Llevamos varias semanas confinados y ya parece que hace un siglo que nos encerramos entre las cuatro paredes de nuestros hogares. Lejos quedan, por tanto, aquellos primeros memes que recibimos en nuestros móviles cuando, a mediados de marzo, se anunció el cierre progresivo de los centros escolares. Hoy en día, cualquier situación carece de categoría si no ha inundado Internet de memes; de hecho, puedes analizar un año por la tipología de memes que lo han ido protagonizando mes a mes.
Lo que entonces era un drama, al que asistíamos sin saber bien qué decir los que no teníamos hijos, se ha confirmado como el acabose. Hay un meme que retrata muy bien esta situación, que no ha dejado de circular por las redes: en él, se ve a Mel Gibson charlando con un Jesucristo ensangrentando con su corona de espinas. Cuando mis amigos que no tienen hijos me cuentan cómo es su confinamiento…
¿Está preparado el sistema educativo?
Mi familia, mis compis de trabajo, mis amigos… Todos están exhaustos por la labor que están ejerciendo como padres y madres, así como mediadores, animadores, cuidadores, y como no, como docentes. Porque en algo más de un mes el paradigma ha cambiado. También en la educación.
Esta dura situación está poniendo en tensión a las familias y ha revelado lo que era evidente pero no queríamos ver: la falta de igualdad en la educación. Algo a lo que si no ponemos remedio es, y será, uno de los grandes problemas a los que nos enfrentaremos en los próximos años. En el momento en el que se anunció el cierre de los centros escolares, se empezó a hablar de impartir clases en formato digital. ¿Pero cómo? ¿Estaban los docentes preparados? ¿Lo estaban los colegios? ¿Las comunidades autónomas? La respuesta es ambigua.
A lo largo del mes pasado charlamos con diferentes docentes de diversos lugares: de colegios públicos, privados y concertados, de grandes ciudades y pequeños pueblos. Colegios con proyectos educativos más conservadores y escuelas basadas en nuevas pedagogías. Un crisol, vaya.
Las respuestas
Aunque no dejamos de repetirnos que estamos en el siglo XXI, no todos los estudiantes disponen de un ordenador o una tableta en casa. Algunos se comunican con sus profesores a través del móvil de sus padres. Asimismo, no todos poseen una conexión a Internet adecuada o una impresora. Por lo tanto, no todos tienen las mismas condiciones.
Además, las herramientas de los padres y madres no son las mismas en todos los casos. Hablamos de destrezas pedagógicas y culturales. Y luego está el hecho de que existen multitud de tipologías de familias que viven situaciones muy diversas: monoparentales, en duelo, que están al pie del cañón trabajando fuera de su casa, que trabajan en casa y hacen lo que pueden, en crisis… Familias que en muchos casos no siempre cuentan con el tiempo necesario para acompañar a sus hijos e hijas en esas raras mañanas lectivas.
Todo esto lo que hace es disparar la desigualdad educativa, que ya existía, y que se acentuará aún más si volvemos a un escenario de recesión mayor aún que el de 2007.
La solución: el compromiso de todos
¿Hay solución? Sí, siempre que se tome el camino adecuado. Hoy más que nunca los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) siguen estando vigentes y deben ser nuestra hoja de ruta: una educación basada en la igualdad, la diversidad y la inclusión es posible con el compromiso de toda la sociedad. Un compromiso al que deben hacer frente, no solo la administración y las familias. También las empresas que deben apostar para ayudar a construir sociedades más sostenibles y resilientes, fortaleciendo el pensamiento crítico y la empatía.
En esta crisis existen buenos ejemplos de iniciativas responsables. Movistar, por ejemplo, ha facilitado el acceso a 20.000 líneas móviles con tarifa de datos a estudiantes de Bachillerato y Formación Profesional de Grado Medio y Superior que tuvieran dificultades para continuar con su formación.
Cisco e IBM han aportado también sus soluciones. Mientras que la primera ofrece su herramienta colaborativa para la educación a distancia, Cisco Webex, la segunda proporciona a la comunidad docente el apoyo de 600 profesionales voluntarios que facilitan el uso de esta plataforma tecnológica.
En 2019, Fundación Vodafone firmó un acuerdo con Cruz Roja y Safe The Children para el desarrollo de un programa cuyo objetivo era mejorar las competencias digitales de la infancia. En tiempos del COVID-19 esta relación se refuerza y, a través de ambas entidades, la operadora ha hecho llegar también 10.000 tarjetas SIM a familias en situaciones de vulnerabilidad para que los niños puedan seguir una educación a distancia.
Estos son ejemplos de empresas con propósito, conscientes de su capacidad para crear difundir valores y convertirse en agentes de cambio de la sociedad. Ahora necesitamos más.
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