Para ello, canaliza la luz LED de color azul a través de una barra de fósforo, donde se transforma en un brillante y luminoso color verde. Trabajando como un tándem, se consigue ese nivel de brillo y un contraste de 30.000:1, lo que se traduce en una buena calidad de imagen, con colores reales, brillantes y claros.
Bajo coste
Prescindir de las tradicionales lámparas de mercurio en favor de la tecnología LED proporciona, además, beneficios adicionales. Por ejemplo, ofrecen una mayor duración, alcanzando hasta 20.000 horas de uso: lo suficiente para llegar al final de la vida útil del proyector sin reemplazar la unidad.
Tampoco es necesario esperar a que la lámpara esté al 100% de su funcionamiento al encender un equipo LED, o esperar a que se enfríe al apagarlo como sí ocurre con los proyectores de lámpara convencional, ya que no hay riesgos de que se pueda dañar la lámpara. Por otro lado, el funcionamiento general del equipo es muy estable, creando una mejor experiencia global en la que no es necesario reemplazar filtros debido a que disponen de una óptica sellada que evita la aparición de polvo en la misma.
Por último, la tecnología LED prescinde de fósforo y mercurio, por lo que son más respetuosos con el medio ambiente, así como de rueda de color y lámpara, utilizando menor potencia que otros tipos de proyectores y reduciendo la contaminación al reciclarlo.
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