La entrega de las notas finales es un momento clave en el desarrollo del curso escolar. Las malas notas pueden traer consigo momentos de frustración y enfado, tanto por parte de los propios menores como por la reacción de sus padres. Sin embargo, este momento puede ser aprovechado para tratar de mostrar una actitud resiliente que ayude a mejorar a los estudiantes académica y personalmente en el futuro.
Juan Sánchez Muliterno, presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), asegura que la clave está en educar el valor del esfuerzo desde la primera infancia, que es el momento en el que se forma la personalidad del niño y sus valores. Además, señala que debe entenderse la etapa de Educación Infantil como el momento en el se debe centrar el foco en el desarrollo integral del niño: “No se trata solo de que aprendan a leer o a escribir, se trata de ofrecer una educación integral y de calidad que consiga poner unas bases sólidas para el futuro del niño”, afirma.
La poca valoración del esfuerzo: un problema social
Según los expertos de AMEI-WAECE, algunas de las carencias que se observan en las nuevas generaciones son la fuerza de voluntad y el esfuerzo. Habitualmente se escuchan mensajes sobre la necesidad de esforzarse para conseguir metas en la vida, sin embargo, la sociedad del consumo y el bienestar transmite ideas subliminales en sentido contrario, afirman sus expertos.
“Parece que la calidad de vida se puede conseguir sin trabajo y los niños van creciendo sin desarrollar la capacidad de esfuerzo que les ayuda a afrontar los retos y las dificultades que plantea la vida”, señalan desde la Asociación. Según AMEI-WAECE, es necesario fomentar la capacidad de autocontrol de los niños para que sean capaces de soportar los esfuerzos que exige la vida en sociedad.
“Muchos padres procuran evitar a sus hijos las dificultades que ellos tuvieron que superar en su infancia. Esto conduce a la sobreprotección y a ofrecerles una vida cómoda donde no deben realizar esfuerzo alguno para obtener lo que desean”, afirman. Cuando los pequeños crecen sin haber luchado por las pequeñas cosas cotidianas, es posible que terminen convirtiéndose en adultos mediocres, débiles, desordenados, inconstantes, caprichosos, incapaces de cumplir una tarea seria y de marcarse objetivos en la vida y cumplirlos, indican desde AMEI-WAECE.
La obediencia o el castigo son ineficaces
Según AMEI-WAECE, “no se fomenta este valor cuando los padres imponen y el menor simplemente obedece. Inculcar la obediencia es necesario para que el pequeño de cauce a sus capacidades en vez de seguir los impulsos de sus caprichos y apetencias. Pero también es preciso que el niño se sienta motivado y de ese modo surja la disposición para el esfuerzo necesario que le conduzca a lograr la meta propuesta”.
Los motivos más valiosos para el niño pueden ser la aceptación y aprobación de los padres y maestros, la valoración social en general, lo atractiva y placentera que puede resultar la actividad a realizar, el orgullo por los logros propios, etc, destacan sus expertos.
El esfuerzo, resultado de la educación en valores
Desde la Asociación explican: “El trabajo y el esfuerzo no forman parte de la herencia genética, son valores que precisan desarrollarse. Los padres acompañan y ayudan al niño en su aprendizaje facilitando un ambiente familiar seguro, afectivo, alegre y motivador. En este ambiente, el ejemplo de los padres es primordial. El niño aprenderá a esforzarse si observa la alegría con que los adultos se esfuerzan por cumplir bien su trabajo. Si, por el contrario, sólo escucha a los padres quejas, excusas y lamentaciones al tener que trabajar por obligación, el niño aprenderá a hacer lo mismo”.
Por último, AMEI-WAECE ofrece algunas orientaciones y estrategias para promover el trabajo y el esfuerzo del niño:
- Ofrecer un modelo adecuado para que el niño lo pueda imitar. Ser pacientes y constantes.
- Jamás convertirse en el ‘esclavo’ del niño, él debe cumplir con las obligaciones propias. No ceder ante sus caprichos.
- Averiguar los motivos que mueven al pequeño a esforzarse.
- Estimular la independencia y la autosuficiencia progresivamente.
- Ser firmes y exigir el esfuerzo del niño. Proponer tareas adaptadas a sus posibilidades, procurando que obtenga éxito en los resultados.
Es aconsejable dosificar estas sugerencias si no se ha fomentado en el menor el trabajo y el esfuerzo con anterioridad. Según AMEI-WAECE, es necesario que los padres planteen uno o varios objetivos de los indicados anteriormente, tracen un plan para llevarlos a cabo y, cuando se hayan superado, introduzcan un nuevo objetivo.
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