Juan José Barahona, profesor del Colegio Urkide (Vitoria), utiliza en clase de Bachillerato fragmentos de películas como Rocky, Gladiator, En busca de la felicidad, El camino del guerrero… para educar en valores, para inspirar y hacerlo a través de la emoción. ¡Toma nota de cómo lo hace y anímate!
En busca de la felicidad
La pantalla es de Chris Gardner (Will Smith) y de su hijo, yendo En busca de la felicidad. Es sábado y hoy toca baloncesto. Pero no se les da muy bien que digamos. Es una metáfora de la realidad que viven. En un momento dado, el niño tira a canasta y falla. Y el padre aprovecha para hablarle de su futuro. Él destacará en muchas cosas, pero no en baloncesto porque . . . yo estaba por debajo de la media y tú posiblemente acabarás en ese nivel. Y sentencia: ¡Así que no te quiero ver aquí fuera, noche y día, lanzando . . . El niño le escucha y bota el balón, pero ya no quiere seguir jugando. Chris (Will) se da cuenta de lo que ha hecho: ha hablado de fracaso, cuando el mensaje, y más en la situación que viven, debiera haber sido otro. Y es este “otro” el que cierra la escena:
Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo ve por ello y punto
Dos minutos de visionado y ya tenemos preparada la clase y a la clase. ¿Para qué? Para hablar de autoestima. ¿Cómo? Lo vemos ahora.
Los publicistas llaman “slice of life” al desarrollo de historias alrededor de un producto, retazos de una ficción que supuestamente salen y son parte de la existencia misma. El objetivo es lograr que el espectador, futuro cliente, se identifique con la escena primero y con la marca después.
La idea que planteamos es tratar de un modo similar el cine en nuestras tutorías – también en nuestras clases – y, al igual que esos anuncios, como excusa para hablar de la vida, pero desde el tiempo de un spot.
El momento de cine nos inspira, pero esos instantes solo serán válidos si lo que nos traen son momentos de vida
Robert Graves tiene razón cuando dice, hablando de su quehacer literario, que el primero verso te lo dan los dioses, dejando entrever que el resto es cosa tuya. Aquí sucede algo muy parecido. El momento de cine nos inspira, pero esos instantes solo serán válidos si lo que nos traen son momentos de vida.
Y es aquí donde debe entrar la magia del educador, nuestra magia, para conseguir que, retomando el ejemplo que hemos visto, lo que dice Will Smith no vaya dirigido exclusivamente a su hijo, sino que se lo diga a todos y cada uno de nuestros alumnos – también a nosotros porque, sí, tenemos que cuidar a muchas personas y en muchas circunstancias, pero ¿a nosotros quién nos cuida? – y que cada uno de ellos deje que eso que ha visto vaya a su centro emocional, porque es solo desde aquí que luego él y ella sacarán determinadas actitudes vitales que, para bien o para mal, acabarán definiéndoles. Y es que para que algo salga de nuestro subconsciente, antes tiene que haber entrado . . . y prendido. ¿Y cómo lo logramos? Es sencillo: hablando.
Decía Michel de Montaigne que “la palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”. Las palabras deben ser la razón para convencer y la emoción para atraer. Y en un mundo como el educativo, cada vez más de tics, el aula debe empaparse de cultura conversacional, el espacio en donde el verbo decir y el verbo escuchar y el verbo compartir se conviertan en el “sine qua non” de nuestra propuesta.
La leyenda de Bagger Vance
Un día entraremos a clase y al lado tendremos a Will Smith definiéndonos la interioridad mientras Bagger Vance inspecciona un hoyo (Dentro de todos y cada uno de nosotros hay un verdadero y auténtico swing, algo con lo que nacemos, algo que es nuestro y solo nuestro, algo que no se puede ni enseñar ni aprender y debemos mantenerlo vivo):
Invictus
En Invictus, Morgan Freeman nos acercará a un montón de valores y a la inteligencia ética recitando a William Ernest Henley como Nelson Mandela (Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma):
El curioso caso de Benjamin Button
Brad Pitt nos traerá una auténtica pedagogía de la posibilidad leyendo el testamento vital de Benjamin Button (Nunca es demasiado tarde . . . ni demasiado pronto para ser quien quieras ser. No hay límite en el tiempo, empieza cuando quieras):
El guerrero pacífico
También podremos plantear acciones de “mindfulness” con la voz en off de Nick Nolte mientras Dan, su discípulo, clava un ejercicio de anillas (¿Dónde estás? Aquí. ¿Qué hora es? Ahora. ¿Qué eres? Este momento):
Gladiator
La búsqueda de la trascendencia será cosa de Russell Crowe, con el general Máximo arengando a sus hombres antes de entrar en combate (Lo que hacemos en vida tiene su eco en la eternidad):
Rocky V
Incluso puede aparecer Sylvester Stallone para explicar el concepto de “resiliencia”, mientras Rocky Balboa alecciona a su hijo (Si tú sabes lo que vales ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que soportar los golpes y no puedes estar diciendo que no estás donde querías llegar por culpa de él, de ella ni de nadie. Eso lo hacen los cobardes y tu no lo eres):
La lengua de las mariposas
Y siempre nos quedará Fernando Fernán Gómez, para inspirarnos a través de don Gregorio, el viejo maestro republicano que encarna lo que debe ser nuestro quehacer: educar (Pero de algo estoy seguro: si conseguimos que una generación, una sola generación crezca libre en España . . . ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro) y que nos acabará diciendo dónde guardar nuestros sueños (Los libros son como un hogar. . . En los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío). No son malas compañías las que vienen a ayudarnos, ¿verdad?
Las imágenes no pagan peajes emocionales. Por supuesto, el cine tampoco. Una escena, un diálogo, una simple frase . . . La vida condensada en menos de cinco minutos, las más de las veces en pocos segundos. Algo sencillo de ver, de escuchar, de ser, de compartir, pero con un impacto tal que desde el momento en que lo sientes, ya sabes que nunca te va abandonar. Nunca. Porque son trocitos de cine. Porque son trocitos de vida.
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(A mi 2º Bach. A, el mejor público para compartir esa magia infinita del cine)
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