Educador e investigador, Alfredo Hernando ha escrito ‘Viaje a la escuela del siglo XXI. Así trabajan los colegios más innovadores del mundo’, un libro editado por Fundación Telefónica. La obra pone el broche de oro al proyecto escuela21, una iniciativa que le permitió embarcarse en un viaje muy especial buscando aquellas escuelas pioneras en sus metodologías de enseñanza.
En tu opinión, ¿qué características debe reunir una escuela para considerarla innovadora?
Nos encontramos en un momento muy bueno en España, con iniciativas que buscan el éxito y que lo están haciendo a través de proyectos de innovación. Una escuela sobre todo tiene que ser abierta, es decir, conectada con el entorno y buscar el éxito para sus alumnos con independencia de dónde vengan y cuáles sean sus necesidades y características.
Para lograr ese éxito pasan dos cosas fundamentales. Hemos pasado de un modelo de escolarización universal, que hemos logrado en gran parte del mundo desarrollado, a un modelo en el que hay que buscar y descubrir el máximo potencial de cada estudiante; y para eso, es para lo que se innova. Estamos poniendo el foco en la palabra innovación, pero creo que la escuela tiene otras palabras mucho más importantes como son apertura, inclusión, éxito en resultados, creatividad, etcétera. Quizás, poco a poco, tengamos que sustituir y hablar de cómo una escuela crece y mejora.
La escuela tiene otras palabras mucho más importantes como son apertura, inclusión, éxito en resultados, creatividad, etcétera.
¿Cómo surgió la idea del proyecto escuela21 y qué te motivo a ello?
Me sumergí en el proyecto hace algo más de tres años y lo que me impulsó fue la curiosidad de encontrar a esas escuelas que tenían una historia de éxito documentada y que estaban siendo pioneras en lo que hacían. Por ejemplo, el instituto High Tech High de San Diego (California) fue pionero al plantearse cómo formalizar el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), crear una estructura pedagógica y llevarla al aula con contenido curricular y con éxito.
También me decidí porque estaba trabajando con muchos colegios y profesores (viendo grandes experiencias que se llevaban a cabo en nuestro país) y me interesó alzar la mirada y decir cómo podemos aprender más todos, recoger lo que ocurría en otros centros y que cualquiera pudiera tomar ese material para trabajar en su cole.
¿Cómo son las escuelas que conociste en ese viaje?, ¿qué fue lo que más llamó tu atención?
Son escuelas que están teniendo éxito con independencia del entorno, el lugar donde se encuentran y sus necesidades. Todas son públicas o concertadas, por tanto el efecto socio-económico es bajo y lo más importante es que el efecto escuela y mejora en la vida de los alumnos. Además, aunque son distintas y poseen una personalidad diferente en contextos diversos, cuentan con características comunes a la hora de poner los horarios, el espacio, la metodología… Todo está al servicio de las necesidades de cada estudiante, llegando a niveles de organización, de flexibilización y forma de trabajar del profesorado.
Por ejemplo, cuando es mejor para un alumno que descanse y qué tiene que hacer en ese tiempo o qué se entiende por descanso. Se toman decisiones en base al aprendizaje y la mejora, no en relación a otras cuestiones organizativas que aun siendo importantes no son prioridad. Es la idea de buscar el éxito para todos y de un claustro de docentes que trabaja en equipo y que acepta el desafío que esto supone con sus limitaciones, pero que a pesar de esas dificultades logran el éxito para todos sus estudiantes.
Todo está al servicio de las necesidades de cada estudiante, llegando a niveles de organización, de flexibilización y forma de trabajar del profesorado
¿Y los alumnos qué estudian en ellas?
Pongamos por caso conductas del día a día comunes que al principio pasan desapercibidas. Sonaba la campaña porque tocaba recreo y muchos de ellos seguían trabajando porque estaban embarcados en la construcción de algo o en el diálogo, por ejemplo. No había una distinción entre el espacio del ocio y del trabajo: los niños entendían que estaban en algo que les gustaba, que es aprendizaje, y seguían.
Muchas de estas escuelas inician el proceso de mejora con estudiantes con necesidades muy variadas, en contextos difíciles y es ahí donde surge la innovación. Sus necesidades de aprendizaje también son distintas y para dar una respuesta inician estos procesos de mejora tanto en la escuela como por parte del profesorado.
De las metodologías que has tenido la oportunidad de conocer, ¿cuáles destacarías?
El tema de los paisajes de aprendizaje me parece vital y es necesario en la escuela española, por lo que supone ser capaz de crear itinerarios para alumnos con diferentes necesidades, con actividades variadas, integrando el currículum, con los criterios de evaluación… Me parece que es una metodología que tiene que tener un espacio. También se encuentra todo el cambio que supone el ABP y me parece muy importante –asimismo- empezar a trabajar la organización y el edificio digital de las escuelas. Existe mucho contenidos (redes sociales, página web o contenidos propios de actividades, ente otros) y hay que garantizar que los centros puedan seguir creciendo y mejorando. Por otro lado, se encuentran las herramientas de evaluación, dominarlas es lo que hace que aseguremos la calidad de la metodología y del resultado con los alumnos.
Ser capaz de crear itinerarios para alumnos con diferentes necesidades, con actividades variadas, integrando el currículum, con los criterios de evaluación…
En el caso de España, ¿cómo son nuestras escuelas innovadores frente a otros modelos internacionales?
En la obra se recogen algunas que son referencia internacional, pero existen otras muchas que ahora mismo están en procesos increíbles de mejora gracias a los equipos de profesores que las integran. Hablamos no sólo de crecimiento único de cada escuela sino de un cambio completo de lo que se entiende que es el modelo de escuela: como se supone que tiene que ser el edificio, los horarios… Una buena noticia es que ahora mismo tengo señaladas otras 25 escuelas que están siendo pioneras con éxito en la forma de trabajar, lo que hace que el modelo siga creciendo y mejorando.
Incluso se ha atrevido a formular un decálogo que invita al docente a diseñar a través de sencillos pasos un aula innovadora, ¿cuál ha sido la respuesta de los alumnos?
Se entiende que cuando entramos a ése aula, lo que tenemos que hacer es empezar a trabajar y no sentarnos a trabajar. Y es que muchas veces hablamos del espacio con demasiada poca seriedad. El tema del espacio como el tercer profesor está surgiendo ahora mismo en nuestro país. Si cambias un poco el espacio mejoras el aprendizaje y si haces cambios en su concepción regulas la conducta de lo que pasa en él, porque si yo invito a los docentes a que sólo pueden transmitir desde un sitio determinado del aula lo que hago es liberarla y dejarla para trabajar, porque los alumnos tienen que hacer algo. Parece un cambio muy sencillo, pero resulta radicalmente distinto a llegar a una clase y esperar sentado y en silencio a que alguien me diga lo que hacemos hoy o escuchar al profesor durante la próxima media hora.
Si cambias un poco el espacio mejoras el aprendizaje y si haces cambios en su concepción regulas la conducta de lo que pasa en él
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