¿Sabes lo que es BYOD? Porque no es un concepto novedoso, sino una política de amplio recorrido sobre todo en el mundo anglosajón. Una tendencia al alza que tiene mucho que ver con tecnología, pero más con los recursos físicos que con las metodologías u objetivos de aprendizaje.
BYOD se refiere a Bring Your Own Device, trae tu propio dispositivo, y se refiere a una política de uso de recursos que está siendo ampliamente utilizada por todo el mundo, y que permite que los chavales traigan su propio dispositivo (portátil, tablet, smartphone o cualquier otro elemento tecnológico) al aula. En vez de utilizar los recursos disponibles en el centro, cada chaval traerá su dispositivo de casa. ¿Y qué tiene que ver esto con la educación? Un informe del European Schoolnet trata esta cuestión.
BYOD, trae tu propio dispositivo: los beneficios
Imagina el aula más habitual de un colegio actual: ordenadores viejos, mal mantenidos y que terminan siendo un suplicio para los chavales. Fuentes de virus, y un auténtico quebradero de cabeza a la hora de compartir información, guardar lo que los chavales hayan creado en clase o también sesiones abiertas que son tremendamente peligrosas (y precisamente hace poco que hablamos de seguridad en Internet). Es lo que existe en la mayoría de centros, por no hablar del uso de otras categorías de dispositivos como por ejemplo tablets, ideales para el entorno educativo.
Cuando los chavales traen su propio dispositivo a clase, la cosa cambia y las ventajas de aplicar esta política de recursos son significativas. Si cada chaval tiene su propio dispositivo, él es el responsable de cuidarlo, tratarlo y mantenerlo de la mejor forma. Esa sensación de que los ordenadores del cole son “gratis” — y, por tanto, podemos maltratarlos como queramos — desaparece, y debemos cuidar bien nuestro cacharro… que sólo tenemos uno.
Imagen: niño usando un portátil, de ShutterStock
Pero el buen mantenimiento es el menor de los beneficios. La política BYOD permite llevar a casa lo que el chaval crea o elabora en clase. Ese trabajo creado en esta asignatura o en aquella otra ya no necesita ser transportado en una memoria USB, puesto que lo tenemos en nuestro propio dispositivo. Los ficheros ya no se pierden más, los tendremos en el equipo bien organizados y ordenados, como nosotros queramos, o subidos a éste o aquél servicio de almacenamiento en la nube
Y como es nuestro dispositivo, nosotros lo conocemos más que nadie. Estamos acostumbrados a utilizarlo, a escribir en él y a su velocidad de respuesta, ya sea rapidez o lentitud a la hora de abrir un determinado fichero, navegar por la red o la tarea que necesitemos desarrollar. Sabemos los programas y herramientas que tenemos instalados, el cómo funcionan y lo que podemos hacer con ellos.
Además hay que tener en cuenta también que el modelo BYOD permite utilizar el dispositivo más allá del aula de informática, al ser dispositivos portables. Cada chaval/a podrá utilizarlo en cualquier aula, para cualquier asignatura o por cualquier motivo que resulte interesante para el desarrollo de la labor educativa.
Lo que BYOD representa para el centro escolar y para el docente
Desde el punto de vista del centro escolar como ente organizativo y de gestión, BYOD también trae múltiples beneficios. El primero y más evidente es el ahorro económico que supone no tener una serie de equipos preparados y listos para utilizar en varias ocasiones a lo largo del día, incluyendo el número que sea (¿25? ¿30?) más sus accesorios (pantallas), periféricos (teclados, ratones) y la infraestructura energética y de conexión a Internet.
También existen cambios en cuanto a los beneficios pedagógicos y del aprendizaje, pues el entorno es diferente. No sólo los valores de aprender a cuidar los recursos o de cómo usar la tecnología, también el modelo 1:1 (un dispositivo por cada alumno) implica que las cosas se hacen de forma diferente a cuando varios comparten el mismo terminal.
Es por ello por lo que el conocimiento adquirido es mayor, e igualmente también podemos aplicar otras metodologías menos convencionales y clásicas. Esta tarea recaerá del lado del docente, que deberá informarse y “cambiar el chip” para adaptarse al nuevo contexto.
Pero…
Todo tiene un pero, alguna desventaja. Y este caso no es una excepción: los inconvenientes existen, por supuesto.
En primer lugar — y posiblemente el más importante — está en que el ahorro económico del que hablábamos antes se convierte en un gasto adicional para las familias. El entorno ideal sería que fuese el propio centro cediese durante un período de tiempo (curso tras curso) los dispositivos, si bien esta posibilidad es bastante remota en el entorno socioeconómico actual en el que aunque el presupuesto es superior al de años anteriores, aún está muy alejado de lo necesario para disponer de un banco de dispositivos para el alumnado.
Imagen: laboratorio de informática, de ShutterStock
Y si bien es cierto que el aspecto económico es el punto más crítico de este modelo, también se pueden dar casos en los que los alumnos se despisten con otras aplicaciones o juegos que tengan instaladas en sus respectivos equipos. En los equipos públicos del centro se tiene el software mínimo necesario para dar las clases, pero en los portátiles personales lo habitual es que también se tenga otro contenido.
No es descabellado pensar, por tanto, que un alumno/a que esté aburrido vaya a abrir Minecraft (y no con fines educativos que ya vimos que los tiene, y muchos), a escuchar música, ver vídeo o navegar por la Web. La libertad de que cada uno maneje su ordenador personal debe venir acompañada por la responsabilidad en el buen uso, y a ésta se llega con la formación tanto del docente al cargo como del núcleo familiar.
Por último, existen una serie de requisitos para el centro, algunos fáciles de cumplir y otros de mayor dificultad. Principalmente son relativos al mobiliario, a la organización del aula y a otros recursos que son requisitos para el buen funcionamiento de la política BYOD: se necesita una importante cantidad de enchufes (generalmente uno por cada alumno/dispositivo), una conexión a Internet rápida y estable, capaz de permitir la navegación a unas cuantas decenas de equipos, así como en ocasiones también un espacio en el que almacenar los dispositivos cuando estos no estén utilizándose.
¿Es BYOD el futuro en educación?
En algunos contextos educativos en España se han dado importantes pasos adelante en cuanto a la política BYOD, que goza de mayor uso a cada año que pasa. Sucedió hace años en el entorno más profesional, ocurre en muchas universidades y poco a poco está haciéndose hueco en la educación de secundaria y primaria, en algunos centros puntuales.
Imagen: niña con un portátil en una biblioteca, de ShutterStock
En los años más recientes estamos observando que las aulas de uso público —como las clásicas “aulas de informática”— están vaciándose, cediendo lugar a otras localizaciones en las que los alumnos llevan su propio dispositivo. Esto les permite almacenar y guardar todo lo que hagan en horas lectivas para poder acceder a ello en su casa, y continuar el trabajo gracias a herramientas colaborativas tipo Moodle o la más reciente e innovadora Edmodo, que son esenciales para el modelo BYOD.
Evidentemente el entorno ideal está muy lejos de la realidad actual, aunque a la vista del crecimiento de esta política durante últimos años —así como lo que está viéndose en otros países— podemos afirmar que sí, terminará siendo lo común y más aún con la masificación de los dispositivos tecnológicos en el hogar.
Imagen de portátil en una mochila, vía ShutterStock. Imagen de portada: niña con tablet en clase, vía ShutterStock
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