Un trimestre 0, estrechar el vínculo tutor-alumno, asegurar un modelo híbrido (online y presencial) o fomentar el trabajo por proyectos y dar más peso al Flipped Classroom son algunas de las soluciones que se proponen en el siguiente informe sobre el sector educativo y cómo debería ser la enseñanza el próximo curso tras la crisis sociosanitaria causada por la Covid-19.
Entre el 24 y 25 de junio de 2020 se celebró el Forum RE.SCHOOL, un foro de debate con 4.000 miembros de 43 países, docentes y directores de colegio principalmente de España, México, Estados Unidos, Argentina y Perú. Durante esos dos días y de la mano de 22 expertos del mundo de la educación, han compartido ideas, inquietudes y buenas prácticas con el objetivo de construir un retrato robot de cómo serán los colegios postcovid. Según las ideas que se expusieron en el foro, así debería ser el próximo curso:
La enseñanza postcovid
● Trimestre 0
El proyecto o unidad 0 consiste en ocupar las primeras seis u ocho semanas para todas las asignaturas, en las que se recojan los contenidos esenciales de la etapa anterior, imprescindibles para una comprensión profunda de la etapa educativa que viene. En el caso de considerar que no es necesaria, sí es recomendable una fase de diagnóstico para ver dónde se encuentran los alumnos, y para personalizar y diseñar las actividades de aprendizaje entorno al nivel definido.
● Semana inicial con los tutores
Algunos centros proponen un nuevo plan de acción tutorial priorizando la gestión emocional de los alumnos. El punto inicial es una semana de adaptación para estrechar el vínculo tutor-alumno perdido a lo largo de estos 6 meses de distanciamiento. Durante esta semana se aborda y se profundiza en las experiencias vividas durante el confinamiento. Esta información será clave para entender cada situación individual y para estar preparados en caso de un nuevo cierre. “Si cuidas y alimentas esa relación personal, cuando la tengas en pantalla va a ser mucho más sencillo que puedas continuar con esta relación. Hay que reservar tiempo para el uno a uno”, constata la pedagoga, escritora y profesora Carmen Pellicer, ponente de RE.SCHOOL.
● Modelo híbrido (online y presencial)
Es posible trabajar online sin contacto con el docente ni los compañeros, ya sea dentro del centro o en confinamiento domiciliario. Se puede organizar en función de la infraestructura del centro, del tipo de alumnado, de la etapa educativa o de la situación sanitaria local. Este modelo permite que los niños trabajen de manera síncrona (todos juntos) y asíncrona (individual y en horarios diferentes), y proporciona mucha flexibilidad de adaptación a múltiples escenarios posibles. Cabe tener en cuenta que esto no consiste solo en usar los dispositivos digitales, sino en entender el aprendizaje de una forma distinta y global, fomentando la autonomía, la independencia y la capacidad de organización de los alumnos.
El modelo híbrido también implica replantearse qué tipo de aprendizaje debe hacerse presencialmente, y cuál puede trasladarse con relativa facilidad a un plano online evitando reproducir el mismo tipo de enseñanza en un entorno distinto. “Debemos potenciar el aprendizaje colaborativo y social entre alumnos y profesores: investigar y favorecer la presencia de espacios donde alumnos de distintas edades confluyen en un itinerario de aprendizaje común”, propone Miquel Amor, director de innovación y formación en Fundació Jesuïtes Educació. También nos favorece que este entorno digital dibuje un itinerario personalizado, donde el individuo puede escoger la velocidad de aprendizaje dentro de una determinada actividad.
● Flipped Classroom:
Con esta metodología, es el alumno quien profundiza en una serie de conceptos de forma individual desde casa (o desde el colegio) con tareas de investigación, búsqueda de información y aprendizaje; y en una segunda fase aplica estos conocimientos en el desarrollo de proyectos con sus compañeros de forma presencial en el grupo-aula o en grupos reducidos. Esta puesta en común permite al mismo tiempo dar respuesta a la situación o problemática que se la ha planteado desde el aula y trabajar las competencias transversales ligadas a la autonomía, aprender a aprender y la toma de decisiones.
● Sistema tutorizado:
La idea sería un sistema con porcentajes de tiempo variables dedicados a la enseñanza en modelo clásico (profesor/alumnos) y al trabajo individual o en grupos reducidos. Este modelo es compatible con los anteriores.
Otra forma de trabajar sería por proyectos con un diseño por ámbitos basados en un eje central que tiene en cuenta y trabaja la interdisciplinariedad entre conocimientos. “El modelo tradicional propone a los alumnos que aprendan cosas que no saben para qué las van a necesitar”, advierte Óscar Abellón, director y profesor de Matemáticas en Escolapios de Soria, centro que ha superado a todos los países en Lectura y Matemáticas en el último informe PISA.
Así, el trabajo por proyectos permite un aprendizaje dentro de un marco en el que el alumno trabaja y resuelve situaciones con un contexto muy ligado a la vida cotidiana, es decir, aprende contenido significativo para él. Este concepto es global y permite incluir alguno de los modelos anteriores.
La tecnología, una herramienta imprescindible
Otra conclusión que se saca de este debate es que sin la tecnología, nada de esto sería posible: los alumnos habrían perdido el trimestre definitivamente y el mundo educativo se habría visto sin ninguna capacidad de adaptación ante este nuevo escenario tan excepcional. Gracias a esto, las escuelas han entendido que es necesario el proceso de digitalización y por fin las plataformas educativas online han crecido en una experimentación masiva, se han visto obligadas a escuchar y adaptarse a nuevas necesidades reales en cuestión de días.
No obstante, los expertos recuerdan que la tecnología aplicada a la enseñanza no puede ser nunca un fin, sino un medio al servicio de la pedagogía y constatan que, además de trabajar en el contenido, la tecnología tiene que cubrir tres aspectos importantes: asegurar la accesibilidad en entornos de mínima o nula conectividad, ofrecer itinerarios personalizados y ser suficientemente adaptable para asegurar el aprendizaje a diferentes velocidades, y ofrecer resultados medibles y objetivos.
Por otro lado, la otra gran potencialidad de la tecnología es la proximidad con el alumno, por lo que las plataformas tecnológicas deben hablar su mismo lenguaje.
Por último, entre todas las funciones mencionadas, la escuela y el profesor también tienen una función social más allá del aprendizaje, de acompañamiento, de guía, que todavía adquiere un papel más notable en tiempos difíciles como los actuales. “La crisis nos ha evidenciado que la función de la escuela es mucho más que simplemente influir. Está cumpliendo una función social a muchos niveles. (…) Aprenderemos de esta situación si somos capaces de reflexionar sobre las experiencias que hemos vivido y tomar buenas decisiones”, afirma Carmen Pellicer.
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