Vamos a echar un vistazo atrás: hoy en día todos manejamos Internet con soltura, y de hecho es una herramienta indispensable para el día a día en clase. Sin embargo, ¿cómo hemos evolucionado en la forma de utilizar Internet en educación? Remontémonos a los años 60 para revisar cómo ha sido la evolución que Internet ha traído a las clases, y cómo hemos cambiado hasta llegar a tener todas las herramientas, plataformas y utilidades que manejamos en el presente.
Los inicios de Internet: 1961
Eran los años 60 cuando desde el MIT comenzaron a elaborar lo que sería la base del Internet que, muchos años después, acabaría revolucionando la sociedad. Julio de 1961, Leonard Kleinrock publicaba un artículo, ‘Information Flow in Large Communication Nets’, en el que expuso desde un punto de vista teórico cómo se podía llegar a plantear una red de intercambio de información a gran escala, entre usuarios ubicados en diferentes puntos del globo. A este libro le siguió la publicación, en 1964, de un libro (‘Communication Nets: Stochastic Message Flow and Delay’, Editorial Mcgraw-Hill) y las sucesivas conferencias y nuevas publicaciones acerca de esta nueva red de comunicación, que terminaron evolucionando en el diseño de ARPANET de la mano de ARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados dependiente del Departamento de Defensa de Estados Unidos, que ya incorporó alguna de las tecnologías que continuamos utilizando en la actualidad.
Por entonces, esta invención apenas era utilizada por unos pocos científicos a lo largo del globo, y ARPANET no era más que un elemento más en pleno desarrollo. No fue hasta 1972 cuando Bob Kahn, uno de los ingenieros encargados del desarrollo arquitectónico de ARPANET, comenzó a idear un planteamiento libre y abierto que permitiría utilizar esta red más allá del ámbito universitario y de investigación.
Apenas unos cuantos profesores y otros tantos alumnos universitarios tuvieron acceso a los beneficios y las posibilidades de esta vetusta Internet, entendiéndola como un medio de comunicación a través de los computadores. Internet se usaba en las universidades, y la sociedad ignoraba lo que iba a llegar unas cuantas décadas después.
1980: llega la WWW
Durante los años siguientes, el acceso a ARPANET fue ganando en usuarios, típicamente universidades y grandes empresas y administraciones públicas. Los ingenieros a cargo de su desarrollo continuando mejorando y añadiendo nuevas funcionalidades y protocolos de funcionamiento, así como mejorando la conectividad entre los nodos de acceso.
Pero no fue hasta 1980 cuando un ingeniero del CERN, Tim Berners-Lee, ideó un planteamiento aún más complejo: la World Wide Web, la WWW, añadiendo la capacidad de crear vínculos y enlaces entre los diferentes nodos de comunicación, y que además eran abiertos y de libre acceso. De este modo, de una forma mucho más sencilla podías acceder al servidor de, por ejemplo, el MIT, y ver qué es lo que ellos habían publicado. Internet dio un paso de gigante gracias a esta nueva posibilidad, comenzando a elaborar las primeras páginas web a raíz de los postulados de Berners-Lee.
Las páginas web rápidamente se hicieron con el control de la WWW, anunciando información que sus respectivos creadores consideraban de interés. Todavía en el ámbito académico, Internet cambió y aún a día de hoy éste continúa siendo uno de los principales uso de la red: acceder a un servidor cuya localización desconocemos, y ver qué es lo contiene. Es, precisamente, lo que estás haciendo en este instante.
Durante los años 80 y 90, Internet continuó siendo un elemento prácticamente limitado al mundo académico, y que sirvió para el intercambio de la información en universidades. Junto con el mundo de las Webs también empezaron a plantearse algunas herramientas asociadas a las posibilidades del por entonces primitivo Internet, como el correo electrónico o la mensajería instantánea. La mayoría de la sociedad seguía sin conocer los entresijos de esta tecnología, pero ya comenzaba a revolotear que algo se estaba ‘cociendo’ en las universidades.
Algunos afortunados estudiantes universitarios de la época tenían acceso a Internet a través de los equipos del centro, que distaban mucho de los laboratorios actuales. Velocidades de tortuga y páginas web muy rudimentarias y por supuesto diferentes de las actuales, pero que les sirvieron para elaborar el valioso e imprescindible intercambio de información en el mundo académico. Internet al servicio de la educación más allá de la comunicación persona-a-persona del correo electrónico, y planteando el uso abierto y libre que conocemos hoy en día.
No existían los buscadores tal y como los conocemos hoy en día, con lo que el procedimiento de encontrar algo que te interesase era más rudimentario y, en esencia, consistía en buscar página por página. Comenzaron a aparecer los primeros directorios de contenido (repositorios de enlaces) y, tras ellos, los primeros buscadores como Altavista (1995) y, sobre todo, Google (1998).
Años ~90: Internet aterriza a los hogares
No hace muchos años cuando Internet comenzó a aterrizar en los hogares, con aquellos ruidosos módems que interrumpían el acceso con las llamadas (entrantes o salientes) al domicilio. Eran lentos, pero suficientes como para que muchos empezasen a ‘navegar’ por las primeras páginas web de servicios, como las de periódicos, administraciones o empresas. Comenzó el uso más ‘social’ de Internet, el de la información pública y el complemento a la vida analógica.
Seguía existiendo el problema de que el contenido estaba desorganizado y deslavazado, y los buscadores pusieron un punto y aparte en la vida de Internet. Decíamos, a mediados de los 90 y con numerosos motores de los que algunos fueron desapareciendo, y otros convirtiéndose en empresas de las más importantes del mundo.
Por entonces la tecnología comenzaba a despuntar en el ámbito educativo. Las enciclopedias, aquellos grandes tomos que muchos seguirán teniendo en sus casas como auténticos tesoros, dieron paso a las enciclopedias digitales como la Encarta de Microsoft, por entonces de uso offline. Los buscadores continuaron evolucionando y mejorando, cada vez era más el contenido que los usuarios (tanto expertos como aficionados) creaban y volcaban en Internet, y el ciclo volvía a comenzar: mejores buscadores, más contenido, más fácil llegar a él; mejores buscadores, más contenido, más fácil llegar a él…
Los estudiantes, tanto de las universidades como, sobre todo, la gran masa de niños y jóvenes en edad escolar, comenzó a utilizar Internet para complementar la información de sus trabajos, o para directamente informarse de nuevas vertientes, concepciones o definiciones.
2001: la enciclopedia de Internet
En 2001, Jimmy Wales y Larry Sanger crearon la que a día de hoy es una de las webs más visitadas de todo Internet: Wikipedia, con el planteamiento de ser una enciclopedia multidisciplinar, libre y que cualquiera podía editar y añadir. Más allá de las críticas que podemos hacerla, la realidad es que el contenido que durante todos estos años se ha creado es una pieza clave en el mundo educativo, y es ampliamente utilizada por escolares de todo el mundo.
Con la llegada del nuevo siglo —y la comprobación de que el ‘Efecto 2000’ había sido más alarma social que problema como tal—, el uso de Internet continuó llegando a los hogares del mundo, mejorando en las velocidades de acceso e incrementando las posibilidades de la red. Los desarrolladores elaboraron nuevas plataformas de intercambio y aprovecharon lo que la red permitía: Internet llevaba ya unos cuantos años sirviendo como conectividad en los videojuegos, las empresas lo utilizaban como norma y todos comenzamos a tener una (o varias) cuentas de correo electrónico, que utilizábamos para registrarnos en servicios y personalizar nuestra experiencia.
La sociedad comenzó a suplir el papel por el mundo digital. Los procesadores de textos —como Word— sustituyeron casi al completo a las máquinas de escribir, y eran los elegidos por los estudiantes para elaborar sus trabajos y redacciones que, por supuesto, estaban aderezadas con información que se había extraído de Internet. El material multimedia comenzó a moverse y permitía a los estudiantes encontrar numerosos ejemplos complementarios a los que dictaban sus libros de texto. El mundo del vídeo a través de Internet se movía, todavía en pañales, sufrió una revolución cuando tres jóvenes ex-empleados de PayPal, Chad Hurley, Steve Chen, y Jawed Karim, crearon YouTube en febrero de 2005, que la sociedad comenzó a utilizar para volcar contenido y, con el paso de los años, también para crear sus propios vídeos y publicarlos en esta plataforma. A día de hoy son muchos los docentes que tienen canales en YouTube con millones de visualizaciones, siendo un proceso que cualquiera puede llevar a cabo y permitiendo que los alumnos puedan aprender más allá del aula.
Las redes sociales y los nuevos juegos educativos
Desde la invención de la WWW por Berners-Lee y hasta la masificación de su uso por parte de la sociedad pasaron unos 20 años, con constantes evoluciones y cambios en la forma tanto de crear como de usar esta tecnología. Sin embargo, las redes sociales han supuesto un antes y un después gracias a invenciones como Facebook (2004) y Twitter (2006), de las cuales el mundo de la educación ha aprendido mucho.
Gracias a Internet podemos disfrutar de plataformas como Edmodo o ClassDojo, que permiten que profesores, padres y alumnos puedan interactuar, siempre con fines educativos. Esto son sólo dos de los cientos de ejemplos que podríamos citar de una lista que continúa ampliándose cada pocos días.
Nos hemos plantado en el pasado más inmediato, que seguro muchos recordarán… porque realmente ‘fue ayer’. El Internet más reciente es una pieza clave en el mundo de la educación, que gracias a las nuevas posibilidades de ‘la red’ permite, por ejemplo, el acceso desde cualquier lugar y a través de numerosos dispositivos. Búsqueda de fuentes de información, creación de contenido, juegos educativos o las nuevas aplicaciones disponibles en dispositivos como smartphones o tablets, permiten que Internet esté al alcance de cualquier persona, en cualquier lugar, y en cualquier momento. También hay que tener en cuenta la tendencia social por llevar la tecnología a las aulas y los nuevos modelos de enseñanza, en los que cada estudiante tiene su dispositivo para permitir el aprendizaje y la interacción a través de él.
¿Y el futuro?
Ahora bien, no olvidemos que el uso de Internet a día de hoy es un complemento a las clases más tradicionales y formales, esas en las que un profesor ‘explica’ su lección. Sin embargo, ya empiezan a entreverse algunos elementos clave de la educación del futuro, a través de Internet: uno de ellos es la enseñanza desubicada, basada únicamente en plataformas de aprendizaje online. Y no es algo alejado, pues existen varios ejemplos: Khan Academy es, quizá, una de los mejores y más trabajadas, pero no la única.
Pero es cierto: estas plataformas son, a día de hoy, un complemento para las explicaciones en clase. Por ahora no parece que la labor del profesor vaya a ser sustituida por la tecnología —por ahora… la robótica avanza muy deprisa— e Internet está ganando como aliado y complemento a la labor formativa. En el horizonte tenemos la realidad aumentada y, algo más lejos, la realidad virtual, o por ejemplo nuevas plataformas de aprendizaje a través de videojuegos como Minecraft, ya reales aunque con un uso relativamente reducido.
Por supuesto que el futuro no está escrito. Y desde luego, ni Kleinrock en los 60 ni Berners-Lee en los 80 pudieron ni siquiera imaginar en lo que sus tecnologías iban a convertirse casi 60 y 40 años después. Más allá de elucubraciones y especulaciones, me temo que para conocer la educación del futuro tendremos que esperar a que este futuro se convierta en presente.
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