¿Has probado ya a utilizar los escape room en clase? ¿Tienes dudas acerca de cómo empezar o sus posibilidades en el ámbito educativo? Jaione Pozuelo, coordinadora del PEAC y profesora de Biología en el IES Juan de la Cierva (Madrid) nos cuenta su experiencia y todo lo que necesitas saber sobre los escape rooms educativos
Hace aproximadamente tres años descubrí, junto a mis amigos, lo que era un escape room. Fuimos a celebrar un cumpleaños y acabamos encerrados en una habitación de la que teníamos que salir antes de 60 minutos, con el añadido algo estresante de tener un zombie que intentaba cazarnos. Fue una experiencia increíble, y recuerdo perfectamente lo primero que pasó por mi cabeza al salir: ¡esto lo tengo que hacer en clase!
Me pareció una vivencia tremendamente potente: te metes en una historia que vives como real, te aporta un rol importante, te plantea retos y acertijos casi imposibles y lo que para mí fue más importante: te obligan a colaborar para poder salir. Y eso es lo que intento cada día en mis clases, que los alumnos colaboren, que aprendan de forma cooperativa, que sientan el grupo como un todo y que desarrollen las habilidades sociales necesarias en nuestra sociedad. Todo esto está presente en una experiencia de escape. Si lo experimenté yo, ¿cómo no lo iban a hacer ellos?
Escape rooms educativos: aspectos a tener en cuenta
Un escape room o habitación de escape incluye una narrativa o hilo conductor (causa por la que los alumnos han quedado ‘encerrados’ en el aula) y una misión que cumplir. Generalmente es salir del aula, pero también podría ser localizar un objeto o código dentro de la misma con el que completarla.
Para resolverlo, el docente diseña un entorno lleno de indicios, pistas, informaciones, objetos con significado… que los estudiantes deben descubrir y compartir con el resto, de manera que le den forma entre todos y consigan ir superando los retos (en forma de candados o códigos, por ejemplo) que les lleven a escapar.
Nadie sale solo de una habitación de escape, es una experiencia colectiva. Antes de entrar, yo siempre les digo que deben colaborar, trabajar en equipo, poner en común cada pista que encuentren. Como el objetivo compartido es suficientemente fuerte y motivador (salir de la sala), la cooperación está garantizada. Es uno de los puntos fuertes más importantes de una experiencia así. Por eso soy tan partidaria de utilizar esta herramienta en el aula.
Además, un escape room puede vincularse con cualquier materia. Yo en Bachillerato les planteo la resolución de un crimen con pistas por la sala que se resuelve aplicando conceptos de genética que hemos visto en clase. En niveles más pequeños las pruebas pueden adaptarse y simplificarse porque las posibilidades son infinitas. También he utilizado escapes rooms en la formación de docentes, cambiando la narrativa y los retos a superar. El último escape room que he preparado, específico para alumnado con altas capacidades implica un componente de reto y creatividad que se adapta muy bien a sus características.
Desarrollo de competencias
Además de su poder para fomentar el aprendizaje cooperativo, los escape rooms educativos permiten el desarrollo de múltiples competencias. Somos diversos y nuestro alumnado también lo es; cada uno con sus habilidades que a veces pasan desapercibidas en el aula, pero que se ponen en juego en esos 60 minutos de reto contínuo.
Los escape rooms ofrecen mútiples posibilidades de participación: desde el alumno al que se le da especialmente bien buscar (el ‘explorador’) y consigue escanear la sala rápidamente, hasta los más habilidosos en los cálculos matemáticos, o aquellos cuyo pulso y destreza manual les ayuda a encargarse de poner los códigos en los candados. Hay sitio para todos y todos son necesarios. Cada uno aporta al resto, es una pieza del puzle.
El escape es, por otro lado, una actividad en la que no sólo se tiene en cuenta la capacidad de escuchar y memorizar (tan valorada en la escuela tradicional). Aquí se ponen en juego otro tipo de competencias como son imaginar, deducir, colaborar, compartir, dialogar, tomar acuerdos, descubrir…. Si lo diseñamos de forma que incluya retos diversos (algunos más manipulativos, otros que impliquen observación o de agudeza mental…) conseguiremos atender a los distintos estilos de aprendizaje del alumnado, les haremos sentirse útiles, detectaremos y estimularemos talentos, y conseguiremos que colaboren como equipo, a la vez que cada uno aporta lo mejor de sí mismo.
Los escape rooms son verdaderas herramientas con las que hacer brillar a nuestro alumnado, no dejemos pasar esa oportunidad.
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