viernes, 13 de marzo de 2020

Educación emocional para sobrellevar con éxito el curso escolar

El curso pasado se me planteó un reto muy emocionante como profesora: ser la tutora del grupo de 2º de Bachillerato. Había impartido clases en este curso durante varios años y conocía la idiosincrasia del mismo, ya que se trata probablemente del curso que requiere mayor grado de madurez emocional de toda la etapa escolar.

Así que, como profesora de la materia de Psicología, abordé la necesidad de ayudar a mis alumnos desde una perspectiva emocional. De este modo nació el ‘Programa de Educación Emocional para 2º de Bachillerato. Emociónate’, que finalmente fue seleccionado como la Mejor Experiencia Educativa SIMO 2019.

La necesidad de una educación emocional

Emociónate proyecto de educación emocional

La primera razón que me llevó a abordar este programa es el convencimiento personal sobre la necesidad que existe de una verdadera educación emocional en los colegios. Daniel Goleman nos alertaba ya en 1996 sobre el ‘analfabetismo emocional’ que vivimos en nuestra sociedad, de la importancia que tiene una buena inteligencia emocional a la hora de tomar decisiones, o de cómo ésta afecta al propio desarrollo cognitivo. 

A estas razones tenemos que sumar los evidentes beneficios que a las aulas aporta la educación emocional, entre ellas la mejora de la convivencia; prevención de factores de riesgo y mejora el bienestar emocional y autoestima personal.

La segunda razón se fundamenta en las necesidades que manifiestan los jóvenes de estas edades (entre 17 y 20 años). Se hallan ante un curso especialmente exigente que representa el fin de una etapa vital conocida. Es el momento de decir adiós a los amigos, su apoyo emocional hasta el momento, a todo lo conocido, y abrirse paso en el mundo adulto. Algunos ante esta incertidumbre prefieren aferrarse a lo seguro, y ya desde principio de curso me aseguran: “Profe, yo este año voy a repetir”.

La exigencia académica de este curso es muy grande. Todos los colegios presumen de sus altos niveles de aprobados en la EvAU, por lo que se presiona a estos alumnos que representan, en muchos casos, el prestigio del centro.

Tomar la decisión al final del curso sobre qué es lo que quieren estudiar les paraliza en muchas ocasiones. Por un lado tenemos a aquellos que lo tienen muy claro, pero éstos deben enfrentarse a una nota concreta de EvAU que ya conocen de antemano y que se les revela como una meta imposible en muchas ocasiones a lo largo del curso. Por otro lado, están los que todavía no se han decidido, y esto les presiona de igual modo porque el tiempo se les acaba y deben dar el paso. Y para todos ellos está el miedo al fracaso, a equivocarse al decidir y comprobar que están en un camino irrevocable y definitorio. “Profe, ¿y si me equivoco?”, me dicen.

Al final de este camino, la temida EvAU, que aunque ahora tratamos de quitarle cierta presión, para ellos supone la prueba definitiva y que calculará su propia valía. ¿Serán válidos para aquello que siempre han soñado ser o deberán retirarse definitivamente de esa carrera para la que se han estado preparando desde pequeños y que todos esperan que concluya con éxito?

Y finalmente, el hecho de saber que la decisión que tomen, los estudios que finalmente escojan, no les asegurarán un futuro profesional real. Sabemos que el 40% de las profesiones que hay en la actualidad no existirán en unos 10 años.

Emociónate: psicología y educación emocional

emociónate educación emocional

¿Realmente están estos alumnos preparados emocionalmente para llevar bien este curso? Partiendo de esa pregunta creé ‘Emociónate’.

Basé el proyecto en tres elementos fundamentales: las clases de la materia de Psicología, la acción tutorial y el blog de aula que inicialmente no formaba parte del proyecto, pero que surgió de forma natural como respuesta a una necesidad manifestada por los alumnos y sus familias.

En la asignatura de Psicología se trataron las bases teóricas de la Inteligencia Emocional. Desde aquí conocimos las diferentes teorías que explican en qué consisten las emociones y los alumnos pudieron comprender sus distintos componentes para así poder identificarlos y canalizarlos. Con William James nos hicimos la pregunta “¿Estamos tristes porque lloramos o lloramos porque estamos tristes?”. El debate fue enriquecedor, pero la enseñanza más importante que sacamos de él fue la de que al menos hay dos componentes en la emoción: la propia emoción y el componente fisiológico. Esto podría ayudarnos a identificar correctamente nuestro estado emocional e intentar canalizarlo. 

Además, cuando abordamos la teoría cognitiva, aprendimos también que toda emoción tiene un componente cognitivo. Aislar las emociones y pensar en ellas, analizarlas e identificar sus causas, nos ayudaría también en nuestra labor de identificación y control.

Prácticas de empatía y mindfulness

Por otro lado, y también durante las sesiones dedicadas a la asignatura de Psicología, realizamos diversas prácticas de empatía y mindfulness. Vivenciar ciertas emociones experimentadas por otros, ponernos en su lugar, y conectar con nuestro aquí y ahora debía ayudarnos a mejorar nuestra inteligencia emocional.

Como tutora del grupo, y como parte de mi responsabilidad, me reunía con los alumnos periódica e individualmente para escuchar sus miedos y sus necesidades. Esto les ayudaba a concretar, verbalizar y hacerlas conscientes para luego trabajarlas de forma individual o colectiva en las siguientes sesiones de Psicología. Y precisamente, en una de estas sesiones prácticas, surgió el blog ‘Emociónate’

Diálogo y colaboración

Para concluir, aquel día les regalé una pequeña libreta, que en principio iba a ser la libreta de la Metacognición. En ella, tras cada sesión debían responder tres preguntas: ¿qué he aprendido hoy?, ¿cómo lo he aprendido? y ¿cómo puedo aplicar este conocimiento a mi vida diaria? A la primera pregunta no debían responder con contenidos curriculares, “He aprendido la subordinada sustantiva”, por ejemplo, sino con contenidos vivenciales. “He aprendido que no debo hablar antes de escuchar atentamente”. Para la segunda, debían esforzarse en buscar cómo habían aprendido, cuál había sido el proceso que les había hecho aprender. Y en ocasiones a esta pregunta respondían “Hablando con…” sus compañeros.

Así que el cuaderno de la metacognición pasó a llamarse el cuaderno de la gratitud, porque al percatarse de que la mayoría de lo que aprendían lo hacían en el diálogo y colaboración con los otros, sintieron la necesidad de compartirlo y dar las gracias. Así nació el blog, como un medio a través del que poder compartir las vivencias personales y dar gracias o consejos al resto de los compañeros.

Cohesión, enriquecimiento y unión

Pero no se quedó ahí. Las familias empezaron a querer colaborar y aportar a este diálogo. Muchas de ellas habían pasado por una situación similar no hacía mucho tiempo y querían compartir las estrategias que les habían ayudado a superarla. Así que el blog acabó siendo una ventana desde la que mostrar los sentimientos, miedos y emociones con toda la comunidad escolar. Un lugar de cohesión, enriquecimiento y unión.

¿Llegamos a construir la Inteligencia Emocional en estos jóvenes? Evidentemente en un solo curso es difícil, hay adultos que todavía no nos sentimos emocionalmente estables en muchas ocasiones, ¿cómo pedírselo a ellos? Sin embargo, conseguimos que estos chicos, adultos ya, entendiesen lo que es una emoción; reflexionasen por primera vez en quiénes eran, en sus sentimientos, en lo que querían. Uno de ellos me dijo tras una sesión: “Profe, nunca me había parado a pensar en qué es lo que siento en realidad”. Sé que a partir de ahora lo hará. Son conscientes de que deben reflexionar sobre sus emociones, que no deben tomar decisiones en determinados estados de ánimo y que en sus manos está decidir qué persona quieren ser, una tarea emocionante y apasionante.

Mejor experiencia SIMO 2019 EDUCACIÓN EMOCIONAL

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