¿Cómo se puede enseñar a un estudiante a gestionar las emociones que experimenta a lo largo del día? En primer lugar: conociéndolas. Y para ello, las manualidades pueden convertirse en un recurso útil para trabajar las emociones. En las siguientes, recomendadas para todos los niveles educativos, se trabaja la gestión y el autoconocimiento emocional a través de un molinillo de viento que ayuda a calmar la respiración, un mandala pintado en piedra o fabricando una botella que calma. ¡Mira!
La botella de la calma
También conocida como la botella mágica, ayuda a calmar las emociones de los más pequeños, ya que el bote (que estará relleno de purpurina y agua) enseña a los niños cómo se sienten cuando están enfadados o nerviosos por algo. Para fabricarla tan solo se necesita una botella de cristal (o de plástico si los estudiantes son pequeños), agua templada, colorante alimentario (para dar color al agua) pegamento y purpurina de colores. Estos son los pasos a seguir:
-Primero, se vierte el agua templada en la botella, se introduce un poco de pegamento con purpurina y se mueve bien.
-Después, se echa la purpurina (unas tres cucharaditas) y se vuelve a remover.
-Por último, se añade una cucharada de colorante, se cierra la tapa y se remueve por última vez. ¡Ya está!
Al agitarlo y ver cómo se mueve la purpurina y el agua de un lado a otro, comprenderán cómo se agita su mente cuando están enfadados, por ejemplo. Al observar cómo la purpurina se va depositando lentamente en el fondo, se calmarán ellos mismos y podrán pensar con mayor claridad.
Caritas ‘emocionadas’
Una forma eficaz para que los estudiantes más pequeños conozcan las emociones es representándolas. Y eso se puede hacer a través de caritas alegres, tristes, enfadadas… La manera más sencilla de hacerlo es buscar en Internet distintos emoticonos e imprimiéndolos, pero también se pueden dibujar. Una vez que tenemos las caritas, se necesita cartulina, pegamento y palitos de madera. Estos son los pasos a seguir:
-Primero, se recortan las caritas y, por la parte de atrás, se pega una cartulina del mismo tamaño.
-Después, se pega un palito de madera en la cartulina para que los estudiantes puedan coger las caritas. Por último, escriben con un lápiz o rotulador las emociones que representan los emoticonos.
El molinillo que regula la respiración
Con el clásico molinillo de viento, los estudiantes pueden ‘reeducar’ la forma de inspirar y expirar. Para crear uno, tan solo se necesita una cartulina (del color que se quiera) unas tijeras, un lápiz para marcar y un palito de madera. Estos son los pasos para hacerlo desde cero:
-Primero, se recorta en la cartulina un cuadrado de entre 10 y 15 centímetros de lado. Se dibujan unas líneas diagonales, se recortan las puntas uniendo cada una de ellas en el centro y se pegan con pegamento.
-Después, se hace un pequeño agujero en el centro (con ayuda de un punzón, por ejemplo) para colocar algún adorno en la parte delantera. Es recomendable que ese adorno tenga algún saliente en forma de cuerda o alambre que llegue hasta la parte de atrás y al que se le pueda pegar un palito de madera.
Una vez hecho el molinillo de viento, el objetivo es que el alumnado sople (de manera suave y fuerte) varias veces. De este modo, es capaz de observar su propia respiración y es consciente de lo que ocurre en su cuerpo cuando respira de forma relajada o agitada.
Pintar mandalas en piedras
Colorear mandalas resulta beneficioso tanto para los adultos como para los más pequeños. Reduce el estrés, ayuda a concentrarse y fomenta valores como la paciencia o el tesón, entre otros. Con esta manualidad, los niños son más conscientes de sus emociones (porque están centrados en sentirse tranquilos y concentrados en la actividad). Para ello, se necesitan piedras de un tamaño mediano y redondeadas, témperas y pinceles para pintar de la siguiente manera:
-Primero, se pinta la base de la piedra de un color haciendo la forma de un círculo. Después, con otros colores se van pintando pequeñas ‘motitas’ dentro de dicho círculo con el objetivo de crear un mandala en su interior.
-Por último, dentro de los círculos más pequeños, se puede pintar unos aún más pequeños. La idea es crear un mandala personalizado dando rienda suelta a la imaginación y a las emociones que el estudiante sienta en ese momento. Seguramente, un niño que se encuentre tranquilo utilizará unos colores diferentes y le pondrá un número distinto de círculos a su mandala que el que está agitado o enfadado, por ejemplo.
El dado de las emociones
El objetivo de esta manualidad es que los estudiantes conozcan las expresiones que representan las distintas emociones, tanto en ellos como en los demás, a través de un dado. Para hacerlo, se necesita una cartulina, tijeras, pegamento y varios rotuladores de colores. Lo más sencillo es copiar la silueta de un dado en una cartulina. Por ejemplo, con ayuda de esta plantilla, y pegar todas sus caras con pegamento. Después se anima a los estudiantes a que dibujen las distintas emociones en cada una de las caras del dado.
Una vez hecho, el alumnado tira el dado y se les puede pedir que nombren la emoción que les ha tocado, jugar a que la reflejen en su rostro o que expliquen en qué momento se han sentido así.
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