El yoga es una disciplina milenaria que enseña a los alumnos a encontrar el equilibrio entre cuerpo y mente. En las clases trabajo el desarrollo de distintas capacidades psicomotrices, como el equilibrio, la fuerza o el estiramiento de los músculos. También hago hincapié en la parte emocional centrándonos en el perfeccionamiento de los sentidos, la confianza, la gestión de las emociones o la creatividad. Estos dos aspectos, el físico y el mental, se trabajan a través de las posturas o asanas que las introduzco a través del juego.
Cómo realizar una primera clase de yoga con niños
Es muy importante dedicarles el tiempo suficiente para conocer sus gustos e inquietudes. También hay que explicarles qué es el yoga y qué tipo de valores vamos a trabajar: fomentar el compañerismo, saber escuchar, no alzar la voz si la actividad no lo requiere y orden y respeto hacia los demás. Tras retirarnos las zapatillas, colocar las esterillas en círculo y conocer el estado de ánimo de cada uno (pequeña ronda), comenzamos con las primeras asanas: posturas siempre relacionadas con animales o con elementos de la naturaleza, como las siguientes:
–El árbol: con la planta del pie derecho sobre la rodilla izquierda y las manos juntas sobre el pecho, se trata de que los estudiantes mantengan el equilibrio sobre un único apoyo.
–El gato: con cuatro apoyos en el suelo y las muñecas justo debajo de los hombros, los alumnos inspiran profundamente mientras arquean la espalda, y espiran agachando la cabeza y metiendo el abdomen hacia dentro.
–La mariposa: apoyando las plantas de los pies una contra la otra, se agarran con las manos moviendo las rodillas de arriba a abajo e imitando el aleteo de una mariposa.
Estas posturas les ayudan a mejorar el sentido de la orientación, la estabilidad, la agilidad, la flexibilidad en las articulaciones, el desarrollo y destreza en los músculos motores, además de crear unos buenos hábitos para la salud de la columna vertebral. Por otro lado, fomentamos aspectos importantes en el desarrollo de los niños como la autoestima, mayor reducción del estrés y mejor armonía en la personalidad y carácter.
Clase en tres fases
En las clases de yoga fomento tres aspectos fundamentales de esta disciplina: la energía, la concentración y la relajación. En la primera parte de la clase realizamos diferentes asanas para que los alumnos puedan soltar toda la energía acumulada; en la segunda prestamos atención a la concentración y en la última parte practicamos la relajación a través de la respiración.
El juego está presente en toda la sesión. Las asanas con las que comienza la clase se pueden hacer a través de diferentes juegos, como uno de cartas en el que se muestran las posturas o con fichas creadas por mí misma, dinámicas de grupo como el ‘1 2 3 yoga’ o el juego de las estatuas.
En la segunda parte de la clase y para fomentar la concentración, utilizo juegos similares a ‘Memory’, que ayuda a desarrollar la memoria recordando las asanas y con el que también trabajamos las emociones. Es en este momento cuando presto especial atención a cómo se sienten los alumnos con las diferentes posturas, indicandoles pautas para gestionarlas.
Por último, procedemos a realizar la relajación y a finalizar la clase con una meditación individual o grupal en la que trabajo la respiración, haciendo uso de diferentes métodos como el del globo o la respiración de la abeja. En este momento, la sala se acondiciona con velas, sonidos de la naturaleza y la realización de algunos mantras. El momento final va precedido del canto del OM, para que los alumnos se vinculen con el momento presente y el entorno que les rodea y nos despedimos, agradecimos por la práctica, con el clásico ‘Namasté’.
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