Además de ser el asesor filosófico de la exitosa serie ‘Merlí’, Nemrod Carrasco es el autor del libro ‘Viaje al centro de la Filosofía’ y profesor titular de esta materia en la Universidad de Barcelona. ¿Por qué es importante estudiar Filosofía en el aula? ¡Nos lo cuenta!
¿Es más fácil explicar la Filosofía a través de anécdotas que cuentan los propios autores, tal y como haces en el libro?
Al contrario de lo que creía Pascal, es inútil distinguir entre las cuestiones serias de la filosofía y las futilidades que nos desvían de ellas. Si admitimos que la filosofía es algo más que simple teoría, si aceptamos que surge de las posturas singulares de los filósofos ante la realidad, de sus insólitas aventuras por el mundo del análisis y la reflexión, pero también de sus diversos avatares en la vida y sus pequeñas miserias cotidianas, entonces lo anecdótico también puede ofrecernos muchas cosas interesantes que pensar.
De todos los autores que cita en el libro ‘Viaje al centro de la filosofía’, ¿cuáles estarían obligatoriamente dentro de su propuesta educativa? ¿Por qué?
Veinticinco siglos, centenares y centenares de filósofos, millares de libros… Pero si tuviera que decantarme por algunos pensadores, serían todos aquellos que al leerlos nos hacen exclamar: “Pero, ¿cómo se puede pensar algo así? ¡Qué extraño! Este razonamiento, jamás se me había ocurrido…”. La filosofía más interesante es la que nos enseña a razonar y descubrir la flaqueza de todas aquellas creencias que nos constituyen.
¿Qué lugar debería ocupar la Filosofía en un sistema educativo como el actual?
Recuerdo que el exministro Wert se refirió despectivamente a la Filosofía como una de esas asignaturas que sólo sirve para distraer. Y yo me pregunto: ¿Qué problema hay con que alguien pueda aprender distrayéndose? ¿Es que los institutos deben ser fábricas de empleados? Lo más curioso es que las grandes corporaciones apuestan cada vez más por perfiles más creativos y menos técnicos. Esto mismo debería hacernos replantear la importancia de la filosofía en una época marcada por la creciente demanda de habilidades comunicativas.
¿Por qué la filosofía resulta tan difícil para algunos?
En general, la Filosofía que se enseña en la universidad se expresa en un lenguaje impenetrable, pleno de tecnicismos e incomprensible para la mayoría de la gente. Se trata de un saber aséptico, absolutamente alejado de las cuestiones más inmediatas de la vida cotidiana. En cambio, la filosofía que triunfa más allá de las universidades es extraordinariamente pragmática. Está mucho más preocupada por alcanzar la felicidad que por ejercer la crítica. Es la filosofía entendida como un manual de autoayuda, la que promueve libros como “Más Platón y menos Prozak”, la que proporciona reglas de vida para reconciliarte contigo mismo y con la realidad. La filosofía no debe ser ni una cosa ni la otra.
¿Cree que los niños y adolescentes de hoy en día filosofan?
¡Por supuesto! Lo que no les gusta es tener que examinarse de Filosofía, enfrentarse a un temario previsible y aburrido o tener que aguantar a un profesor lamentablemente amuermado. Lo fundamental es no caer en paternalismos. Más de uno se sorprendería de lo interesantes e insólitos que pueden llegar a ser los pensamientos de muchos adolescentes y niños.
¿Cuál sería la mejor forma de educar en Filosofía?
No hay ninguna receta mágica. Lo que sí creo es que la filosofía debe descolocarnos ante esta realidad que nos ha tocado vivir. Nos ha de hacer algo más resistentes a todo aquello que tendemos a considerar como ‘normal’. En lugar de ajustarnos al mundo, debe mostrarnos hasta qué punto este mundo está desajustado. La filosofía nace precisamente de un malestar profundo que nos conmueve y nos hace decir: “Ya basta. Esto no es vida”. Hacemos filosofía cuando empezamos a compartir este grito.
Es asesor filosófico de la serie Merlí. ¿Qué semejanzas guarda usted, como filósofo, con este docente tan peculiar?
No tengo claro hasta qué punto estoy reflejado en el personaje, pero de lo que estoy seguro es que mis clases persiguen el mismo objetivo que las de Merlí: perforar la realidad.
¿Es el método que propone Merlí, tan poco ortodoxo, la mejor forma de que los adolescentes aprendan bien la importancia de esta materia?
Es verdad que el personaje es bastante excéntrico, trata de desmarcarse del profesor funcionario y se niega a reducir la Filosofía a un programa oficial. Pero lo realmente importante es que pone todo su saber, su ironía, su dominio de la palabra, su gusto por la teatralidad y todo su talento filosófico al servicio del pensamiento. Gracias a su particular manera de vivir la filosofía, consigue que los adolescentes aprendan a ser más críticos y estar más preparados para comprender el mundo.
¿Cuál es el punto que une el libro ‘Viaje al centro de la Filosofía’ con la serie ‘Merli’?
La disposición a no dar las cosas por sentado, a no dejarse convencer tan fácilmente. Esta es la enseñanza decisiva del libro y de la serie. No hay que tener miedo a pensar porque pensar es una pasión: pasa a través de uno y a pesar de uno; es algo que te atraviesa y te pone en contra de ti mismo, y que en ciertas ocasiones lleva consigo un sentimiento extraño: esa alegría inesperada que sentimos cuando reconocemos nuestra propia estupidez ante el espejo.
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