lunes, 20 de febrero de 2017

Comprender en la Red. Por Daniel Cassany

“Poco a poco tomamos conciencia de lo difícil que es leer. Queda atrás la fascinación que provocaron los primeros motores de búsqueda, cuando babeábamos ante los miles de resultados que ofrecía cualquier palabra clave”, afirma Daniel Cassany, Investigador de la Universitat Pompeu Fabra, en el número 25 de la revista Educación 3.0:

También hemos saciado el hambre histórica de cultura (libros, discos o películas) que padecimos durante tantos años y que provocó que saqueáramos la Red aunque nos faltara tiempo para consumir todo lo bajado. Hoy los hipervínculos, el formato de imagen o vídeo o incluso los ocultos ‘menús hamburguesa’ carecen de secretos para nosotros; aceptamos consultar Wikipedia que no miente más que el resto de enciclopedias e incluso nos atrevimos a escribir sin tildes ni haches algún Whatsapp a amigos convencidos de que es una estupidez considerar que esa forma de escritura provoca pérdidas cognitivas. En definitiva, quizás ya hemos superado esa primera etapa de embobamiento ante la Red, tan epidérmica como miope.

Nos hemos vuelto residentes digitales. Estamos siempre conectados. Hemos subido nuestro contenido a la nube. Tenemos varios perfiles sociales, decenas de contraseñas y dificultades para gestionar el denominado ‘colapso contextual’ cuando en nuestro Facebook coinciden la jefa, los amigotes del gimnasio y los suegros. Nos hemos vuelto desconfiados. Revisamos periódicamente lo que la Red dice de nosotros: borramos comentarios y desetiquetamos fotos inapropiadas, detectamos noticias falsas, obsoletas o manipuladas, y aceptamos con resignación los malentendidos que surgen al chatear con desconocidos en algún foro en línea pese a cuidar con esmero el lenguaje.

Nos hemos vuelto residentes digitales. Estamos siempre conectados. Hemos subido nuestro contenido a la nube. Tenemos varios perfiles sociales

Empezamos a entender que eso de comprender no consiste en bajarse un PDF, ni en hallar muchos resultados para una búsqueda, ni en copiar y pegar fragmentos de la web. Acceder a la información no implica comprenderla. Entender exige construir significados relevantes, vinculados con personas, marcos de referencia e intenciones reales. No basta con conocer la definición de las palabras que componen un escrito o las formas que incluye una imagen: hay que averiguar cómo las utiliza el autor con sus lectores, qué sentido e ideología tienen dentro de su comunidad y su cultura. Y eso es mucho más difícil en la Red, obviamente, porque allá encontramos gente de todo el planeta, de lugares que nunca pisaremos.

Toda actividad educativa, debería incorporar una mirada crítica a la hora de leer en la Red

La nube también alberga mucha porquería, puesto que los controles para publicar son escasos y está bien que sea así para ejercer nuestra libertad de expresión. Hoy padecemos enfermedades como la infoxicación (la sobrecarga informativa que lleva a la desinformación) o la postverdad (cuando las emociones y las creencias personales tienen más fuerza que los hechos empíricos). Son consecuencia de la falta de comprensión. Cuando nos dejamos arrastrar por las dinámicas de la web, cuando prescindimos de la lógica científica o de la crítica humanística llegan la manipulación y la alienación.

En la Red comprender es más difícil. La lectura crítica resulta más necesaria que nunca. Cada disciplina desarrolla textos particulares y maneras específicas de leer y escribir. Por ello, todas las asignaturas, todos los maestros, todos los centros, toda actividad educativa, cualquier clase debería incorporar una mirada crítica. Que así sea.

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