En los próximos años, es probable que los docentes reciban ayuda de la Inteligencia Artificial (IA) con el fin de mejorar la interacción con los alumnos, tanto en el aula como en casa. Así lo afirma el estudio ‘Artificial Intelligence and Life in 2030’ elaborado por la Universidad de Stanford. En él, sus autores analizan la presencia y repercusión de la IA en diferentes ámbitos de la sociedad. En el educativo creen que estas técnicas servirán para desdibujar la línea entre la enseñanza formal en el aula y el aprendizaje individual, de forma que cada alumno vaya a su propio ritmo.
También remarcan que, a estas alturas, esperaban que ese uso ya se hubiera iniciado de una forma normalizada, tanto en colegios como en universidades. Sin embargo, han constatado que no es así a causa de la falta de inversión y de estudios sobre su eficacia.
Mejoras en la enseñanza-aprendizaje
Hay tres aspectos en los que el uso de la Inteligencia Artificial mejorarán los procesos de enseñanza-aprendizaje actuales: gracias ellas se reducirán las tareas repetitivas, se fomentará la educación personalizada y se dará más relevancia al aprendizaje colaborativo.
“El proceso de enseñanza no está exento de tareas repetitivas que roban al profesor tiempo y energía. La IA actual es capaz de automatizar muchas de estas tareas administrativas, como realizar evaluaciones de trabajo en casa o calificaciones de exámenes tipo quiz con una velocidad y precisión mayor que la del profesorado”, explica Carles Sierra, vicedirector del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC (IIIA-CSIC).
Al mismo tiempo que evalúa al alumno, esta tecnología también puede identificar lagunas de conocimiento y ofrecerle contenidos para cubrirlas e, incluso, detectar desde el comienzo del curso cuál será la evolución previsible de un estudiante, para actuar en consecuencia.
En este sentido, en el Instituto Tecnológico de Monterrey (México) se ha trabajado durante cinco años en un modelo basado en IA que analizaba tanto la información académica como otra no estructurada (alimentación, calidad del sueño, control del estrés, etc). “Descubrimos que el proceso de aprendizaje tiene una carga conductual importante y, por ello, es posible realizar un pronóstico eficiente del desempeño”, mantiene el doctor Omar Olmos López, uno de los investigadores del proyecto.
Un alumno, un aprendizaje
Esto lleva a la segunda de las aplicaciones de uso de la IA: el aprendizaje personalizado. Un objetivo difícil de llevar a cabo con las técnicas de enseñanza tradicional, pero que se sitúa en el centro del uso de las nuevas tecnologías en el aula. “Algunas aplicaciones de la IA se orientan a diseñar unidades didácticas adaptables dinámicamente al estudiante. Ayuda a proporcionarles itinerarios de aprendizaje, contenidos personalizados y el feedback que cada estudiante necesita”, razona Carme Roig, Coordinadora de Lenguas Extranjeras de la Generalitat de Catalunya.
En cuanto al aprendizaje colaborativo, en el IIIA-CSIC están llevando a cabo un proyecto para desarrollar algoritmos que faciliten el trabajo en equipo. “Hoy por hoy sabemos que los estudiantes aprenden mejor, mantienen el conocimiento más tiempo y tienen una experiencia más satisfactoria cuando trabajan en equipo”, explica Lissette Lemus, gestor de Transferencia de Tecnología del Instituto.
Barreras a salvar
Los beneficios del uso de la IA parecen evidentes. Y un indicador de que estas aplicaciones no tardarán en llegar a las aulas es que grandes empresas como Google y Microsoft ya están poniendo en marcha iniciativas para su desarrollo. Su implantación, sin embargo, no será inmediata.
A la falta de recursos económicos y de datos que constaten su eficacia, se une el hecho de que herramientas como los ordenadores, los teléfonos móviles o las tabletas, todavía no están plenamente integrados en las aulas. Al menos, de forma generalizada. “La implantación de la Inteligencia Artificial en las aulas está directamente relacionada con la implantación de las tecnologías de la información en su sentido más amplio”, mantiene Sierra, que también señala “la reticencia por parte de los centros a utilizar los móviles y las tabletas en las aulas. A pesar de la existencia de soluciones BYOD (Bring your own device), que permiten el uso de dispositivos personales garantizando un acceso limitado a herramientas y aplicaciones”.
La implantación de la IA, por otro lado, provocará un cambio en el rol del docente. No solo porque deberá aumentar sus conocimientos sobre tecnología; también porque podrá centrarse más en el alumno. Es lo que algunos denominan ya el ‘maestro digital’ porque una de sus herramientas de trabajo serán las aplicaciones. “En los próximos años, tendremos aplicaciones que apoyarán mucho a los docentes en la enseñanza. Se vislumbran aplicaciones como rutas de aprendizaje óptimas, geolocalización y servicios académicos, planeación y gestión académica en planteles educativos, entre otras”, describe el doctor Olmos.
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