Es posible que a través de redes sociales hayas leído algo sobre una curiosa iniciativa que, nacida en Estados Unidos, está ganando cada vez mayor importancia y prestigio entre las ciencias de la computación y la sociedad. Su nombre es Girls who Code, una ONG que busca acercar la programación a las mujeres.
Un objetivo tímido, pero de gran importancia para los que nos dedicamos a esto de la informática y sabemos la baja representación del sexo femenino. En Girls who Code, mujeres de todo el mundo, de todas las edades, aprenden a programar para aprovechar los beneficios de esta materia, y también —en algunas ocasiones— para hacerse un hueco en un mercado laboral al alza y con unas expectativas de futuro muy prósperas.
Las mujeres son minoritarias en el mundo de la programación
Es una realidad que en el mundo de la programación, las mujeres son minoritarias. Según datos de Girls who Code, sólo el 18% de los que se gradúan en ciencias de la computación en Estados Unidos son mujeres. Por contra en el año 1984, cuando esto de la informática empezaba a nacer, eran el 37%.
La informática y la programación —y, más en general, en el mundo de la tecnología— se sustenta esencialmente sobre el sexo masculino, en la mayoría de los ámbitos. En esta infografía del National Center for Women & Information Technology (NCWIT) indican que el caso es especialmente grave en comparación con otros campos de la ciencia, como matemáticas y estadística o física, en los que las mujeres son el 43 y el 40%, respectivamente.
Y más importante aún, no es que las mujeres eludan las nuevas tecnologías: son usuarias, pero no creadoras, y van perdiendo el interés con el paso de los años: el 66% de las mujeres entre 6 y 12 años encuentran la programación atractiva pero sólo el 32% de las comprendidas entre 13 y 17 años lo mantienen, según datos de Girls who Code.
Hay mucho más escrito ahí fuera (Why So Few Women Are Studying Computer Science de ReadWrite; Code like a girl de Harvard Gazette, serían dos de los muchos textos que podemos encontrar sobre esta cuestión), aún hay una razón más para acercar el mundo de la programación a las mujeres: la necesidad profesional.
Las necesidades profesionales
Son ya muchos organismos y entidades públicas que llevan tiempo anunciando de la próxima necesidad de incorporar varios miles de programadores al mercado laboral. A medida que la tecnología va asentándose cada vez más y más en nuestras vidas, las empresas van necesitando un mayor número de trabajadores cualificados, y con las capacidades necesarias, para “programar” los artilugios, servicios y plataformas del futuro.
Según la Unión Europea, quienes califican a la programación como una habilidad clave en el s. XXI, en 2020 serán necesarios 825.000 nuevos puestos de trabajo relacionados con las nuevas tecnologías, en el Viejo Continente; por su parte, el Departamento de Trabajo del Gobierno de los Estados Unidos eleva la cifra a los 1,4 millones de trabajadores los que necesitarán en sus fronteras, relativos a diferentes áreas científicas relacionadas con la informática (investigadores de datos, ingenieros, programadores, técnicos de redes, etc.).
Más allá de los beneficios de incluir la programación en los currículos académicos, es evidente que los profesionales que se formen específicamente en estas áreas científicas tendrán un futuro próspero. O, al menos, lo que se prevé será un futuro cómodo.
Una ONG con una gran proyección
El trabajo de Girls who Code busca ofrecer el mundo de la programación a las mujeres, hacer que algo que es minoritario en la actualidad termine siendo proporcionar. Para conseguir este objetivo proponen un modelo de enseñanza basado en educar + equipar + inspirar, tal y como atestiguan —y definen con mayor detalle— en su página web.
Comenzaron en el año 2012 en Nueva York, con sólo 20 chicas. En la actualidad ya han llegado más de 10.000 jóvenes en sus clubes de programación presentes en diferentes estados, junto con las casi 1.800 que han participado en diferentes programas de verano. Unas cuantas decenas forman además parte de algunas de las más prestigiosas universidades estadounidenses, como Stanford, Harvard, Berkeley, MIT, Columbia u otras, en las que estudian sus respectivas carreras técnicas.
Por si esto fuera poco, el movimiento Girls who Code —que recordemos apenas tiene un recorrido de poco más de 4 años— recibe el apoyo de decenas de empresas tecnológicas del más alto nivel, como Amazon, Microsoft, IBM, Autodesk, Twitter, Dell o Pixar, entre muchas otras, que colaboran con clubes, prácticas o cualquier tipo de soporte y recursos para promover la actividad.
La brecha de género seguirá cerrándose gracias a iniciativas como Girls who Code, aunque no es la única. En España y en otros muchos países está presente Girls in Tech, más veterana pero con la misma filosofía: acercar el mundo de la tecnología a mujeres de todo el mundo. Bienvenidas sean todas ellas.
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