¿Utilizáis la realidad aumentada en vuestras clases de Biología? Es lo que han hecho los docentes Patricia Merín Faus y José Pedro Martínez Tormo del Colegio CEU Jesús María de Alicante, que nos cuentan su experiencia en el aula con la aplicación QuiverVision.
Iniciar el estudio de los seres vivos en las aulas de 1º de ESO es una tarea complicada. Desde el vocabulario especifico que acompaña a las consabidas funciones vitales al concepto de célula como unidad estructural básica pasando por los tipos de células, la estructura común y las particularidades de cada una, el nombre de los orgánulos… Resulta difícil por su novedad, los términos propios empleados y su lejanía aparente.
Normalmente los alumnos pasan de un estudio de la Biología muy fragmentado en la Educación Primaria a abordarla desde sus fundamentos más áridos. En 1º de ESO pueden intuir, pero aún no tienen una base de conocimientos químicos y físicos que les permita ir más allá de la memorización o la explicación muy sencilla de aquello que nos acontece a todos los seres vivos.
Cuando diseñamos una experiencia para el aula buscamos que la puesta en práctica sea un reto para todos, no solo para los alumnos, sí, también los profesores debemos encontrarnos con retos. El uso de la tecnología nos permite contar con una herramienta muy potente para un aprendizaje competencial. Así, esta experiencia consistió en el estudio de las células eucariotas animal y vegetal mediante la aplicación de realidad aumentada gracias a la aplicación QuiverVision.
QuiverVision, realidad aumentada en el aula
Esta aplicación ofrece una divertida propuesta para introducir a los alumnos de 1º de ESO en el mundo de la realidad aumentada. La propia plataforma suministra los esquemas de las células eucariota animal y vegetal. Una vez impresas, cada grupo de trabajo diseñó sus células y los alumnos colorearon cada orgánulo con su nombre y características. Cada orgánulo fue de un color diferente. También fue posible repasar los nombres de los orgánulos principales y añadir su función.
En seguida, los estudiantes empezaron a experimentar y a coger ‘virtualmente’ las células con las manos. A su vez cada célula se proyectaba en la pizarra digital. ¿El resultado? Un aula repleta de células de colores. Fue una experiencia tremendamente enriquecedora.
Desde una visión competencial esta actividad generó ocasiones para la interacción social, la autonomía del alumno, el desarrollo de la competencia tecnológica y del aprender a aprender, además de facilitar al estudiante sus primeros pasos en el mundo de la biología celular.
¡Animaos, profes de Biología que os enfrentáis a la árida célula!, os espera un momento de aprendizaje sorprendente….
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