En una sociedad tecnológica y compleja es necesario enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos de manera crítica, autónoma y creativa. Solo así aprenderán a adaptarse a los cambios y a transformar la actualidad de manera pacífica y respetuosa democráticamente. por ello, es muy importante entrenar el pensamiento crítico desde las aulas.
En el futuro necesitarán habilidades para operar con los conocimientos disponibles y para que sepan comprometerse en construir un mundo mejor.
El sociólogo Zygmunt Bauman ha caracterizado nuestra época como un ‘tiempo líquido’ (flexible y cambiante), frente a otros tiempos pasados más ‘sólidos’. Explicó que las estructuras sociales no permanecen en el tiempo, dejándonos enfrentados a un mundo sin referencias seguras en el que reina la incertidumbre. En medio de todo este proceso, es necesario educar con sentimiento y sabiendo que lo que necesita la sociedad son ciudadanos críticos que sean capaces de liderar una transformación social hacia un mundo más libre y justo.
Evitando las falacias
Para entrenar el pensamiento crítico es necesario enseñar a los estudiantes a esquivar las falacias: esas ideas que adoptan la apariencia de argumento y que inducen a afirmar o negar una idea que no está justificada de forma correcta y que aparecen en forma de ‘fake news’ en los medios de comunicación y las redes sociales. Esta figura forma parte de la lógica informal: la que forma parte del discurso persuasivo. Pero, para entenderlas mejor, presento algunos ejemplos que a menudo se quieren hacer aparecer como argumentos persuasivos en el discurso de los medios y, habitualmente, generan mucho impacto en la opinión pública.
Para entrenar el pensamiento crítico es necesario enseñar a los estudiantes a esquivar y diferenciar las falacias: ideas que adoptan la apariencia de argumento que inducen a afirmar o negar una idea no justificada de manera correcta. Aparecen diariamente en los medios de comunicación y en las redes sociales en forma de ‘fakes news’ y tienden a crear mucho impacto en la opinión pública y a guiarla en una determinada dirección. Por ello, es necesario que se dedique parte del tiempo de la educación a analizar de forma consciente los medios y las redes sociales. Algunos ejemplos muy comunes que llevamos interiorizados es cuando se apela a la tradición o a la mayoría para analizar los pros y los contras de una determinada medida. O cuando se recurre a la amenaza, el miedo o la lástima en lugar de a la fortaleza de la opinión.
Para conocer, identificar y desmontar las falacias propongo un juego basado en la investigación que se puede llevar a cabo en el aula: el docente leerá la siguiente historia en la que se cuentan unos hechos y se hacen interpretaciones sobre ellos. ¿Serán capaces los estudiantes de reconocer los errores en los que se ha caído?
La muerte de Jonas Porter
Aquel chico, Jonás Porter, había muerto. Lo había encontrado el portero de la finca hacía cinco días. Eran las ocho y media de la mañana y había estado lloviendo con cierta intensidad durante toda la noche. Era obvio que lo habían trasladado al callejón porque su ropa no estaba húmeda.
Ahora, una semana después, la detective del caso, la astuta Rebeca Marit, se encontraba reunida con el equipo de investigación para determinar todas las circunstancias e hipótesis que habían ido sucediendo a lo largo de la semana transcurrida.
La detective Rebeca Marit escuchaba atentamente qué tenía que decir cada uno de los presentes y tenía una libreta abierta ante sí, mientras su rostro expresaba preocupación.
El primero en tomar la palabra fue el detective Bastos, que formalmente dijo:
-Rebeca, creo que está claro que el Jonás murió en un accidente. Yo siempre digo que los chicos jóvenes, hoy en día, no miran a derecha ni izquierda cuando cruzan la calle. Posiblemente alguien se lo cargó y, asustado por la situación, lo puso en el coche y lo abandonó en la calle de atrás de la finca.
La detective Sandra Cornglas tomó la palabra:
– Juan, no estoy nada de acuerdo contigo. No hay ninguna prueba que no permita afirmar que se trata de una venganza.
Cuando lo encontramos, la ropa no estaba arrugada. Esto demuestra que no fue un accidente.
Enfadado, el jefe de detectives, Samuel Pecó, gritó, dirigiéndose a Sandra:
-Sandra, sabes muy bien que yo soy tu jefe y no puedo soportar que hagas estas suposiciones infantiles. Si la línea de investigación es accidente, tú te callas. Hay muchos otros detectives que quieren trabajar en esta unidad. Me entiendes, ¿verdad?
Rebeca trató de poner orden en una discusión que parecía alterar a todos por momentos:
-Va chicos, no estamos para enfadarnos aquí. Por favor, me gustaría escuchar los puntos de vista de los que no han hablado.
El sargento Pomodoro habló:
-Como sabéis, en estos casos, nuestro mítico comandante Pardo, que en el cielo esté, siempre decía lo mismo, si no hay herida, no puede haber asesinato. Y aquí, que yo sepa no hay herida. Para mí, no hay duda posible. Se suicidó.
La detective Odete cauda afirmó, segura:
-Para mí está claro como el agua. Jonás vivía en un barrio agresivo y los barrios agresivos terminan creando personas agresivas. La hipótesis de la venganza se aguanta sola.
El recién llegado, el joven Pedro Rodès sintió que tenía que decir algo, para no desmerecer frente a los demás:
– De hecho, a pesar de ser mi primer caso, hace rato que me pregunto cuando empezó con la droga Jonás.
– ¿Quién ha dicho que consumía droga? – remachó Rebeca
– Nadie -dijo Pedro- pero yo he pensado que en un barrio como el suyo, eso debía ser la mar de normal. Un asesinato por drogas, en esta zona no sería sorprendente.
Intervino un extraño, que había venido de la comisaría central, un tal Ríos no sé cuántos:
-Mirad, ya sé que no soy de aquí pero mientras estamos hablando podemos estar facilitando que un asesino múltiple vuelva a actuar; quién sabe si ésta no ha sido su primera víctima.
Era el turno del más viejo del grupo, el teniente Omalla, que estaba a punto de jubilarse:
– Para mí esto no tiene ningún secreto, hay un muerto y no se ha muerto solo, alguien lo ha matado y ese alguien debe ser quien el asesino.
Es probable que Lidia Falcone se hubiera estado reservando para el final cuando decidió que había llegado su momento:
-Mirad chicos, está claro. El hecho de que no lleve el vestido mojado nos hace pensar que fue asesinado lejos de aquí. He comprobado el tiempo. A unos cien kilómetros, no ha llovido en toda la noche. E igualmente, si venía de lejos a estas horas es que algo tenía que esconder. Al menos hay, os lo digo yo, algún asunto de drogas.
El más tímido, Iago Bertran, decidió que no podía permanecer en silencio:
-He decidido quedarme el último porque mi juventud me autoriza a escuchar. Para mí está claro que Jonás murió pacíficamente. La ropa que no está arrugada; es la excepción en los casos de asesinato.
Las soluciones al acertijo están recopiladas en este cuadro:
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