Después de su jubilación, Jesús Nieva Orcoz, un docente con más de 30 años de experiencia en Secundaria, decidió escribir un libro: ‘Alas de mariposa’. Esta novela, publicada en octubre de 2018, plasma cómo fue su paso por el mundo educativo e invita a descubrir la magia de esta profesión. En ella también explica cómo le enriqueció ser director del grupo de teatro ‘Talía’, en el que participaron sus estudiantes desde 1986. Con este libro, además, el autor quiere hacer comprender al profesorado que enseñar no es solamente impartir clases en las aulas, sino que implica un vínculo muy fuerte con el alumnado. En esta entrevista nos habla sobre ello y analiza cómo ha cambiado la educación durante sus años activos en el mundo de la enseñanza.
¿Por qué decidió poner este título a su libro?
Una alumna, al terminar el último curso del colegio y como muestra de agradecimiento, me pidió fotografiar mis manos y con esa fotografía dibujó un hermoso cuadro con las manos en blanco y negro y una mariposa en color que salía de ellas. Sigue en la pared de ese despacho del que se habla en la novela expresando gráficamente lo que es la educación. Así que el primer motivo es que la novela se basa en mis experiencias.
El segundo motivo es el cortometraje ‘El circo de la mariposa’ que se cita en el libro, y que representa la superación personal. Pretende ser una novela de experiencias educativas, motivador e ilusionante, un homenaje a la educación.
Lleva más de 30 años dedicándose a la docencia. Desde su punto de vista, ¿qué ha cambiado en la educación desde sus comienzos?
Comparado con otros aspectos de la vida, poco en esencia. Un antiguo alumno de los años ochenta que vuelve al colegio podría decir que todo sigue igual. Las clases son casi idénticas aunque con otros muebles, con ordenadores y proyectores…Y aunque se haya modificado el plan educativo, a nivel legal continúa siendo un sistema demasiado memorístico y muy cerrado en las aulas.
También es cierto que se ha producido una exigencia en cuanto a idiomas y nuevas tecnologías que ha removido la formación del profesorado y se hacen intentos por renovar y acomodarse a los nuevos tiempos. Pero avanzamos muy despacio y no creo que estas medidas incidan en lo esencial de la educación.
Quizás, por ser positivos, lo más novedoso haya sido el esfuerzo por trabajar las peculiaridades individuales de cada estudiante, la atención a la diversidad. Eso sí que ha cambiado: los chicos son un reflejo de la sociedad y se nota muchísimo otra estructura familiar, más igualdad, más tolerancia y más diálogo. Son alumnos diferentes que demandan valores diferentes a los de otras épocas.
Ahí está la clave, en los valores, y eso lo da la familia y el educador y no los sistemas ni las legislaciones, ni las herramientas de trabajo. Por eso destaco tanto el aspecto humano en la labor de la enseñanza. La novela incluye frases célebres como la de Henry Adams: “Un maestro afecta la eternidad. Sólo él puede decir dónde para su influencia.
¿Qué cambios ha apreciado en la forma de aprender? ¿Y en la forma de enseñar?
Para empezar, en los años ochenta las clases eran de más de cuarenta alumnos en BUP y COU, lo que dificultaba enseñanza y aprendizaje. El que podía seguía adelante y el que no, abandonaba los estudios y podía hacerse a los catorce años.
Ahora, se hace un gran esfuerzo por recuperar a los estudiantes y por atenderles de modo específico según sus necesidades; pero eso depende en gran medida de la voluntad del educador. Y eso no ha cambiado. En todas las épocas ha habido grandes maestros que se han preocupado por los alumnos y los han sacado adelante independientemente del sistema o de las condiciones, y otros que no han tenido ese interés.
La trasmisión de conocimientos es distinta y los libros de texto también. Los educadores hacen un gran esfuerzo por trabajar de otro modo, por proyectos, de modo más práctico, aunque requiere mucho trabajo y muchas horas y en algunos casos el sistema nos acaba absorbiendo.
¿Cuál es la magia de la profesión docente?
La magia del educador consiste en que el alumno crea en sí mismo. Toda persona tiene cualidades y valores maravillosos y son distintos entre sí. Hacerse conscientes de ello significa encontrar una seguridad y una fe que les da confianza para trabajar y superarse.
Todos somos el mejor en algo y debemos encontrar nuestro sitio en la sociedad. Cuando lo aseguras, les llama mucho la atención porque la sociedad parece indicarles muchos estigmas relacionados con la educación (por ejemplo carreras para listos y carreras para ‘tontos’).
Sí, somos magos, porque a veces los chicos atraviesan etapas muy difíciles en las que se consideran gusanitos. Cuando conseguimos que la persona tenga confianza en lo grande y maravillosa que es, que crean que para nosotros son hermosas mariposas que alegran el mundo, hacemos magia y esa magia hace de este mundo un lugar mejor a través de ellos. No cambiamos el mundo, educamos a quienes van a cambiarlo.
Cuando conseguimos que la persona tenga confianza en lo grande y maravillosa que es, hacemos magia y esa magia hace de este mundo un lugar mejor a través de ellos
¿Podría hablarnos de alguna anécdota relevante que le haya sucedido a lo largo de sus años como docente?
Si hubiera que seleccionar una, yo elegiría, por diferente, la del chico que tras una trayectoria de buen niño pasó a adolescente muy problemático y un día dejó de hablar. No hablaba en el colegio, ni con sus compañeros ni profesores; ni una palabra. No hablaba en casa y se comunicaba con su madre con papelitos. No sé cómo, pero el chico confiaba en mí y al pedirle que viniera conmigo al teatro dijo con gestos que sí. Le entregué su papel y al subir al escenario leyó lo que le correspondía ante la admiración de todos. Solo allí pronunciaba aquellas palabras asignadas. El día de la actuación, su madre y su abuela vinieron a la representación para poder oír la voz de su hijo. Fue algo muy emocionante que cambió algo dentro de mí. Por algún extraño motivo hay chicos que confían en un educador y eso llena de emoción, pero también de responsabilidad. El joven ha terminado sus estudios universitarios y está totalmente recuperado.
También cuenta que fue director de un grupo de teatro, ¿cómo se pueden aprovechar las ventajas de este arte en educación?
Se habla mucho del trabajo por proyectos y un grupo de teatro es el modo más claro de este tipo de aprendizaje. En él caben todo tipo de estudiantes sin exigencias académicas, específicas, ni de edad, ni físicas. Están los actores, tramoyistas, apuntadores, responsables de vestuario y maquillaje, sonido y medios audiovisuales. Un único proyecto fuera del aula. Comemos juntos, hablamos de todo, reímos y realizamos, unidos, un servicio a los demás. Allí todos son reconocidos y necesarios realizando su tarea. Se trasmiten valores humanos y sociales. Se cultiva la amistad. Es una forma distinta, pero ejemplar para un centro, de lo que debe ser la educación.
El teatro cultiva la amistad. Es una forma distinta, pero ejemplar para un centro, de lo que debe ser la educación
¿Es posible gestionar, a través del teatro, las emociones de los adolescentes?
Evidentemente. Pero hay que crear el clima adecuado y mantenerlo durante años para que los chicos conozcan las reglas de funcionamiento. Por encima de todo está la aceptación de todos y la ayuda común. Cada cual aporta sus virtudes, pero también trae un bagaje personal y humano que debemos aceptar y aprovechar. La confianza de los miembros del grupo conmigo y con sus compañeros puede hacer milagros y de hecho, los hemos vivido. Todos tienen su sitio y la ayuda mutua es más importante que la propia obra.
¿Hasta qué punto el docente debe ayudar al alumno en su desarrollo personal y cuándo comienza a ser competencia de la familia?
Es una pregunta muy compleja. Cada alumno es un mundo. En realidad, es competencia de la familia desde que nace y los progenitores son insustituibles. Lo que ocurre es que la familia confía a los educadores una parte de la educación que, como profesionales, realizan con eficacia. Ahí es donde se complica todo, porque los valores educativos que corresponden a esos profesionales, la trasmisión de conocimientos, la formación integral… admite una gran variedad de teorías y prácticas.
Lo fácil sería decir que a nosotros sólo nos corresponden los conocimientos académicos que registran los programas educativos, pero eso deja un mundo abierto a la voluntad de los educadores que deciden implicarse o no, a veces más allá de su deber, aun cuando el alumno trae consigo problemas familiares o sociales o de relación.
La sociedad demanda de la escuela que se implique en todos los temas candentes como la igualdad, la sexualidad, la disciplina, el respeto…Cada vez que la sociedad se sensibiliza con algo, remite el tema a la escuela. A esto se añade la natural rebeldía del adolescente y, en general, la mayor desvinculación con la familia buscando nuevos referentes. De modo que al final somos los intermediarios entre la familia, la sociedad y el estudiante.
Por último, un test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?
- Docencia: Entrega.
- Estudiante: Persona en formación.
- Teatro: Vida.
- Innovación educativa: Progreso.
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