¡Hoy tenemos Drama! ¿Nos toca Drama? ¿Cuándo volvemos a tener Drama? Son algunas de las frases que repiten los niños cuando se cruzan por los pasillos, los pabellones o en el patio con la profesora de Teatro. Todos esperan con ganas a que llegue su hora de Dramatización: puede ser a primera hora del día, por la tarde o antes de comer. A unos les toca el lunes, otros a mitad de semana y otros tienen que esperar hasta el viernes. Lo cierto es que el alumnado de Educación Infantil y Primaria espera esta clase con mucha emoción.
El teatro como herramienta de aprendizaje
A lo largo de esta hora aprenden a relajarse, se sienten libres y hacen lo que les gusta. Se sienten especiales y les pasan cosas importantes que a veces no saben cómo expresar.
En el teatro tiene cabida la risa, el llanto, el enfado, el entusiasmo, las tensiones, los miedos, los nervios, la vehemencia, el deseo… Los alumnos se sienten escuchados y sienten que lo pueden hacer muy bien. A lo largo de todo este proceso tienen la oportunidad de convertirse en otras personas y también aprenden aspectos sobre sí mismos, los demás y las relaciones de la vida. Aprenden a sentir, a mirar hacia dentro, a conocerse, a experimentar, a emocionarse, a sentir vergüenza, a superarse, a confiar y sorprenderse de sí mismos y de sus compañeros; pero también a reconocer sus destrezas, posibilidades y limitaciones.
Teatro y emociones
Gracias al teatro, se despierta una gran empatía hacia los compañeros y se crea una atmósfera de mucho respeto cuando se producen momentos de vergüenza, de quedarse en blanco, de trabarse, de nervios…. Todos comprenden muy bien la incomodidad que generan esas situaciones.
Niños tímidos, callados y que siempre están en la sombra son descubiertos y admirados con asombro por compañeros y profesores. Asimismo, los escolares adquieren una visión del teatro como algo serio que requiere (al igual que otras disciplinas) de trabajo, estudio, compromiso y seriedad. Gracias al teatro, de igual forma, se despiertan emociones que a veces asustan: ira, rabia soberbia, vanidad, egoísmo y humillación exponiéndose ante ellos mismos y los demás.
Por otro lado, desarrollan mecanismos de improvisación, aprenden a desenvolverse, ser rápidos y resolutivos. Se atreven a emitir juicios críticos y analíticos: toman decisiones. Todo ello respetando los tiempos y los procesos personales donde cada uno da lo que puede y recibe de los demás de forma espontánea y con naturalidad.
La espontaneidad es una característica del niño muy valiosa que hay que cuidar y que con el tiempo se va perdiendo. El miedo a hacer lo correcto o lo que los demás esperan o piensan de uno mismo, el miedo a la aprobación del adulto… son quizás un freno en esta espontaneidad y en la creencia en uno mismo y sus compañeros.
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