La crisis del coronavirus marcó el curso 2019/2020 y cambió la forma de enseñar y aprender tal y como la conocíamos hasta ese momento. Los centros tuvieron que reaccionar y la mayoría, sin estar preparados, se vieron en la obligación de pasar de una educación presencial a una online o a distancia desde casa.
A pesar del gran esfuerzo realizado, pocos profesores pudieron generar dinámicas apropiadas para el entorno digital ni desarrollar nuevas formas de llegar a los alumnos. Muchos docentes declaran haber realizado horas y horas de videosesiones explicando la lección, enviado tareas y buscado cómo realizar los exámenes sin que se copiara. En general, no cambió ni la organización, ni las programaciones de aula, ni los materiales, ni los tipos de actividades desarrolladas, ni la evaluación.
A este respecto, algunos estudios realizados entre los docentes han puesto de manifiesto lo difícil que fue desarrollar estas programaciones o adaptar el proceso de evaluación. La situación exigió también un aumento en la carga de trabajo para realizar la acción tutorial, mientras se intentaba seguir realizando lo mismo sin disponer ni aprovechar las herramientas TIC, los entornos digitales y los recursos didácticos que se lo permitieran.
Claves para afrontar un nuevo confinamiento
Ahora, cuando han pasado más de dos meses desde que se ha iniciado este nuevo curso escolar, y a pesar de la incertidumbre general, sí que existe una certeza: se decrete o no un confinamiento total, cada día hay grupos confinados con uno o varios alumnos que deben continuar con sus clases desde casa. Ante este escenario educativo, deberíamos preguntarnos qué han aprendido centros y docentes de la experiencia del confinamiento y si están realmente preparados para hacer frente a una nueva situación de alerta con garantías de que el curso podrá seguir desarrollándose según el calendario previsto.
La experiencia ha dejado de manifiesto, más allá de la carencia de dispositivos y conexiones, que hay una falta de preparación en los centros y en sus docentes del uso didáctico de los recursos digitales en el aula física o virtual.
Rescatando algunas de las conclusiones del informe ‘Schooling disrupted, schooling rethought’, realizado por la Universidad de Harvard y promovido por la OCDE, podemos encontrar algunas de las claves de lo que deberíamos haber aprendido como la urgencia de crear ecosistemas ‘tecno-pedagógicos’ más allá de las aulas en coherencia con el modelo pedagógico del centro y desarrollar un sistema de comunicación efectiva entre profesorado-alumnos-familias. También la necesidad de repensar los procesos educativos y el rol de los docentes; la importancia de realizar una priorización curricular y utilizar las TIC para facilitar la adaptación curricular; cambiar el foco de los contenidos a las competencias clave; la importancia de generar nuevos tipos de interacción para trabajar no solo la dimensión cognitiva, sino también la social y emocional; el generar nuevas dinámicas de grupo; implantar aproximaciones metodológicas que hagan que el alumnado sea más activo y autónomo para mejorar los resultados de aprendizaje; y transformar la evaluación y el acompañamiento del alumnado.
Preguntas que conviene formularse
Ante estas conclusiones, para saber si los centros están preparados deberíamos hacernos las siguientes 10 preguntas:
- ¿Dispone de un entorno de enseñanza online en el que el profesorado pueda realizar una programación de aula única para cualquier escenario de aprendizaje: presencial, híbrido o remoto?
- ¿Se ha definido una organización de los materiales y unos canales de comunicación para hacer más eficiente el día a día del profesorado y atender al alumnado?
- ¿Se han establecido unos horarios claros para cada escenario y protocolos de cómo seguir aprendiendo en caso de tener que quedarse en casa?
- ¿Los docentes están formados para usar herramientas y recursos digitales?
- ¿Se ha creado un sistema de recursos y herramientas educativas eficiente?
- ¿Los docentes comparten propuestas didácticas?
- ¿Profesorado y alumnado dispone de recursos digitales que permitan priorizar el currículo?
- ¿La secuencia didáctica digital se puede adaptar a las necesidades de cada alumno y personalizar los planes de refuerzo?
- ¿Se utilizan recursos que fomentan el trabajo activo del alumno y no el aprendizaje pasivo?
- ¿Los docentes disponen de instrumentos para la evaluación continua y formativa?
Una escuela para el mundo digital
Estos requisitos muestran de forma clara que el cambio educativo va mucho más allá de traspasar la escuela física o presencial a la digital. Se trata de transformar la educación en su forma de organizarse, trabajar y enseñar. No es únicamente digitalizar la escuela, sino hacer una escuela para un mundo digital.
Por ello, y para ayudar a los centros a dar este paso, surgen propuestas como la de aulaPlaneta con su aulaOnline: les asegura disponer de una ágil plataforma de enseñanza-aprendizaje con todos los recursos y las propuestas didácticas flexibles que permiten al profesorado adaptarse a cualquier escenario de trabajo y a su alumnado.
Además, cursos online bonificados como el Programa IN/ON de aulaPlaneta, seguidos por cientos de docentes, les permite saber cómo organizarse, cómo usar las TIC para preparar sus clases y realizar el seguimiento de los alumnos en cualquier escenario, presencial en clase (in class) o remoto en línea (online). Porque lo más importante no es hacer mucho y trabajar sin descanso, sino que los esfuerzos sean eficientes y eficaces, con resultados en el aprendizaje y con un acompañamiento adecuado del alumnado.
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