Cuando se habla de niños de alta demanda se puede pensar que se trata de una patología o trastorno, pero no se trata de eso. Es un término muy poco conocido y que hace referencia a niños con temperamento fuerte, movidos, intensos y muy sensibles. No son malos, consentidos o difíciles. Son pequeños muy especiales, con cualidades únicas y con un temperamento fuerte que, en algunos casos, puede complicar la crianza. Para las familias supone un verdadero reto, ya que son muchos los que no entienden el comportamiento de su hijo ni cuáles son sus necesidades.
¿Cómo es un niño de alta demanda?
Existen diversos rasgos característicos de estos niños. Estos son los más representativos:
- Dependencia del adulto. Sufren de ansiedad cuando se separan de la familia, no pueden jugar solos ni estar sin contacto físico. Son niños que buscan un regazo que se les sujete, además de necesitar que un adulto esté en el mismo espacio que él cuando hacen algo productivo.
- Problemas de sueño. No necesitan dormir mucho; el problema es que les cuesta mucho conciliar el sueño. Tardan meses, e incluso años, en dormir de un tirón.
- Impredecibles. Las familias solemos utilizar estrategias en el día a día para relacionarnos con los hijos, pero cuando menos lo esperas un niño de alta demanda sorprende, ya que son impredecibles, y todo lo que había funcionado deja de servir.
- Hipersensibles. Experimentan las emociones con mucha intensidad. Son muy intuitivos y empáticos y les suele costar gestionar sus emociones.
- Curiosos e inteligentes. Estos rasgos están muy presentes en los primeros meses: aprenden muy deprisa, son observadores y preguntan mucho.
- Creativos. Tienen una personalidad creativa, les gusta la música o el arte. Se inspiran y sienten mucho lo que les rodea.
Los tres pasos para tratar a un niño de alta demanda
El primer paso para gestionar esta crianza tan absorbente es asumir que al pequeño no le pasa nada malo, y sobre todo, que como familia estáis actuando bien. Las familias de niños de Alta Demanda a menudo se ven sometidos a las críticas: “Le consientes mucho”, “le mimas demasiado”, “te tiene tomada la medida…”. Estos comentarios les hacen sentirse abrumados y culpables, con la permanente sensación de no estar haciéndolo bien. Otros dirán que todos los pequeños piden atención, y es cierto. Pero la intensidad de un pequeño de alta demanda se encuentra en otro nivel, y eso solo lo saben sus progenitores.
El segundo paso a destacar para las familias es que solo se trata de una educación más implicada, donde habrá que dar más atención y apego. Es un niño que necesita más atención y cariño, por lo que también requiere de más dedicación y tiempo. Son muchos los expertos que aconsejan lo contrario: “Dejarle llorar no les hace mal”; “hay que enseñarles pronto a dormir solos” o “llévalos a la guardería para que socialicen”. Sin embargo, considero que si el niño solicita contacto físico, atención o afecto es porque lo necesita. Otra cuestión son los caprichos o la dificultad para acatar los límites. No se trata de darles todo lo que pidan ni mucho menos. Necesitan límites claros y firmes, y mucho amor.
Para el tercer y último paso, tan solo tienes que recordar lo siguiente: “Toda demanda de atención de un niño es una demanda de amor”. Los niños de alta demanda tienen unas características que cuando son pequeños nos desbordan, pero cuando sean adultos serán personas apasionadas, perseverantes, curiosas, soñadoras y luchadoras.
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