Las expresiones faciales son parte de nuestra propia comunicación. Mostramos más información sobre lo que estamos diciendo a través del lenguaje no verbal que a través del oral. De hecho, muchos estudios señalan que más de un 90% del mensaje se transmite a través del lenguaje no verbal. Los movimientos, nuestra posición corporal, el tono y el volumen de nuestra voz, las muecas que realizamos con la cara y con la boca nos dan mucha más información que la propiamente dicha.
Problemas de comunicación con mascarilla…
La necesidad de usar mascarillas como medida de prevención de la transmisión del coronavirus está dificultando el trabajo en los centros educativos. Aunque el trabajo de los maestros especialistas en audición y lenguaje se ve más afectado que el del resto de compañeros, no quiere ello decir que el resto de docentes no tenga dificultades en su trabajo diario. Compartiendo experiencias, hemos comprobado que la iniciación de la lectoescritura que se realiza en los últimos cursos de Educación Infantil y en los primeros de Educación Primaria se ve obstaculizada, ya que los alumnos no pueden visualizar la posición correcta de la boca para emitir los distintos fonemas. Felicitar con la mirada, sonreír con los ojos, dar nuestra aprobación con un vistazo, mostrar nuestra desaprobación con la mirada… son nuevas estrategias que estamos aprendiendo a utilizar.
Otro problema se presenta en los alumnos de nueva incorporación con desconocimiento del idioma, ya que la audición del vocabulario se ve afectada. Y también me gustaría hacer especial hincapié en aquellos alumnos que presentan algún tipo de déficit auditivo. ¿Cómo pueden leer los labios? ¿Cuánta información están perdiendo? ¿Cómo sabemos qué conocimientos están llegando a adquirir?
¿Cómo solucionarlo?
Ante estos problemas de comunicación que surgen con el uso de la mascarilla, toca reinventarse y nos toca sacar de la chistera todo el ingenio, imaginación e ilusión que teníamos guardado. Pero, ¿por dónde empezamos? La educación emocional, la enseñanza en el manejo y uso de las TIC y conocimientos académicos. Esos son los tres pilares básicos por los que comenzar a trabajar y, efectivamente, el primero de ellos es la educación emocional.
Cuando comenzaron las clases nos encontramos muchas reacciones distintas ante la misma situación: el rechazo, el miedo, la histeria… Como principal objetivo en los primeros días de clase nos propusimos enseñar a manejar las emociones, a expresar los sentimientos, a controlarlos, escucharlos y atender su necesidad de apoyo emocional.
Afortunadamente, llegaron las mascarillas semitransparentes a los centros. Fue increíble la experiencia cuando llegué a la clase de Educación Infantil con aquella mascarilla: “¡mira, una boca!”, gritó uno de los alumnos de cinco años.
La nueva situación social en la que nos encontramos ha hecho que la creatividad sea nuestra mayor aliada en las aulas. Como especialista de audición y lenguaje, he readaptado muchas de las actividades que hacía para poder ajustarlas a la nueva normalidad. Así, por ejemplo, para trabajar las praxias hemos hecho fotos frente al espejo y las hemos convertido en tarjetas. De esta forma, aunque llevemos la mascarilla puesta, los alumnos pueden ver la posición correcta del aparato fonador. Otra de las actividades que hemos adaptado ha sido la lectura de cuentos, decidimos grabarlos desde casa para después poder proyectarlos en clase.
Otro punto fuerte que estamos sacando de esta situación es que estamos incorporando mucho vocabulario de la lengua de signos. Para los alumnos está siendo muy divertido y sin duda, les ayuda a memorizar el vocabulario, a mejorar su atención y a la vez a aprender conceptos básicos de una lengua que mucha gente desconoce. Al mismo tiempo, estamos creando una sensibilidad especial ante la comunidad sorda que, a su vez, se traslada indirectamente a las familias y a toda la comunidad educativa.
Y, ¿qué hacemos con el aprendizaje cooperativo? Pues, seguimos trabajándolo pero adaptándolo a la nueva realidad: hemos hecho un barrido de todas las dinámicas propias de esta metodología seleccionando aquellas que podíamos adaptar a la nueva disposición de las aulas y cumpliendo siempre las normas de seguridad frente a la pandemia.
La formación permanente
La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 no nos va a parar. Ahora más que nunca debemos estar al tanto de todos los recursos, plataformas y herramientas educativas para hacer llegar a nuestros alumnos toda la información del centro de forma digital.
La respuesta educativa adaptada a las necesidades de cada uno es otro de los aspectos clave para realizar un buen trabajo. Actualizarnos en nuevas metodologías es primordial. Actualmente la disparidad de distintos niveles de competencia curricular se ha acentuado aún más, ya que durante los meses de confinamiento muchos han sido los que se han visto limitados en su aprendizaje por la brecha digital. Nuevas corrientes educativas como el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) hace que el foco se centre más en la propia elaboración de materiales que en la dificultad del alumno para aprender. Todas estas corrientes educativas emergentes nos plantean siempre una respuesta educativa centrada y adaptada a las distintas capacidades de los alumnos.
Por último, otro aspecto importante es el intercambio de información entre el profesorado. Mantener contacto y comunicación con otros centros educativos, nos abre un campo de posibilidades para compartir y mejorar. Intercambiar opiniones, experiencias, hasta materiales hace más enriquecedor nuestro trabajo.
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