Según el último informe digital 2020 de ‘Hootsuite’ y ‘We are digital’, pasamos de media 6 horas y 43 minutos al día conectados a internet, lo que supone 100 días al año. Sin duda, la crisis suscitada por el coronavirus ha provocado que vivamos ‘más virtuales’ que nunca.
Internet se ha convertido en el ‘analgésico digital’ cuando estamos aburridos o estresados. Y esta situación, que ya viene de lejos, simplemente se ha acelerado. En un mundo de hiperconexión, paradójicamente la soledad se hace más latente y cruel, las redes sociales nos hacen vivir una vida superficial y artificial o el teletrabajo nos vuelve esclavos. En definitiva, la salud se resiente.
La hiperconexión en niños y adolescentes
En cuanto a los pequeños y adolescentes, la situación no es muy diferente. Ellos también han tenido que verse obligados a volcarse en la educación online, con la utilización de diversas plataformas y metodología nueva y desconocida para ellos y para muchas familias, que han hecho que vivamos una verdadera transformación digital en cuestión de meses. Todo esto ha generado mucho estrés, nerviosismo y frustración en casa.
Lo cierto es que a estas edades se necesita de las amistades, experimentar el mundo, atreverse a salir y a vivir experiencias que son fundamentales para la vida. Y no las están pudiendo vivir ‘de manera real’, sino que estas cuestiones se han pasado también al universo virtual. Es decir, no sólo están las clases online, sino además la casi exclusiva forma (virtual) para socializar o entretenerse, y todo ello, va creando las bases de sus valores, creencias e ideas sobre la vida. La sociedad aumentada de las redes sociales les hace sentirse cerca en la distancia, les va haciendo asumir, en muchos casos, personalidades virtuales, identidades idealizadas, exitosas e inalcanzables.
«La hiperconectividad a la que estamos expuestos se ha convertido en el agujero negro por donde se escapa nuestro tiempo»
Y es que las imágenes que se comparten en las redes, a menudo poco realistas, les puede hacer sentir incapacidad, falta de confianza, baja autoestima…
Ocho preguntas para saber si tu hijo está ‘enganchado’ al móvil
Con todo esto, ¿crees que tu hijo puede estar enganchado a su dispositivo móvil? Puedes hacer este cuestionario con él para comprobarlo.
- ¿Necesitas tener el móvil en la mano o muy cerca de ti, incluso durmiendo?
- ¿Consultas el móvil de forma compulsiva, aún sin recibir notificaciones o emails?
- ¿Sientes que si no te conectas te estás perdiendo algo? ¿Sufres ‘FOMO’ (el miedo a perderte algo)?
- ¿Recibes quejas de tu familia o amigos porque estás siempre con el móvil en la mano?
- ¿Has dejado de hacer las actividades o aficiones que solías hacer porque no tienes tiempo?
- Si tienes el móvil apagado, ¿sientes inseguridad, nerviosismo o incluso ansiedad?
- ¿Sientes molestias si te quedas sin batería, sin señal de datos o sin conexión de Wi.Fi?
- ¿Te sientes mal por no poder mantenerte actualizado de lo que ocurre en las redes sociales?
No se trata de demonizar el uso de la tecnología, simplemente es necesario estar alerta puesto que los mensajes y nuestros gestos cotidianos van dejando huella, van creando hábitos y costumbres muy poco favorables para nuestra salud.
La hiperconectividad a la que estamos expuestos se ha convertido en el agujero negro por donde se escapa nuestro tiempo, adormece nuestros sentidos, los deseos, la curiosidad… nos proporciona una sensación falsa de saciedad y gratificación.
Claves para evitar la hiperconexión (tanto en estudiantes como en adultos)
Si en su mayoría se ha respondido con afirmaciones al cuestionario, es vital tener en cuenta estas claves para evitar una sobreexposición o hiperconexión al móvil y las redes sociales.
- Clases online o teletrabajo: hay que practicar el autocontrol estableciendo franjas de horario de conexión y desconexión.
- Vivir conforme a tus valores: son tu brújula porque, además de guiarte, pueden ayudarte a realizar cambios beneficiosos. Prioriza tu bienestar y el de los tuyos.
- Desactivar las notificaciones: interfieren significativamente en tu vida cotidiana porque perturban tus rutinas, te llevan a la multitarea y pierdes concentración y eficacia.
- ‘Hacer limpieza’: borra aplicaciones que no uses y perfiles que no te aportan nada. Y busca tu libertad y ‘salud digital’.
- Retomar actividades o hobbies: te proporcionarán placer y satisfacción ya que son otras formas de segregar dopamina, la hormona de la felicidad. Así activamos otras áreas del cerebro y le suministramos un disfrute más saludable.
- Dedicar tiempo a estar en contacto con la naturaleza.
- Utilizar el ‘modo avión’ al llegar a casa.
- Evitar la ‘prontomanía’: si no te va bien contestar inmediatamente, hazlo más tarde, no se acaba el mundo.
- Activar el ‘tiempo de uso’: consiste en hacer un seguimiento diario y semanal del tiempo de conexión. O si necesitas más ayuda para reforzar tu fuerza de voluntad, existen muchas aplicaciones para controlar el tiempo de conexión y de desconexión.
- Utilizar Internet en la medida justa: debe servir para facilitarnos la vida, no para alejarnos del mundo real ni de las personas que nos rodean.
¡Sal de la red y vive una vida real!
- Paoli Austerlitz, Gabriela (Author)
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