viernes, 7 de abril de 2017

Claves que hacen que el método Montessori resurja con fuerza

Para entrar en clase, los niños se quitan el calzado, prima el trato de respeto entre compañeros, pero también hacia el entorno. Las aulas son ambientes preparados donde los niños pueden moverse con libertad y elegir lo que hacer en todo momento. Además, se trabaja el currículo y destrezas como sociabilidad, creatividad, autosuficiencia, cuidado personal y del entorno… ¿Quieres conocer más sobre el método Montessori? 

Hace unos cinco años el método Montessori era una elección educativa alternativa y reservada para algunos pocos que buscaban otras maneras de entender las escuelas. Y eso que se trata de algo que viene funcionando en muchísimos países del mundo desde hace más de cien años. A día de hoy, cada vez se están abriendo más centros e incluso los públicos se están interesando por aplicar muchos de sus principios filosóficos.

Pero, ¿en qué consiste esta metodología? La palabra Montessori viene de su creadora María Montessori, una mujer que destacaba por su gran inteligencia e iniciativa. Antes de centrarse en la pedagogía fue médico y basó toda la creación de su sistema educativo en el método científico. Observó a los niños y diseñó materiales y ambientes adaptados tanto a sus necesidades como a sus etapas de desarrollo.

Los principios básicos

1. Un profundo respeto al niño. Lo que implica un trato personalizado y amable, conocer a cada uno de los niños y buscar fórmulas para cubrir sus necesidades evolutivas, seguir su ritmo y tener en cuenta sus intereses, así como creer en sus capacidades.

2. Trabajar siempre hacia la independencia. Como decía Montessori: “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo”. La intervención del adulto o guía del aula será siempre la de dar estrategias a los niños para que aprendan a hacer las cosas por sí solos. Esta consigna debe acompañar todas las etapas del desarrollo, desde el bebé que empieza a controlar sus movimientos, hasta el adolescente que investiga para crear sus propios conocimientos según proyectos.

3. Educar por la paz. En ocasiones, esta metodología se centra en el mero uso de los materiales específicos que su autora creó, pero Montessori lo que quería era construir una sociedad por cohesión. Si desde la infancia se eliminan elementos que promuevan la competitividad y la frustración en los niños, así como la ira y el orgullo del adulto hacia el menor, lo más probable es que esos alumnos se conviertan en adultos armónicos e independientes que cuestionan aspectos injustos.

Esta sociedad por cohesión también se construye en ambientes donde hay mezcla de edades. Por eso, los niños se agrupan en aulas de 0 a 3 años; de 3 a 6; de 6 a 9; y de 9 a 12, de forma que la competitividad se sustituye por la colaboración y las potencialidades florecen para fortalecer las relaciones. Los niños participan activamente en el cuidado y limpieza del aula, las plantas y las mascotas, lo que promueve que crezcan con el sentido de la responsabilidad.

Un material muy estudiado

La guía o docente Montessori actúa como conexión entre el material preparado y los niños. Les muestra, de manera individual o en pequeños grupos, cómo manejar el material para que ellos construyan su propio aprendizaje a través del ensayo y error. Para que este trabajo pueda llevarse a cabo y funcione es importante conocer dos puntos clave en el desarrollo de los niños:

• Período sensible: son sensibilidades especiales, características de los estados infantiles, son pasajeros y se limitan a la adquisición de un carácter determinado. El aprendizaje en ese momento está lleno de vida y alegría, y el adulto debe ofrecerle cosas que permitan el salto evolutivo —ya que ese periodo, si no se estimula, se pierde para siempre. Una vez perdido el periodo sensible, pueden adquirir esa destreza, pero con muchísimo esfuerzo y desgana—.

• Mente absorbente: es la manera en la que aprenden los menores de 6 años, sin esfuerzo, absorben todo del ambiente que les rodea. Nadie tiene que darles instrucciones formales, simplemente, cuando los niños llegan a su madurez cerebral y morfológica aprenden a hablar. Esto mismo sucede para adquirir otras destrezas como leer, escribir o calcular. El material Montessori invita a los niños a aprender por sí mismos cuando se encuentran preparados -cuando aparece el periodo sensible-, es por ello que se cuida el diseño del aula. El fenómeno de la mente absorbente es lo que hace también que los niños reproduzcan todo lo que ven.

Al fin y al cabo, las escuelas Montessori son escuelas para la vida, donde no sólo nos acercamos a aspectos curriculares, sino que se aprenden destrezas que usamos día a día en la vida adulta: sociabilidad, creatividad, autosuficiencia, cuidado personal y del entorno, cortesía y respeto, entre otros.

 

Dácil Martín Petrini, directora de la escuela Montessori de Gran Canaria

 

 

 

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