La presencia de la tecnología en las aulas va en aumento y a pesar de sus numerosas posibilidades, es necesario fomentar su uso responsable y prevenir posibles efectos negativos como la adicción a las TIC. Camino López García, profesora colaboradora del Máster en Educación y TIC de la Universidad Oberta de Catalunya y miembro de la Asociación Espiral, reflexiona sobre esta cuestión en el siguiente artículo y -además- realiza una reflexión acerca de la identidad digital de los docentes.
Estamos viviendo una época importante y apasionante en relación a la educación y las TIC. No solo el gobierno europeo ha aceptado la Competencia Digital como una de las ocho competencias principales a desarrollar a nivel ciudadano, sino que además se han creado numerosos proyectos de integración en las aulas como la ‘Escuela 2.0’.
Dentro de este contexto, ha nacido la figura del profesor innovador o entusiasta de las TIC que trata de aprender e integrar estas tecnologías en su práctica. De ahí que muchas instituciones hayan empezado a premiar al profesorado por sus proyectos de innovación educativa en los cuales las TIC tienen un papel principal. De hecho, tendemos hacia la transformación de las aulas en SmartClassrooms.
Adicción a las TIC
Sin embargo, estamos empezando a notar los efectos nocivos que estas tecnologías pueden tener en los alumnos. Aunque la adicción a Internet todavía no es reconocida como enfermedad por el DSM5 de la American Psychiatric Association, recientemente se ha sabido que la Organización Mundial de la Salud ya ha aceptado la adicción a los videojuegos como una patología en su informe ICD-11. Además, el Proyecto Hombre Burgos cuenta con un programa especial de atención a las adicciones digitales llamado Ariadna, al cual cada año se acercan cada vez más familias y centros educativos solicitando ayuda por casos de dependencia del smartphone o de Internet.
Por otro lado, se empieza a confundir los efectos negativos que tienen las TIC en el sueño como un TDHA debido al impacto que posee la tecnología tanto en el cerebro de los niños como en sus hábitos y conductas, y cada vez se dan más noticias relacionadas con el ciberbullying.
Posiblemente se piense que todos esos casos quedan lejos y que no son tan habituales en las aulas. Pero nada más lejos de la realidad. De hecho, el Informe PISA 2015 señaló que el 69% de los alumnos españoles de 15 años confiesa sentirse realmente mal al no conectarse a Internet. Ante esta situación, crecen las reacciones que tratan de reflexionar sobre la responsabilidad que supone integrar las TIC en la sociedad y en la educación.
Prevención de los efectos negativos
Los docentes nos enfrentamos a un proceso en el que debemos mostrarnos serios y consecuentes, aprovechando todos los beneficios que la tecnología aporta y minimizando las consecuencias negativas para beneficiarnos solo de las positivas.
Las claves para lograrlo atienden a tres pilares fundamentales:
- Alumnos: conocer si alguno puede tener un perfil de riesgo de dependencia de las TIC. Esto es, si tiene alguna patología previa o si posee algún déficit de atención emocional. La adicción a las TIC nunca es producida por las TIC, sino que como cualquier adicción proviene de deficiencias personales. De hecho, este tipo de dependencias funcionan como avisos de que algo más está sucediendo. Reflexionar acerca de la razón por la que se quiere integrar la tecnología en el aula es una tarea primordial.
- Valor añadido: La primera pregunta que se suele formular a la hora de integrar una tecnología es ¿se cuenta con los recursos necesarios? o ¿hay presupuesto para integrarla? Pero en cambio, deberían ser otras las cuestiones que primero se formulen: ¿Se ha estudiado el valor añadido que ésta puede producir en el aprendizaje de los alumnos? ¿Se han valorado del mismo modo las consecuencias negativas que puede tener en los alumnos? ¿Se está preparado para afrontar este reto? Reflexionar acerca de la razón por la que se quiere integrar la tecnología en el aula es una tarea primordial.
- Tecnología: Elegida la actividad con la tecnología, hay que crear dentro de la misma un programa de prevención de malos usos y dependencias de las TIC. Deben crearse dinámicas relacionadas con la tecnología a integrar que se conviertan en hábitos para que estén presentes cada vez que se usen las TIC.
Es necesario pensar primero en los estudiantes; segundo, debemos considerar el valor de su aprendizaje; y tercero, pensar en las propias tecnologías y en cómo mitigar sus posibles efectos negativos.
La identidad digital de los docentes
Las TIC son imprescindibles para el futuro laboral y social de los estudiantes
Pero no nos llevemos una mala impresión de la tecnología. Las TIC pueden ser también aliadas contra sus propios efectos negativos. Los serious games enfocados hacia el cambio de comportamiento son un ejemplo. Contamos, asimismo, ya con el uso de la realidad virtual como ayuda (por ejemplo) para la superación de fobias.
Eso sí, el profesorado tiene una tarea pendiente en esta materia: ser consciente de su propio impacto tecnológico. Si eres profesor pregúntate: ¿qué dice tu Identidad Digital de ti? ¿Es un ejemplo para tus alumnos? ¿No tienes presencia en Internet? Porque para ellos, la reputación que tengas en Internet será la que tengas en el aula. Las TIC son imprescindibles para el futuro laboral y social de los estudiantes y como profesionales de la educación tenemos la responsabilidad de trabajar el equilibrio entre potenciar sus beneficios y controlar la adicción.
Camino López García es profesora colaboradora del Máster en Educación y TIC de la Universidad Oberta de Catalunya, profesora en el Área de Innovación Docente de la Universidad de Valladolid y miembro de la Asociación Espiral. Actualmente realiza su tesis doctoral sobre ‘Adicción a Internet y Competencia Digital’ en la Universidad de Salamanca.
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