La pedagogía Montessori tiene como objetivo conseguir el máximo desarrollo posible en cada niño mediante el fomento de sus habilidades personales. Con una eficaz visión de la educación, armoniza el proceso educativo con el desarrollo natural del menor para potenciar su éxito, siempre acorde con su propia personalidad.
Más que un sistema de enseñanza, se trata de una actitud ante la formación que busca que el niño crezca feliz, independiente y capaz de pensar por sí mismo. Para ello, se integran todas sus capacidades en el proceso educativo mediante el respeto a su individualidad, el desarrollo de su confianza y el impulso de sus cualidades.
Tal y como señalaba María Montessori, creadora del método, para que esta pedagogía funcione debe contar con tres ingredientes clave: un adecuado ambiente, un guía humilde y material específico del método. En otras palabras, para que los niños puedan desarrollar su máximo potencial, en primer lugar, deben estar inmersos en un ambiente adecuado, diseñado para potenciar su crecimiento de manera independiente. En segundo lugar, deben tener un guía que respete su propio proceso de aprendizaje. En último lugar, para este desarrollo, también es preciso que los niños tengan a su disposición materiales y actividades que potencien su aprendizaje y su creatividad.
El rol de los padres como orientadores
Aunque desde algunos centros educativos estamos especializados en impartir esta pedagogía, durante las etapas de mayor desarrollo, hasta los 7 años, los padres juegan un papel orientador fundamental. Por ello, ¿sabemos cómo aplicar este método en casa? ¿Cómo podemos hacer de guías Montessori para nuestros hijos? ¿Y generar un entorno adecuado para su desarrollo?
La primera cuestión clave para poder aplicar en casa el método Montessori es comprender sus bases y su filosofía: orientar a los niños para fomentar su fortaleza, independencia, autocuidado y autogestión.
Además, es esencial que entendamos que las raíces de esta educación se centran en gran medida en el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños, factor esencial para su completo progreso individual y social. Por ello, conceptos como amor, comprensión, respeto, libertad, confianza o empatía deben ocupar un espacio clave en nuestra forma de educar a nuestros hijos.
Con el método Montessori es esencial entender que hay que confiar en el niño, dejar que sea independiente y que haga las cosas por sí mismo. Esto no significa dejarlo solo, sino facilitar un ambiente en el que él pueda hacer las cosas hasta conseguirlas y sin frustrarse. Preparando el entorno para su independencia, además, podrá desarrollar más fácilmente su capacidad de toma de decisiones, clave para su futuro.
Cómo guiar siguiendo el método Montessori
Sabemos que entender la teoría y comprender los conceptos puede ser fácil, pero llevarlos a la práctica es muy diferente. Por ello, os dejamos algunos consejos que os ayudarán a ejercer de guías Montessori:
- Observa a los hijos para descubrir sus intereses: ser capaces de percibir qué le interesa y le llama la atención en cada momento, nos ayudará para trabajar con él y potenciar sus habilidades naturales. Por ejemplo, ¿su hijo muestra interés en los colores o en los números?
- Confiar en sus capacidades: en muchas ocasiones subestimamos las capacidades de los niños. Sin embargo, cuantas más oportunidades les demos para desarrollarlas, más y mejor podrán hacerlo. Incluso los más pequeños pueden ayudar a preparar comida en casa. Pueden cortar alimentos blandos como el plátano, utilizando un cuchillo de mantequilla. A medida de que sus habilidades vayan creciendo puedes incrementar la dificultad poco a poco y en etapas.
- Otorgarles independencia: no se trata de hacer las cosas por nuestros hijos para ser más eficaces, sino de que ellos aprendan a hacerlas por sí mismos. Otra cosa es que no puedan hacerlo solos o soliciten nuestra ayuda, entonces sí debemos intervenir. Con tareas sencillas, debemos enseñarles a que las hagan ellos. De este modo, es como mejor fomentaremos su autogestión, autocuidado y autoestima. Por ejemplo: el niño puede tener un armario que sea accesible que incluya una selección de ropa limitada. De esta manera estaremos estableciendo un sistema para que pueda elegir su ropa y vestirse solo.
- Darles libertad con ciertos límites: es importante que los niños tengan ciertas libertades. Es decir, que puedan por ejemplo elegir entre diferentes opciones para jugar, vestirse, etc. Si les consultamos y les damos distintas posibilidades para que tengan la libertad de seleccionar lo que prefieren, les ayudaremos en su desarrollo personal y les proporcionaremos autoestima y autonomía. Por supuesto, estas libertades llegan siempre hasta ciertos límites que deben estar claros. Otro ejemplo: a la hora de merendar, podemos darles a elegir entre dos frutas. Sin embargo, el límite está en que deben merendar, al menos, una pieza de fruta.
Entorno y herramientas
Como ya adelantamos al principio, para un completo desarrollo son necesarios también otros dos puntos clave: el entorno adecuado y herramientas.
Es imprescindible adaptar los espacios para crear hábitats favorables a su desarrollo. Su habitación debe ser un espacio cómodo para ellos, no para nosotros. Deben tener la posibilidad de acceder a sus juguetes ellos mismos, así podrán jugar cuando lo necesiten, pero también ordenarlos después.
En lo que a las herramientas se refiere, se trata de preparar actividades y poner a disposición de los niños materiales que les permitan aprender. Una parte fundamental es facilitar a nuestros hijos juguetes prácticos, así como convertir cosas cotidianas en juegos. De este modo, se formarán mientras se divierten.
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