Algunos estudios, como el llevado a cabo por FETE-UGT, demuestran que los docentes son propensos a sufrir agotamiento emocional durante el curso escolar. Además, este mismo estudio afirma que el colectivo más vulnerable son los que se dedican a la Enseñanza Secundaria. Dicho agotamiento puede traducirse en estrés o, en un estado más avanzado, en el Síndrome de Burnout.
Este síndrome se desencadena tras sufrir una continua exposición a altos niveles de estrés que las personas no son capaces de gestionar adecuadamente. Es bastante frecuente en profesiones como la docencia, que trata a diario con personas que están en continua evolución y que habitualmente tienen dificultad para regular su mundo emocional.
Lamentablemente, no se habla mucho del Síndrome de Burnout en nuestra sociedad. Y es que a menudo se nos olvida que los docentes, además de saber transmitir conocimientos, son las personas con las que nuestros hijos crean el vínculo de apego más profundo después del de la familia.
Se trata de un concepto bastante amplio y que puede manifestarse de diferentes maneras, por lo que muchas veces se confunde con otros diagnósticos. Normalmente, se exterioriza como insatisfacción profesional, absentismo, ansiedad o apatía, poca involucración profesional y deseo de cambiar de profesión, hasta el profundo agotamiento emocional, la despersonalización, la baja autoestima y autoeficiencia. Esto crea un clima dentro del aula bastante pesimista, provocando el distanciamiento entre el alumnado y el docente y, consecuentemente, un bajo rendimiento académico de los estudiantes.
Cómo gestionar el estrés docente
Las investigaciones demuestran que el profesorado que dedica tiempo a crear un clima positivo en el aula, atendiendo a las emociones de sus alumnos y escuchándolos, sonriendo o, incluso, haciendo bromas, sufren menos estrés laboral que los que se ciñen a la enseñanza tradicional y a la mera transmisión de conocimientos.
Además, el autocuidado, que significa aprender a gestionar el estrés y buscar momentos de relajación, ayuda a evitar el estrés. Si no nos cuidamos a nosotros mismos, no podemos cuidar de los demás. Es necesaria una combinación de relajación y reflexión sobre las propias reacciones en las situaciones de estrés. De este modo, y combinado con el aprendizaje de técnicas de comunicación asertiva y de comprensión de las fases de desarrollo evolutivo de los estudiantes, hará posible que el docente interprete adecuadamente los comportamientos de sus alumnos y no los tome como ataques personales.
Por último, la forma en que se organiza el entorno laboral también puede ayudar a disminuir el agotamiento mental. Lo primordial sería disponer de un clima laboral adecuado, en el que se tenga la sensación de pertenencia a la comunidad y en el que se promueva la colaboración y el espíritu de equipo.
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