“Mucho, mucho ruido / Tanto, tanto ruido / Tanto ruido y al final / Por fin el fin / Tanto ruido y al final… // Tanto, tanto, tanto, demasiado ruido”.
Seguro que recordáis esta canción de Sabina y os preguntaréis por qué la menciono aquí. Pues porque me siento así, cansado de tanto ruido que inunda la rutina diaria. El ruido ensordecedor se ha instalado en nuestra sociedad como si fuera parte indisoluble y lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando. Ruido constante de los políticos, protagonizando nuestras vidas y colonizando nuestro tiempo, como si fuesen los únicos que pueden hacerlo, y los debates que generan, los únicos temas posibles alrededor de los cuales tenemos que hablar y pensar. Alejados de un intercambio de opiniones sosegado, enriquecedor y constructivo, sólo se dedican a subir todavía más los decibelios criticando ferozmente cualquier decisión u opinión de su oponente en lugar de buscar consensos destinados a mejorar la vida de las personas, sobre todo, en el contexto de una de las mayores crisis sanitarias y económicas que muchos vamos a vivir en nuestras vidas.
Pero también sufrimos otros ‘ruidos’, como el de dispositivos electrónicos que consumen nuestra vida, tiempo y energía sin que a veces nos demos cuenta, especialmente ahora que nos acompañan más que nunca y que hemos tenido que reducir al máximo el contacto físico. Nos hemos convertido en verdaderos yonkis de la tecnología hasta el punto de que no podemos pasar ni cinco minutos sin consultar los nuevos mensajes de los servicios de mensajería, los temas que son ‘trending topic’ (siempre alrededor de los mismos ruidosos temas políticos) o los ‘likes’ de la foto que acabamos de subir a redes sociales. Por no decir el ruido de tanta videoconferencia, que se eternizan de forma desesperante sin saber muy bien por qué tenemos que estar frente a una pantalla durante horas.
Frente a este ruido me quedo con el silencio con el que el sector educativo en su conjunto ha hecho frente al curso escolar más complicado que se recuerda. Ya está terminando, y toda la comunidad educativa ha demostrado una entereza, profesionalidad y humanidad muy alejada del bochornoso espectáculo ofrecido por la clase política. Frente a su ruido ensordecedor (las recientes elecciones de la Comunidad de Madrid han sido la mayor demostración de ello), docentes, alumnado y familias han estado más que nunca a la altura de las circunstancias, adaptándose y sacando lo mejor de cada uno en un contexto realmente difícil. Reivindico el trabajo sosegado, constante y silencioso de miles de docentes que cada día han asistido a su centro educativo para hacer lo que mejor saben hacer: educar.
Esto es el editorial que aparece en el Nº 42 de la revista EDUCACIÓN 3.0 impresa, correspondiente a mayo-julio 2021. Para poder leerlo completo es preciso suscribirse: podéis hacerlo desde nuestra tienda online. Aprovecha el 20% de descuento hasta el 30 de mayo con el código EDUCACION42.
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