Debido a la situación actual, muchas familias están pasando por problemas económicos. Además, tras el periodo de educación online, muchos son los estudiantes que no han contado con los medios necesarios para seguir las clases de forma correcta y ahora, con la vuelta a las aulas, quizá necesitan un repaso general. Sin duda, unas clases particulares y personalizadas a la salida del colegio podrían ser de gran ayuda.
Pero, ¿y si se pudiera hacer dentro del centro? ¿Y si no se necesitara dinero para recibir ese apoyo extra? ¿Y si fuera el alumnado de mayor edad el que ayudara a los más pequeños y que estos les ‘pagaran’ con su tiempo para ayudarles en otra tarea que no pueden realizar? Esta es tan solo una de las ideas que podría justificar la creación de un banco del tiempo en un centro educativo.
¿Qué es un banco del tiempo y cuáles son sus beneficios?
Se trata de una comunidad de intercambio de tiempo en la que sus miembros ‘canjean’ entre sí servicios, favores o conocimientos utilizando las horas como moneda de cambio.
Entre sus beneficios destaca la creación de una red social, que en el caso de los estudiantes, promueve que se conozcan y se ayuden entre sí, lo que fomenta la cooperación y la solidaridad entre ellos. También, estimula las capacidades y el talento del alumnado. Un ejemplo: un estudiante ayuda a otro con una materia, y este a su vez cede su tiempo a la asociación de alumnos del centro, por ejemplo. Ambos aportan sus recursos y se sienten más valorados.
¿Cómo poner en marcha un banco del tiempo?
El Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) ofrece una guía didáctica muy detallada dentro del espacio ‘La aventura de aprender’, donde se explica cómo poner en marcha un banco del tiempo paso a paso (útil para todo tipo de lugares). A continuación, destacamos los puntos más importantes a tener en cuenta:
- Proyecto colaborativo. Un banco del tiempo es un proyecto colaborativo en el que es muy importante la confianza mutua y el compromiso común de todos los participantes.
- Definición del proyecto. ¿Qué es lo que se quiere hacer? Dependiendo de los miembros y el lugar donde se lleve a cabo, es importante precisar el proyecto: crear comunidad entre el alumnado, generar un sistema de intercambio de servicios sin necesidad de gastarse dinero… Todo ello a través de un equipo gestor (que en el caso de los centros puede estar formado por docentes) con el que ponerlo en funcionamiento.
- Establecer unas pautas. Una vez definido el proyecto de ‘uso del tiempo’, hay que establecer unos parámetros, como decidir la unidad de valor (horas completas, medias horas, minutos…), el registro de la misma (a través de una web o software de gestión de horas, con moneda impresa o ‘talones’…), además de definir cuál será el tope de tiempo para gastar y cuál será su duración del mismo (utilizarlo durante un trimestre o en todo el curso…)
- Darse a conocer. Dentro del centro educativo se puede llevar a cabo un acto de presentación del banco del tiempo explicando a todos los estudiantes cómo será el proyecto, de qué forma pueden participar, qué les aportará en su día a día…
- Ayudarse de otras experiencias. Son muchos los recursos en la red que pueden ayudar a poner en marcha un banco del tiempo con estudiantes. Un ejemplo es esta publicación, basada en un banco del tiempo dentro del ámbito escolar (con ejemplos de actividades e incluso métodos de evaluación de la experiencia) o en distintos espacios con diversos softwares de gestión, organizaciones o proyectos ya en marcha y que se pueden consultar en este enlace, incluido en la web del INTEF.
La guía al completo la puedes encontrar aquí.
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