Entrevistamos a Jorge Alberola, especialista en didáctica de las Matemáticas de tekman Education y ex asesor matemático en el Consejo Superior de Evaluación de Cataluña. Nos explica cómo funciona el programa EMAT, que ha sido diseñado especialmente para fomentar la creatividad y el pensamiento crítico del alumnado en las etapas de Infantil y Primaria.
Pregunta: ¿Cómo se puede mejorar la enseñanza de las Matemáticas?
Respuesta: Primero, con una estimulación temprana para que los niños de Infantil adquieran unos conocimientos que serán la base de su aprendizaje posterior. Además, debemos hacerlo desde la manipulación, el juego, con situaciones que sean cercanas a ellos y que estén contextualizadas, así como con actividades que generen momentos significativos. De igual modo, es vital tener en cuenta las necesidades de cada alumno. Somos diferentes y nuestra forma de aprender también. La personalización del aprendizaje, actualmente, es sinónimo de calidad educativa.
P: ¿Hay etapas en el aprendizaje de esta materia?
R: Como decía antes, debemos adaptar la enseñanza de las Matemáticas al momento evolutivo. Pero esto no significa que los más pequeños no puedan empezar a comprender conceptos complejos. Podemos enseñar estadística en Infantil. El cerebro necesita una enseñanza cíclica de las Matemáticas. Es decir, se debe espaciar la práctica, dejar que el cerebro descanse y retomar después de nuevas experiencias. En EMAT programamos siguiendo una ciclicidad vertical para enseñar el contenido desde diferentes visiones a lo largo de los cursos, y horizontal, de forma que experimentan varias veces durante el curso a través de diferentes actividades basadas en las inteligencias múltiples.
P: ¿Qué diferencia a EMAT de otros programas?
R: Fomenta la creatividad, el pensamiento crítico y los niveles de pensamiento más altos de la Taxonomía de Bloom. Proporciona actividades de cálculo mental, PBL, técnicas cooperativas… Todas las experiencias están pensadas al detalle para favorecer y afianzar el razonamiento matemático.
Otra de sus características es que basa el aprendizaje en el juego y en los materiales manipulativos. Con el material lúdico y manipulativo conseguimos acercar las matemáticas al momento evolutivo del niño, a lo concreto. Y, con los juegos, experimentan en una situación segura, donde el error no es punitivo. Además, son una puerta de entrada muy motivadora a la reflexión sobre los conceptos matemáticos y sus propiedades. Así los alumnos se enganchan a las matemáticas.
Y, por último, la evaluación, que debe ser continua y global para comprobar que han conseguido todas las competencias, y también porque así el docente puede tomar las decisiones más adecuadas.
P: ¿Qué tipo de prácticas de su día a día deberían evitar los docentes?
R: Los maestros somos esclavos de varios mitos. Por ejemplo, nos cuesta ver que un alumno pueda tener una buena evaluación y una mala calificación. Otro sería poner énfasis en la repetición reiterada de operaciones aritméticas. No solo lo decimos nosotros, pedagogos y maestros, también la neuroeducación: sus estudios han aportado muchas evidencias para justificar las prácticas educativas que funcionan. Con ellos y con los resultados positivos que año tras años hemos conseguido con EMAT, derribamos estos mitos.
P: ¿Todos los alumnos deben seguir los mismos pasos para resolver un problema?
R: El único camino que existe es enfrentarse a ellos. A partir de ahí, el estudiante debe utilizar estrategias para su resolución, que no tienen por qué ser las mismas. Uno puede sumar agrupando objetos o contando con números y ambas son válidas. El reto del maestro es ayudarlo a utilizar las que sean cada vez más efectivas. Para ello, es vital utilizar diferentes rutinas de pensamiento, como hace EMAT, que hagan visible el camino que toma cada alumno y le permitan reflexionar sobre este.
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