El ‘Diccionario de uso del español’ de la filóloga y lexicógrafa María Moliner es mucho más extenso que el DRAE y fue admirado por escritores como García Marquez. Utilizarlo en el aula puede hacer que tus alumnos entiendan mejor el significado de muchas de las palabras de la lengua castellana.
Moliner fue una bibliotecaria comprometida e impulsó la creación de una red de bibliotecas rurales. Hija de un médico rural aragonés, fue la segunda de tres hermanos y entre 1918 y 1921 cursó con sobresaliente Filosofía y Letras en la universidad de Zaragoza. Al terminar, ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y obtuvo como primer destino el Archivo de Simancas. De ahí pasó al Archivo de Hacienda de Valencia donde terminó dirigiendo la Biblioteca de la Universidad de Valencia.
En 1951 decidió compaginar su trabajo de bibliotecaria con la redacción de un léxico del español. ¿Los motivos? Había aprendido inglés gracias a un diccionario que, además de explicar el significado de las palabras, exponía cómo se usaban. Inspirada en esa idea, comenzó a elaborar una obra homóloga similar para la lengua castellana. Dieciséis años después de iniciar el escrito, la primera edición del ‘Diccionario de uso del español’ vio la luz entre 1967 y 1968.
Alabado por grandes escritores
Tal y como recoge la propia autora en el prólogo de la primera versión, el diccionario presentaba como principal atributo el empleo de un “sistema de sinónimos, palabras afines y referencias que constituye una clave superpuesta al diccionario de definiciones para conducir al lector desde la palabra que conoce al modo de decir que desconoce”. Esta primera edición contaba con 80.000 entradas y, hasta la fecha, la cifra de ejemplares vendidos alcanza las 300.000 copias.
“María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana”, afirmó Gabriel García Márquez. Además, esa primera edición contó con el apoyo de Dámaso Alonso, director por aquel entonces de la Biblioteca Románica Hispánica de la editorial Gredos. Se publicó en dos volúmenes y nada más salir a la luz escritores como Miguel Delibes o Francisco Umbral comenzaron a alabar su utilidad y la sencillez de un estilo que recogía el habla de la calle.
Sin embargo, esta hazaña no pareció suficiente a los académicos de la RAE, quienes jamás la incluyeron en sus filas a pesar de que Dámaso Alonso, Rafael Lapesa y Pedro Laín Entralgo la postularon para ser la primera mujer en entrar a la Academia. Una situación que, tal y como la propia Maria relató en varias entrevistas, se debía a su situación de mujer. Ella misma afirmó que si su diccionario lo hubiese escrito un hombre tendría una silla en la RAE. Para compensar, le concedieron en 1973 el premio ‘Lorenzo Nieto López’ por sus trabajos en pro del idioma; un reconocimiento que María Moliner rechazó.
Libros de la autora a la venta
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