Sergio tiene 14 años, desde pequeño se entendió con los dispositivos electrónicos que había por su casa de una forma natural, sin que nadie le hubiera explicado cómo utilizarlos. Empezó a teclear al mismo tiempo que aprendía a escribir, solo le motivaba leer si era para investigar cómo pasar de pantalla su juego de ordenador favorito…
Sus padres no sabían muy bien si fomentarlo o limitarlo, pero cuando tenían un problema recurrían a su hijo, que aunque no lo hubiera tenido que resolver nunca, no se sabe cómo y de manera intuitiva daba con la solución.
Sergio había nacido bilingüe, el idioma digital no tenía secretos para él, y cuanto más aprendía, más se motivaba, nadie le decía que no lo hacía bien si se equivocaba, ni le pedía resultados, ni le imponía lo que debía memorizar, él probaba, se equivocaba, rectificaba y seguía adelante simplemente por el interés innato de saber más, de conseguir llegar más lejos, de aprender.
Empezar a programar fue fácil, tutoriales en Internet, amigos virtuales que le enseñaban, comunidades de todo el mundo con las que hablaba en ese idioma que sus padres no entendían.
Su gran sueño a los 10 años era convertirse en programador de videojuegos
Pero Sergio fue dejando su sueño atrás. Su realidad fuera de este mundo virtual era otra. Manejar su mano para hacer buena letra era un suplicio. Estudiaba y se esforzaba pero sus resultados nunca eran acordes, no transmitía en los exámenes lo que aprendía, lo que sabía.
Respuestas muy esquemáticas, quedarse “en blanco” y no dormir muchas noches era su día a día, las consecuencias… gran sensación de fracaso y sentimiento de culpa por no satisfacer las expectativas de su familia y profesores.
Y es que las malas notas han definido siempre a Sergio en el “mundo real” que es el colegio. Es el gracioso, el vago, al que no le gusta ni le interesa nada.
Los comentarios de sus profesores en la agenda debido a sus problemas de lectoescritura se repiten desde muy pequeño, del tipo: “No puedo corregirte lo que pones porque no lo entiendo”.
Los diagnósticos y especialistas se han ido sucediendo, uno detrás de otro… Dislexia, TDAH, DEA, Dispraxia, Disortografía… con cada uno de ellos llegan recomendaciones y tratamientos incluso farmacológicos. Los efectos secundarios que nadie mencionó nunca son:
-Sergio integró la creencia de ser incapaz. Piensa que es tonto, que su cerebro no es como el de sus compañeros. Como me dijo en una ocasión:
“-Los demás piensan más rápido que yo, por eso escribo tan lento-“
Cuando le conocí hacía mucho tiempo que había dejado de creer en sí mismo, tenía la convicción de que jamás llegaría hasta el final de sus estudios, y no valoraba su “don” porque:
“- Es fácil, me divierto y aprender no es eso-“.
Los talentos de Sergio
Sergio es un ser muy especial; imaginativo, soñador, sensible, creativo, no le cuesta nada ver significados aparentemente ocultos para otros, es original en su pensamiento, interpreta y relaciona las cosas con facilidad, sintetiza y tiene una visión globalizada, vive en el momento presente, sin horas, semanas ni días…. su hemisferio de aprendizaje dominante es el derecho, lo que significa que aprende mejor visualmente, con un patrón de causa y efecto, resuelve siguiendo su intuición mediante la búsqueda de similitudes en lugar de seguir una estructura paso a paso.
Sergio ha realizado un entrenamiento de neurodesarrollo motor durante ocho meses con el que ha mejorado sus habilidades lectoescritoras, y gracias a la tecnología ha podido acortar la distancia que separa su desempeño escolar de la del resto de compañeros, para ello contó con la ayuda de ClaroRead, un programa multisensorial que lee por él los textos, lo que le facilita su comprensión, y también puede “dictar” sus conocimientos, facilitando su corrección.
En el colegio un profesor recién llegado con visión de futuro y una mirada abierta le dio la oportunidad de demostrar su valía, utilizó herramientas que no fueran la de memorizar y llenar páginas, ahora hace exámenes tipo test, puede desarrollar sus conocimientos oralmente y su centro escolar utiliza aplicaciones informáticas de evaluación individualizada, lo que va a suponer para Sergio y muchos otros alumnos un cambio significativo:
Su futuro no se quedará guardado en un cajón. Tiene 14 años y vuelve a imaginar que lo consigue.
Una historia real
Este giro en la vida de Sergio le permitirá avanzar en su camino de aprendizaje escolar y quizás llegará un día en que sea él quien cambie el mundo con sus ideas, su creatividad, su pensamiento divergente, y pueda desarrollar su talento a un alto nivel profesional como le corresponde.
Esta historia es real, también la de muchos niños y niñas con fracaso escolar en nuestro país, con talentos que no están valorados ni se tienen en cuenta, en un sistema escolar donde no hay espacio para las diferencias individuales.
¿Tienes tú un Sergio en casa?
Susana Mezquida es especialista en dificultades de aprendizaje. Neurodesarrollo cognitivo, motor y emocional.
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