El arte dentro del contexto escolar nos permite avanzar en el uso de un lenguaje inclusivo, un lenguaje conectado directamente con la emoción y la subjetividad, creando una experiencia sensorial que ayuda al alumnado a avanzar en el autoconocimiento y el criterio personal. Se trata además de un lenguaje que hace posible descubrir y analizar el entorno inmediato, interpretar y comprender entornos lejanos, ya sea en el tiempo o en el espacio.
Sin exclusiones
Partiendo de esta concepción, el nombre de la asignatura Educación visual y Plástica se nos queda pequeño: sentimos que dejamos fuera a los estudiantes que no ven, a quienes ven de manera diferente y a todas aquellas personas que, inmersas en un mundo digital, rápido y saturado de estímulos visuales, han reducido el abanico de experiencias de observación pausada y de análisis.
Los maestros de Arte nos sentimos responsables del acompañamiento del alumnado en su aventura de aprender a mirar, nos sentimos en el deber de ofrecer todas las posibilidades a nuestro alcance para que cada alumno y alumna construya su propia mirada.
Ahora bien, entendemos la palabra ‘mirada’ como un concepto amplio y rico que no pasa sólo por la experiencia visual. Podemos mirar con los dedos y descubrir detalles de los objetos tocados que quizás habrían pasado desapercibidos por la vista. Podemos oler aromas que nos ayuden a entender y construir mejor la imagen mental de una obra de arte. Por lo tanto, estamos hablando de experiencias sensoriales amplias que nos llevan a comprender y apreciar mejor lo que nos rodea, a la vez que nos permiten construir imágenes mentales detalladas y significativas.
Educación sensorial
Partiendo de esta experiencia, el nombre Educación Sensorial y Plástica se ajusta mejor a nuestra idea de educación artística y supone un replanteamiento metodológico que permite acercarnos a situaciones de aprendizaje donde todo el alumnado queda incluido.
Enmarcados en esta manera de entender la experiencia artística y con el reto de trabajar con una alumna invidente, nos hemos adentrado en la aventura de crear materiales, recursos y herramientas que permitan el trabajo en el taller de arte, materiales para todo el alumnado.
Uno de los retos más interesantes ha sido trabajar el color con alguien que no lo ve ni lo ha visto nunca.
Significado de color
El primer objetivo ha sido construir una idea del color y dotarla de significados. Hemos huido de los reduccionismos y los estereotipos. El amarillo no sólo es el limón, ni el rojo sólo sirve para representar el enojo o la ira, por ejemplo.
Así pues, antes de lanzarnos a pintar y utilizar los colores, hemos trabajado la construcción social y personal de los significados del color partiendo de la exploración del entorno próximo y de las experiencias sensoriales ricas y variadas, con el apoyo del lenguaje oral en situaciones de reflexión y diálogo compartidas entre iguales.
De esta manera, es como llegarán a vertebrar el color como un elemento del lenguaje plástico cargado de significados y matices que pueden utilizar de manera libre y personal.
Materiales de apoyo
El segundo objetivo ha sido utilizar el color, especialmente en el caso de quienes no lo ven, y conseguir que sea una experiencia autónoma, controlada e intencional. En este propósito es donde nos encontramos con la necesidad de generar materiales de apoyo. Desde el inicio quisimos que estos materiales fueran de uso general y compartido con todo el alumnado, por tanto, creados desde el Diseño Universal de Aprendizaje.
Creamos unas tarjetas de apoyo, con diferentes códigos comunicadores que permiten planificar la acción de mezclar colores. Hemos elegido el código CMYK (acrónimo inglés de Cyan Magenta Yellow Black), para referirnos a los colores primarios y el negro, dada su universalidad y proximidad. En el caso de los alumnos invidentes las mismas siglas se pueden leer en código Braille.
El uso de las tarjetas de soporte permite a todo el alumnado recordar las relaciones entre los colores descubiertas en las experiencias de juego, al tiempo que son un buen recurso para acabar reforzando este aprendizaje y planificar el propio trabajo de aplicación del color.
Paleta de colores inclusiva
El tercer paso para conseguir el trabajo autónomo del alumnado ha sido ofrecerles una herramienta para mezclar colores con las referencias necesarias para poder identificar el color que están utilizando. Así pues, hemos creado ‘la paleta de mezclas’, que tiene los contenedores para los colores primarios, el blanco y el negro, todos ellos señalizados con marcadores que permiten al alumnado identificar el color de la pintura que está utilizando. También dispone de contenedores para hacer las mezclas.
En conclusión, cuando los colores cobran significado podemos utilizarlos para expresarnos. Cuando disponemos de herramientas adecuadas para todo el alumnado los estamos ofreciendo la posibilidad de gestionar su trabajo de manera autónoma.
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