La gran evolución de la tecnología en los últimos años ha influido también en el desarrollo del geocaching, una actividad que consiste en esconder y buscar tesoros de todo tipo con la ayuda de un GPS. Y es una técnica que puede emplearse con éxito en el entorno educativo.
Geocaching en el aula
Para ello, es posible emplear un buen número de aplicaciones que permiten que los estudiantes asuman conocimientos de una forma más dinámica y más atractiva, permitiendo incluso un cierto nivel de competición entre ellos. Desde Google Earth o Google Maps, OSM (Open Street Map) o aplicaciones de uso de GPS en el móvil, hasta otras que permiten el aprendizaje de conocimientos de forma más participativa: Kahoot!, Genially, Plickers, Socrative, Edpuzzle, Canva o Thinglink.
Pero además de aplicaciones de este tipo, para aplicar el geocaching en el aula de la mejor forma posible es importante analizar varios puntos: el papel del docente; ¿qué tipo de tesoros ocultos son los más idóneos?; y el planteamiento curricular.
El papel del docente
La forma adecuada de organizar esta actividad es que el docente sea responsable de crear la actividad, esconder los tesoros… Incluso puede inscribirse de forma gratuita en la web www.geocaching.com (una plataforma que pone en contacto a aficionados de todo el mundo) para acceder a ‘partidas’ ya creadas. Incluso puede usarla el departamento entero.
Esto permitiría un mejor mantenimiento, ya que hay más personas implicadas. Con suerte, más docentes del centro se interesarán en el uso del geocaching como herramienta para la enseñanza.
Por otro lado, es importante realizar un adecuado planteamiento curricular y una adecuada temporalización del trabajo para que no quede como un parche dentro del total del curso académico. El profesor también debe indicar o guiar qué esconder y dónde; nunca determinar, sino dar pautas basándose en las ‘guidelines’ de geocaching para que los jóvenes sepan cómo hacerlo.
Para poder evaluar la actividad y ofrecer a la clase un ‘feedback’ será necesario ir a buscar el tesoro; nunca ir a esconderlo, y así poder saber si están correctas o no las coordenadas, página del tesoro, pista…
¿Qué tipo de tesoro es el más idóneo?
También conocidos como cachés, muchos docentes que han introducido el geocaching en su currículo han usado tesoros tradicionales, como cajitas ocultas en un entorno que acaba saturado y muchas de ellas escondidas en lugares sin interés ninguno debido a la necesidad de mantener una distancia mínima entre ellas. Otra de sus desventajas es el poco mantenimiento que se hace de estos tesoros (por no decir nulo en la mayoría de los casos).
Desde nuestra experiencia, los tipos de caché más adecuados son los ‘multis’ o los ‘mysteris’, puesto que nos permiten realizar un trabajo en grupo con lo que se reduce el número de tesoros escondidos (pudiendo ser uno por aula si está bien planteado el trabajo curricular) y evitando así los problemas antes descritos.
Los multi-cachés, en primer lugar, permiten crear varias etapas intermedias (se puede crear uno conjunto entre todo el aula y cada grupo una etapa) para obtener la información final del botín. Se pueden desarrollar con bastante facilidad en asignaturas como Geografía e Historia, Biología, Matemáticas o Física y Química.
Los mystery-cachés, por otro lado, nos permiten realizar distintas actividades que al final darán las coordenadas finales del tesoro. Éstas se desarrollan mejor en asignaturas como TICs, Matemáticas, Laboratorio o Investigación Científica, Lenguas, etc.
También es recomendable emplear ‘letterbox’ o ‘letterbox-híbridos’ (en lugar de coordenadas, se siguen pistas), porque permiten desarrollar los temas de forma más extensa. Asignaturas como Lengua, Inglés, o Geografía e Historia son muy adecuadas para este tipo de tesoros.
Planteamiento curricular
Cuando se prepara una actividad curricular con geocaching en el aula el esquema a seguir es el siguiente:
- Plantear el objetivo de la actividad.
- Contenidos curriculares a desarrollar en la actividad.
- Competencias a trabajar con esta actividad.
- Criterios de evaluación: rúbrica de evaluación.
- Temporalización de las distintas subactividades.
A la hora de presentar la actividad al alumnado es importante que estén bien desarrollados las competencias que se van a trabajar y los criterios de evaluación expuestos en una rúbrica de evaluación al inicio de la actividad. En dicha rúbrica se han de tener en cuenta todas las subactividades que se van a realizar incluida la ocultación del tesoro.
En la temporalización hay que valorar las subactividades que tengan que realizar solos o fuera del horario lectivo, como es el momento de la ocultación del tesoro.
Aquí hay varios ejemplos: Propuesta de unidad didáctica sobre geocaching, Geocaching literario por las calles del centro de Badalona, y La innovación a través del geocaching y Aprender, disfrutar y respetar con la gymkana del geocaching.
Otras opciones mucho más enriquecedoras (pero más complejas) son actividades interdisciplinares. Con los multi-cachés o mystery-cachés es más fácil unir el trabajo de varias disciplinas. También se puede plantear una actividad entre distintos centros educativos con herramientas como eTwinning (una plataforma para los equipos educativos ya sean profesores, directores, bibliotecarios, etc. de los centros escolares de algunos países europeos, para comunicarse, colaborar y desarrollar proyectos).
En conclusión, el geocaching en el aula es una actividad de gamificación que puede ser una herramienta más a usar en la educación puesto que nos permite un aprendizaje de contenidos de forma más atractiva, que los estudiantes aprendan el uso del GPS y de las aplicaciones de mapeo, trabaja la satisfacción al recibir las notificaciones de de haber encontrado el tesoro, o la frustración al no encontrarlo. El alumnado conoce mejor su entorno y conviven unos con otros, especialmente si al final de curso se organiza una yincana.
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