¿Has empleado la rúbrica como instrumento para calificar a tus alumnos? Desde el Colegio Humanitas Bilingual School (Torrejón, Madrid), Ignacio Valdés, profesor de Filosofía, reflexiona sobre su uso y los beneficios de introducir esta herramienta en la mejora de los procesos educativos.
Uno de los aspectos relacionados con el proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes está relacionado con supervisar el logro de los objetivos alcanzados; tarea que recae en el docente, aunque en los últimos tiempos se están implementando herramientas evaluativas que, si bien no son del todo novedosas, sí comienzan a generalizarse en las aulas del siglo XXI.
Dentro de este marco, la evaluación ocupa un lugar principal desde el momento en el que establece una serie de marcadores que permiten compartir el trabajo realizado con toda la comunidad educativa, aunque con un papel privilegiado para el profesor y el estudiante.
Cómo iniciarse en la rúbrica
Debido al espacio que ocupa la evaluación en una educación integral, ésta se lleva a término con instrumentos y formas diversas: desde la clásica evaluación realizada con una prueba escrita hasta la observación directa en el aula, la participación en las distintas actividades propuestas o trabajos plásticos… También, en los últimos tiempos, se ha diversificado la oferta incluyendo el aprendizaje basado en proyectos, en retos o por competencias. No obstante, un elemento integrador dentro de este abanico de opciones se encuentra en la rúbrica o matriz calificadora, con la ventaja de poder ser integrada en cualquiera de las técnicas empleadas para realizar una evaluación de calidad. Se trata, por tanto, de un recurso especialmente flexible que cuenta con múltiples facetas y posibilidades.
resulta más adecuado emplear una descripción de tono positivo que redunde en la motivación de los alumnos
Las rúbricas o matrices de calificación suponen una adecuada guía para el estudiante y, al tiempo, un instrumento de control que permite al docente valorar el progreso de sus alumnos. El modelo paradigmático para una rúbrica consiste en una tabla o cuadro de doble entrada conformado por dos ejes: en el vertical se indicarán los aspectos a evaluar (por ejemplo los elementos teóricos, la ortografía o la consulta de fuentes) y en el horizontal los cuantificadores del trabajo realizado o los calificativos en relación al mismo. Esta organización no tiene por qué ser necesariamente homogénea, pues algún aspecto puede tener más valor que otro (queda a disposición del educador).
Por último, subrayar que cada cuantificador o calificativo tiene que vincularse a una descripción detallada de los requisitos para lograr la máxima calificación. En otras palabras, se podría calificar como excelente un escrito que no tuviese ninguna falta de ortografía; como bueno uno que solo tuviese entre una o dos faltas; como mejorable otro que estuviese entre las tres y las cinco; y, por último, como novicio uno con más de cinco errores. Evidentemente, cada aspecto valorado va vinculado a un porcentaje de nota coherente con la pericia demostrada. Debe resaltarse que resulta más adecuado emplear una descripción de tono positivo que redunde en la motivación de los alumnos.
Ventajas de la rúbrica
Este modelo evaluativo incide en la autonomía del estudiante, pues sabe de antemano qué es lo que tiene que hacer para lograr una determinada calificación alcanzando por esta vía un aprendizaje de calidad. Siguiendo este método de trabajo, el profesor explica en qué consiste la prueba, proyecto o trabajo a realizar para después hacer entrega de la rúbrica en la que se ponen de relieve los detalles de manera explícita. Con la matriz de calificación, el alumnado tiene claro qué realizar y cómo hacerlo; de hecho, el docente no tendría necesidad de corregir debido a que el propio estudiante podría determinar de antemano los logros conseguidos. Además, a través del empleo de este tipo de herramientas se fomenta la madurez y la adquisición de responsabilidades.
Herramientas para el docente
Para realizar una rúbrica no se necesita más que un bolígrafo y un papel, aunque, en este momento, ya existen diversas aplicaciones que facilitan este trabajo y que permiten compartirlo con compañeros y estudiantes. Con la ventaja adicional de que se convierte en un producto digitalizado con posibilidad de reutilizarse en infinidad de ocasiones. De hecho, la mayor complejidad de este proceso se encuentra en el diseño del proyecto a realizar por los estudiantes, los elementos a incluir y la valoración por parte del profesor. Lo mejor de dichas aplicaciones es que se pueden replicar contenidos de las rúbricas y alterar otros dependiendo de las necesidades del temario o la asignatura.
la mayor complejidad de este proceso se encuentra en el diseño del proyecto a realizar por los estudiantes, los elementos a incluir y la valoración por parte del profesor
iDoceo para iPad cuenta con la posibilidad de elaborar rúbricas en las que realizando pequeñas modificaciones pueden volver a emplearse o compartirse con otros profesores; Rubistar también es un buen generador de rúbricas gratuito y CoRubrics de Google cuenta con completos tutoriales. Existen multitud de opciones, la mayor parte sin necesidad de pagar, con la posibilidad de realizar un análisis o comparativa de los resultados alcanzados y, por supuesto, facilitando el trabajo docente.
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