Pedagogo, formador, blogger y asesor en innovación educativa, Salvador Rodríguez Ojaos se define como un “entusiasta de la educación”. Recientemente, acaba de publicar su primera obra en papel ‘La educación que deja huella y no cicatrices’ de Ediciones DeFábula. Hemos charlado con él acerca de su libro, el papel que tiene en estos momentos la escuela y el docente, metodologías de enseñanza…
Es su primer libro escrito en papel, ¿cómo ha sido la experiencia y qué le ha aportado?
Tras varios años escribiendo y publicando semanalmente en El Blog de Salvaroj sentí la necesidad de articular un discurso coherente sobre mi manera de entender la educación. Esa tarea de articular un discurso pedagógico coherente me ha servido para profundizar aún más en mi reflexión sobre cómo, qué, cuándo y dónde enseñar y aprender en el siglo XXI. Fruto de ella es el libro ‘La educación que deja huella y no cicatrices’.
Además tenía la sensación de que lo que escribo en las redes sociales y en el blog, aunque afortunadamente llega a muchas personas, tiene un carácter efímero. En cambio, la publicación del libro, en el que las palabras queden impresas en papel, lo hace más duradero y perdurable en el tiempo.
¿Qué temas aborda y desde qué perspectiva?
En el libro se aborda el concepto de educación en el mundo actual, que está caracterizado por la incertidumbre y por los cambios constantes. En él se reflexiona sobre cómo se debe enseñar y aprender en este mundo para que nuestros jóvenes tengan una vida plena y provechosa. La educación, tal y como se entiende en el libro, tiene como propósito mejorar el mundo y proporcionar a las personas las herramientas que les permitirán adaptarse a los retos y desafíos del presente y del futuro: educación emocional, educación en valores, creatividad, cooperación… Una vez definida cómo debe ser la educación en la actualidad, se aborda cómo tiene que ser la escuela que ofrezca este tipo de formación y el papel de los docentes en este proceso.
En el libro se reflexiona cómo se debe enseñar y aprender en este mundo para que nuestros jóvenes tengan una vida plena y provechosa
En su opinión, ¿cómo debería replantearse la escuela el papel que juega en estos instantes?
La escuela ha perdido la exclusividad como garante de la transmisión del conocimiento, pero continúa siendo un lugar privilegiado para ello. Desafortunadamente, se ha ido convirtiendo en una especie de fábrica donde preparar exámenes y en la que es más importante aprobar que aprender. La escuela debe asumir su nuevo rol como lugar donde se forma a personas capaces de participar en la sociedad de manera activa, crítica y constructiva; de entender y valorar su cultura y la de otros; y de vivir dignamente y con plenitud. Para conseguir esto, la escuela debe transmitir conocimientos, pero también valores, emociones, sentimientos y habilidades no cognitivas como la perseverancia, la resiliencia, la meticulosidad…
¿Y en el caso del rol de los docentes?
En el libro digo que: “El maestro no es una enciclopedia con piernas; es un punto de apoyo, un guía, un mago, un contador de historias, un creador de ilusión”. El dominio de los conocimientos propios de las materias es necesario y se le supone a cualquier docente. Pero no es suficiente, es igualmente importante conocer a los alumnos, dominar las diferentes metodologías y recursos didácticos… Como muy bien explicaba María Montessori: “La mayor señal de éxito de un profesor es poder decir: Ahora los niños trabajan como si yo no existiera”.
Aunque muchos docentes tienen reparos a educar en valores, ¿podemos permitirnos el lujo de no educar en valores a nuestros alumnos?
¿Cómo puede un profesor dejar huella en sus alumnos?
No creo que exista un modelo de profesor que deje huella. Si pensamos en cómo eran los docentes que nos han dejado huella a lo largo de nuestra vida académica, nos daremos cuenta de que, probablemente, eran muy diferentes entre sí. Esto sucede porque enseñar no puede reducirse a una técnica. Sí que destacaría una cualidad común entre ellos: creen que todos y cada uno de sus alumnos tiene algo que aportar.
¿Qué valores echa en falta en el sistema educativo o cree que se han perdido?
En el libro afirmo que la verdadera innovación de la educación actual pasa por recuperar los 10 valores fundamentales de la educación del siglo XXI que son flexibilidad, curiosidad, autonomía, emprendimiento, creatividad, tolerancia, cooperación, responsabilidad, transparencia y entusiasmo. Aunque muchos docentes tienen reparos a educar en valores, ¿podemos permitirnos el lujo de no educar en valores a nuestros alumnos?
La metodología que hay que tener siempre presente es la de ABSC, es decir, el Aprendizaje Basado en el Sentido Común
¿Qué metodología de enseñanza es su favorita?, ¿y la que menos le atrae?
Todas pueden aportar algo, depende de las circunstancias, del contexto, del propósito… Son como la ropa que tenemos en el armario: si hace frío o calor, si llueve o no, si tengo una celebración o no…, me vestiré de una u otra forma. Lo mismo sucede con las metodologías, están a nuestra disposición para ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos. La metodología que hay que tener siempre presente es la de ABSC, es decir, el Aprendizaje Basado en el Sentido Común. Es la clave para utilizar todas las demás. Todas las metodologías pueden aportar alguna cosa, depende de las circunstancias, del contexto, del propósito
Por último un pequeño test. ¿Qué te sugieren las siguientes palabras?:
Aprendizaje: Aprender es sinónimo de vivir. Debemos aprender a lo largo de nuestra vida, es lo que nos permitirá adaptarnos y salir airosos de los retos que nos planteará el futuro.
Deberes: Un recurso útil, pero muy mal utilizado en la mayoría de los centros. Creo que en general se banaliza el debate de si “deberes sí” o “deberes no”. Hay que especificar qué tipo de deberes, en qué condiciones, para qué… En todo caso nunca deben ser tantos como para no permitir que los alumnos y alumnas puedan hacer otras cosas.
Emoción: Es un elemento facilitador del aprendizaje significativo. En las aulas de muchas escuelas todo es previsible y sería muy positivo emocionar a los alumnos.
Innovación: Innovar no es solo hacer las cosas de forma distinta, sino mejor; es decir, obtener algún tipo de beneficio en el proceso de enseñanza/aprendizaje. En la educación actual, hay una cierta tendencia desmesurada por innovar, pero solemos olvidar que para ello es necesario tener un profundo conocimiento del saber pedagógico existente.
Lectura: Hay que leer comprensiva y compulsivamente. La lectura es una de las puertas de acceso al conocimiento más importante, pero también es una puerta a otros mundos, a otras realidades, a otras culturas…
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