La dislexia es un trastorno de lectoescritura con base neurológica que afecta a 600.000 estudiantes en España, según los datos de Change Dislexia, una empresa social que trabaja para garantizar su detección precoz y el apoyo al tratamiento. Muchos de estos casos no están diagnosticados, porque no llevan asociado ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural.
Por esta razón, es importante ayudar a los docentes a identificar a los alumnos que muestren signos de padecerlo y darles las claves para ayudarlos según su edad. Es precisamente lo que ha hecho la psicopedagoga María Trinidad Iglesias Musach, de la Universidad del Salvador en Buenos Aires (Argentina), en su estudio ‘Alumnos con dislexia: estrategias para educadores’.
¿Cómo identificar la dislexia en el aula?
El estudio recoge que la dislexia afecta a determinados rasgos del aprendizaje de un alumno y, aunque los primeros síntomas pueden identificarse a partir de los 6 años, los primeros indicios pueden darse antes. En concreto, Iglesias diferencia tres grandes grupos de edad, que coinciden con las distintas etapas educativas: de 3 a 5 años; de 6 a 12 años y de 12 años en adelante. En cada uno de ellos los síntomas son diferentes.
Así, entre los estudiantes de Educación Infantil, este trastorno afecta a la psicomotricidad, se produce una inusual falta de atención y una mayor lentitud a la hora de realizar rutinas y tareas cotidianas (como abotonar una chaqueta o memorizar datos). Mientras, en Primaria los alumnos presentan síntomas en las tareas puramente académicas, como una mayor dificultad para pronunciar palabras, en la comprensión lectora o una confusión de letras y números.
A partir de los 12 años, por otro lado, la psicopedagoga enumera otros indicativos emocionales y sociales del estudiante, tales como evitar realizar tareas en público como leer en voz alta, o contar con cierta dificultad para entablar relaciones con otros compañeros.
A nivel académico, la dislexia afecta a ámbitos como la lectura, la ortografía y la lectura. Por lo que todos los parámetros que la rodean, como la comprensión lectora, la creación de textos sencillos o la identificación de las sílabas y fonemas pueden ser factores determinantes para identificarla entre los escolares.
Claves para ayudar a los estudiantes con dislexia
Una vez que el docente ha identificado un caso de dislexia, es importante que lo afronte con una actitud positiva con la que el estudiante se encuentre receptivo y cómodo. En este sentido, la psicopedagoga destaca una serie de estrategias adecuadas para cualquier edad o curso:
- Entorno: el espacio en el que se encuentra el estudiante debe estar ordenado y organizado.
- Instrucciones: asegurarse de que el alumno ha entendido bien las explicaciones para realizar las tareas en clase es esencial para el progreso escolar del estudiante.
- Vocabulario positivo: evitar las palabras que no aporten al aprendizaje del estudiante con dislexia. El uso de palabras que elogien el progreso y las capacidades del estudiante hará que aumente su autoestima y rendimiento en el aula.
- Compañeros: los demás estudiantes deben conocer qué es la dislexia. Es importante explicarles en qué consiste y cómo les afecta.
- Refuerzo de la memoria y la repetición: consolidar la memoria a corto y largo plazo del alumno basándose en la repetición de conceptos.
- Uso de la tecnología en período de exámenes: la utilización de herramientas tecnológicas, como las pizarras digitales o un ordenador portátil, puede ser una opción para facilitar la tarea en época de exámenes y así proporcionar complementos de información, en un momento en el que el estrés se incrementa para todo el alumnado.
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