Andrea Giráldez, profesora universitaria y consultora, junto a María Soledad Slegt, profesora en nivel inicial y estimuladora temprana, nos explican la dinámica la rueda de la vida y cómo puede aplicarse en una clase de Educación Infantil.
Este es un artículo, en el que mis experiencias como profesora de un curso on line de coaching para docentes, se mezclan con las de una de las participantes, Soledad. Hace unos meses, en uno de los módulos dedicados a presentar distintas herramientas de coaching, invitamos a los participantes a imaginar, proponer y experimentar nuevos usos para una misma herramienta. Soledad eligió trabajar con ‘la rueda de la vida’.
Esta actividad consiste en dividir un círculo en varios espacios que representan distintos ámbitos de la vida como la salud o el trabajo. Cuando se aplica a otros contextos como la educación, esos ámbitos pueden reemplazarse por las relaciones con los docentes o la participación en clase. El objetivo es evaluar cada uno de ellos con una puntuación del 1 al 10. Después se comprueban los resultados y se hace un dibujo que representa el equilibrio. Si la forma es regular será más fácil ‘rodar’. Si, por el contrario, es irregular, resultará más difícil.
En Infantil
Una vez conocí esta dinámica presentada por Andrea, la llevé a la práctica en mi clase de niños de 5 años del Jardín Club Estudiantes de La Plata (Argentina). Adapté algunas cuestiones y terminologías para que el proceso resultara acorde con el grupo y la edad. Leí detenidamente cada porción de la rueda y les pregunté si estaban de acuerdo con los ejes escogidos. Después les conté que sería necesario ver entre todos cuáles eran los aspectos que se podrían mejorar y los que no.
Una vez establecidas las mismas, comenzamos a pintar cada uno de los aspectos seleccionados. Fueron sumamente valiosos los intercambios generados en el grupo para establecer y lograr los acuerdos respecto al color que usaríamos para pintar cada aspecto y la porción.
Los alumnos fueron capaces de destacar primero las cosas que habían logrado, lo que habían aprendido, dejando en segundo lugar las que había que mejorar. Y sobre todo, han tomado conciencia de un aspecto fundamental: escuchar.
Tomar conciencia para mejorar
Cuando hacemos coaching con jóvenes o adultos el primer paso es ayudarles a tomar conciencia. De hecho, nadie puede emprender un proceso de cambio si no sabe qué quiere o necesita cambiar. Soledad fue capaz de trasladar esa misma idea a su clase, cediendo la palabra a sus alumnos y confiando en ellos, ayudándoles a valorar por sí mismos qué iba muy bien, bien o se podía mejorar, y finalmente buscar opciones para dar los pasos necesarios y conseguir lo que se proponían.
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