Cualquier docente de Secundaria habrá escuchado a sus alumnos cuestionándose acerca del sentido de aprender literatura y de su utilidad. Por ello, y ante la evidente necesidad de un nuevo enfoque más acorde a la formación de alumnado con un espíritu crítico, nació el proyecto Apeliotes. Este curioso nombre surge de la idea de buscar un nombre puramente vanguardista que provocara una extrañeza semejante a aquella que los literatos de inicios del siglo XX buscaban crear en los lectores. Por tanto, tomamos de la mitología griega este término, que designaba al dios del viento cruzado y que Aristóteles concibió para completar el mapa de los vientos.
De este modo, decidimos aproximar a los estudiantes a estos contenidos de una forma más activa y que, además, partiera de la reflexión sobre los problemas que plantea la sociedad en la actualidad.
Planteamos un Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) que arrancó de la premisa de que el arte y la cultura pueden cambiar la sociedad y cuyo último objetivo era plantear un movimiento de vanguardia actual. Este método estimuló el aprendizaje cooperativo permitiendo a los alumnos trabajar de forma conjunta para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás.
El proceso
En colaboración con tres grupos de 1º de ESO, el alumnado de 4º debía desarrollar unos talleres teórico-prácticos en la biblioteca del centro. ¿El objetivo? Que adquirieran los conocimientos de una forma lúdica y práctica, ya que tenían que explicarlos y realizar una actividad con sus compañeros de menor edad.
La actividad se realizó durante las sesiones en las que coincidían todos los estudiantes para lograr un trabajo colaborativo. Para ello, les asignamos seis de las principales vanguardias literarias (dadaísmo, surrealismo, futurismo, cubismo, creacionismo y ultraísmo), recogieron información y, a partir de los propios manifiestos de los ‘ismos’, se dispusieron a configurar su proyecto.
Una vez decorada la biblioteca y preparados los talleres, los compañeros de 1º disfrutaron de una jornada diferente en la que los estudiantes de 4º -ataviados con disfraces- fueron los encargados de amenizar la sesión. Establecimos diferentes roles (responsable de equipo, de estética, de redacción y el community manager) que los propios alumnos debían distribuir en función de sus aptitudes, y durante todas las sesiones un estudiante filmaba el proceso para crear una pequeña película donde se recogía la experiencia.
Evaluación y conclusiones
Quizás una de las tareas más complejas para el docente fue la de evaluar, ya que cada tarea debía contar con un peso específico según su importancia de cara al objetivo final, relacionarse con los estándares de aprendizaje evaluables y, además, ajustar la calificación de manera individualizada en función del grado de consecución de cada uno de los roles del equipo. Por tanto, para evaluar el proyecto diseñamos una rúbrica de la que los alumnos dispusieron desde el inicio de la actividad para poder organizar su trabajo y ser conscientes de la calificación que querían obtener. De esta forma, realizaron una coevaluación y una evaluación del propio proyecto que nos sirvió para justificar los buenos resultados.
En definitiva, la experiencia ha resultado positiva puesto que los objetivos propuestos se cumplieron en gran medida y sobre todo, se consiguió que los estudiantes se enfrentaran a los contenidos literarios de una manera receptiva desde el inicio y fueran plenamente autónomos en su proceso de aprendizaje.
Esta experiencia se presentó al encuentro de Utopías Educativas 2019.
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