Cuando un alumno sufre algún tipo de enfermedad severa o incluso algún impedimento prolongado, se ve privado de su derecho a acudir a clase y recibir los conocimientos académicos que le corresponden. Pero esto no tiene por qué seguir siendo así; los centros educativos tienen a su alcance más recursos tecnológicos que nunca para evitar que se den este tipo de situaciones.
En España, se diagnostican cerca de 1.400 nuevos casos de cáncer al año en menores de 18 años. Con su tratamiento, los jóvenes no disponen de las fuerzas y la energía necesarias para poder continuar con su vida normal: esto implica abandonar la escuela o el instituto, ese lugar en el que no progresan a nivel académico sino que también les permite relacionarse con sus amigos.
Privarles de esa dinámica puede llegar a ser demoledor para su formación como personas. Rosalía Lorenzo, coordinadora de la Asociación Española de Adolescentes y Adultos Jóvenes con Cáncer, sentencia que “los niños no deben dejar la escuela. Te están tratando para vivir, y eso supone realizarte como persona”.
Esto no se aplica únicamente al cáncer; también existen casos de problemas de corazón, trastornos del sistema inmunológico… La cuestión es que, actualmente, las consejerías de Educación proporcionan a los alumnos en estas situaciones un profesor particular que acude a su casa a ofrecerles una enseñanza personalizada. Pero esto no sirve como sustituto para los beneficios educativos y sociales que supone acudir a clase a diario.
Cómo solucionar este tipo de situaciones
Aquí es donde entra en juego la tecnología. Por ejemplo, a través de un robot de telepresencia que permite a este tipo de estudiantes estar presentes en el centro sin moverse de casa. Pueden desplazarse por los pasillos, entablar conversaciones con sus amigos y participar en trabajos en grupo. En definitiva, desenvolverse como cualquier otro alumno podría. En algunos países como Estados Unidos, ya existen casos en los que alumnos han utilizado este tipo de dispositivos para acudir a clase y participar de forma totalmente normal. Así es el ejemplo de Peyton, una niña de 10 años con cáncer que encontró en este robot la solución a su confinamiento en casa.
Además, esta tecnología es realmente fácil de utilizar. A través de un iPad que actúa a la vez como cámara y como mando, el alumno controla los movimientos del robot con unos botones que aparecen en la pantalla, y la cámara se encarga de proyectar su cara en la ‘cabeza’ del dispositivo. En palabras de la propia Peyton, “utilizo juegos que son muy parecidos a esto… por lo que es bastante sencillo”.
No obstante, estos dispositivos pueden resultar inasequibles para muchas familias. En el caso del modelo utilizado por Peyton, su precio actual es de 3.000 dólares. Sin embargo, es un tipo de recurso que puede ser de vital importancia para ciertos alumnos, y su utilización puede cambiar la vida de muchos estudiantes.
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