jueves, 6 de abril de 2017

‘La redondez de la Tierra’, una metáfora de la educación. Por Pablo J. Díaz Tenza

La ciencia es un ser vivo que se fagocita a sí mismo continuamente. Las teorías, por aceptadas que estén, son susceptibles de ser refutadas con el tiempo. Algunos ejemplos recientes son el desarrollo del universo cuántico o la aparición de la teoría de cuerdas que hace plausible la existencia de universos paralelos.

En el mundo educativo, la ciencia es aún si cabe más voluble y sujeta a opiniones que en el resto de ámbitos. La pedagogía no es patrimonio exclusivo de los científicos que la estudian y desarrollan, ni siquiera de aquellos que la ponen en práctica. Cada cual tiene un concepto y una teoría propia de lo que es y debería ser la educación. En este contexto, es francamente complicado alcanzar un consenso.

No se puede seguir educando como hasta ahora, porque el presente es totalmente diferente a hace 10 años

No obstante, llegados a este punto, un creciente número de profesionales de la educación empezamos a vislumbrar la redondez de la ‘Tierra’. Algo nos hace pensar que la ‘Tierra’ no es plana, que no se puede seguir educando como hasta ahora, porque el presente es totalmente diferente a hace 10 años.

El mundo cambia y lo hace a un ritmo cada vez más vertiginoso y la educación se mantiene al margen de esta realidad en un discreto y cómodo segundo plano. Existe una opinión mayoritaria que cree, muy legítimamente, que la escuela debe mantener sus valores y su orden en medio de este caos, convirtiéndose en un búnker en este tiempo tormentoso. Estos compañeros piensan que a los niños se les debe seguir enseñando las mismas cosas del mismo modo.

Existe una opinión mayoritaria que cree que la escuela debe mantener sus valores y su orden en medio de este caos

Pero he aquí, camarada, la redondez de la educación: por mucho que nos esforcemos, los alumnos del siglo XXI no aprenden del mismo modo. Y no es sólo cuestión de que los valores de las familias, el concepto de autoridad o la concepción del maestro haya cambiado, es que, además, la estructura intelectual y la construcción y procesamiento del conocimiento de los niños es diferente. Bastaría decir que los niños que cursan Primaria son ya hijos de milennials para que cualquiera discusión se diese por concluida. Una nueva generación con una nueva identidad social, una nueva simbología, un nuevo intelecto colectivo… y las mismas cuatro paredes, el mismo horario y las mismas materias de siempre.

Una nueva generación con una nueva identidad social pero las mismas cuatro paredes, horario y materias de siempre

Necesitamos más Copérnicos y Ptolomeos, más grumetes que se aventuren mar adentro, no temiendo caer por Finisterre a un foso sin fin. La educación debe dar respuesta a las necesidades de los alumnos, sus preocupaciones y carencias, no puede seguir al margen de los cambios que se vienen sucediendo. Y en este pulso entre lo viejo y lo nuevo, los que intuimos la redondez del sistema educativo tenemos la responsabilidad de quitar lastres, abrir rutas y dibujar nuevas órbitas.

Pablo J. Díaz Tenza

 

Pablo J. Díaz Tenza, maestro de Primaria

 

 

 

 

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