José María Toro se inició en la docencia en 1982, aunque en los últimos años su trayectoria profesional también ha estado ligada a la formación. Fruto de su experiencia en la escuela ha escrito ‘Educar con co-razón’ (Editorial Desclée de Brouwer), un libro que surge de una necesidad: compartir con otros compañeros docentes lo que para él ha sido vivir su sueño de maestro, una vocación que tuvo clara desde pequeño.
¿Qué aporta esta obra a la labor docente?
Principalmente, recalcar el papel esencial y fundamental de la figura del maestro. El sistema educativo no va a cambiar cuando lo hagan las leyes, sino cuando se modifique la actitud y el modo de proceder de los maestros. En este sentido, el libro ofrece una experiencia real y proporciona una nueva mirada hacia los estudiantes que no son vistos como sujetos u objetos curriculares, sino como una presencia; una mirada que se extiende al rol del docente y a la relación que establece con su alumnado.
¿Qué es la co-razón?
El término tiene una gran resonancia simbólica asociada al alma y a lo más auténtico del ser humano, también al ámbito emocional. Tras las vivencias y los descubrimientos a los que he tenido acceso -en torno al papel del corazón en la estructura general del hombre-, me he dado cuenta que es mucho más que una metáfora que resume estas vivencias.
He descubierto que el corazón es un inmenso continente pedagógico al que podemos acceder por muchas costas y litorales, y dividir la palabra es un intento de advertencia. El corazón se asocia a los sentimientos y llama la atención que incluya dentro de ella la palabra razón. No sólo hablamos de emociones y de sentimientos, sino de una cierta inteligencia a la que ya apuntan investigaciones recientes que sugieren que existe una sabiduría del corazón. El corazón es mucho más que un músculo cardíaco.
Lograr una educación que combine de manera equilibrada aspectos racionales y emocionales no parece tarea fácil , ¿qué recomendaciones daría?
Hay que caminar hacia esa dirección porque nuestra estructura biológica lo permite, y porque cerebro y emoción están preparados para ello a no ser que exista alguna patología o disfunción de tipo orgánico.
” La emociones esenciales son los sentimientos, actitudes y valores que nos definen y que forman parte de la identidad de cada persona “
Por lo general, en la mayor parte de las bibliografías, las emociones se abordan como una respuesta que da el cerebro de manera automática ante una situación, como si de un mecanismo de adaptación al entorno se tratara. Considero que la emoción es una energía que se pone en movimiento ante un estímulo. Las emociones básicas o universales son emociones de tipo reactivo y siempre van a estar ahí porque son de supervivencia. A partir de aquí, me gusta la posibilidad de abordar lo que yo llamo emociones esenciales: son aquellos sentimientos, actitudes y valores que realmente nos definen, que forman parte de la identidad de cada persona y se manifiestan de manera consciente.
Ha dedicado una parte de su carrera profesional a la dimensión afectiva y emocional en la cotidianeidad escolar. ¿Qué es lo que ha aprendido?
El día a día, o lo cotidiano, es un gran espacio que hay que trabajar. A veces, los maestros damos un curso y creemos que es en esta formación dónde se produce el cambio, pero no es así. El cambio viene cuando ese curso abre una nueva conciencia y el trabajo decisivo se desarrolla cuando toca poner en marcha la formación recibida. En realidad, se trata de un proceso de actualización.
¿Qué aporta esta dimensión a los alumnos en su desarrollo personal?
Nos definen dos ámbitos: el cognitivo y el de la emoción. Hasta ahora la escuela ha estado centrada en la parte intelectual y poco a poco se han ido incorporado las emociones. En mi época de formación como maestro no oí ni una sola vez la palabra emoción ni se explicó cómo atender esta dimensión en el alumno. A mí me enseñaron Didáctica de las Matemáticas y del Lenguaje, contenidos… pero no cómo funciona el cerebro para que pueda facilitar el aprendizaje de los estudiantes. Por supuesto, tampoco me hablaron de la importancia del ámbito emocional.
Ahora, el reto es que las emociones pasen a ser un modo y que los maestros se vean y se sientan a sí mismos y a sus alumnos de otra manera. ¿Al final qué sucede? La escuela tiene un hábito pernicioso: que todo lo que entra por la vía curricular acaba ‘muerto’ en un libro de texto o programa. Para mí, la dimensión emocional más que un contenido que viene a asfixiar al docente (que está sobrepasado por temas curriculares) es una presencia, un latido.
Por ejemplo, el Día de la Paz (30 de enero) se podría abordar de tal manera que el alumnado conectara con su paz y fuera consciente de cómo puede apaciguar un momento de su vida en el que está alterado. Eso es lo que la escuela debería hacer. Más que una actividad, en un momento concreto: sería el ambiente de paz que se respira en ella y evitar el riesgo de que las emociones sean un contenido más; se estaría corriendo el riesgo de que los niños acaben haciendo fichas en lugar de aprender a gestionar su mundo emocional, a conectar con sus emociones y a redescubrir su identidad.
¿Qué consideraciones deben valorar escuela y familia para lograr el desarrollo personal de los estudiantes?
” Escuela y familia están condenadas a entenderse y unir sus fuerzas por el bien del alumnado “
Escuela y familia están condenadas a entenderse y unir sus fuerzas por el bien del alumnado. Tiene que existir una mirada de respeto y de aceptación por ambas partes. Un niño ve a su maestro o maestra a través de los ojos de la familia. Si la madre o el padre no respetan al profesor (o el niño siente que su familia odia la escuela,) él en una cuestión de lealtad psicológica profunda inconsciente va a retirar su afecto porque no se puede permitir amar a quien sabe que odia su familia. Y al revés: el maestro tiene que reconocer de manera incondicional a los padres de sus alumnos sabiendo y reconociendo que esa familia pone en sus manos lo que más ama en la vida.
Por otro lado, en lugar de centrarnos en los problemas deberíamos pensar en qué hacer, cómo vamos a trabajar todos juntos para afrontar y abordar las situaciones. A veces caemos en una especie de cadena de reproches y de lo que se trata es de trabajar todos juntos por el bien del alumnado.
Por último, un pequeño test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?
– Docente: Palabra que designa a una de las funciones, roles o tareas que definen al maestro. Todo maestro es docente pero no todo docente es maestro.
– Emoción: Energía que se pone en movimiento. Tenemos el reto de poner en movimiento esa energía de paz, ternura y alegría que somos en nuestra identidad más profunda.
– Escuela: Espacio donde el niño tiene que aprender tres cosas fundamentales: su identidad, pautas para la convivencia y el acervo cultural de la especie humana. La escuela es el segundo hogar de los estudiantes.
– Estudiar: Oficio de abrirse a seguir aprendiendo, gimnasia para el conocimiento y ejercicio que se desarrolla para la sabiduría.
– Racional: Una de las partes de nuestro corazón y una de las dimensiones del ser humano.
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