y las impresiones que obtuvieron. Este es el caso de Alejandro Gallardo, que imparte clases de Matemáticas en el Colegio Rafaela Ibarra de Madrid. “Está claro que lo que funciona en las actividades que realizamos en aprendizaje cooperativo es el refuerzo positivo. Cuando los chicos ven que su esfuerzo se traduce en una nota visible que mejora la anterior ponen esfuerzo y ganas”, apunta en esta entrada.
Por su parte, Isabel García, del Colegio San Vicente de Paúl en Benavente (Zamora) muestra en este otro post cómo analizar funciones en 1º de la ESO trabajando el formato de examen cooperativo.
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