Lalu Gómez es psicóloga y psicoterapeuta especializada en Infancia y Familias. Tras ejercer como Psicóloga Clínica y en Investigación, creó en 2016 “Psicofamilias” un proyecto profesional dirigido a promover la Salud y la vinculación positiva de los individuos desde los primeros entornos de aprendizaje. Con ella hemos hablado de esta iniciativa y otros temas de interés como la parentalidad positiva, la escuela, Inteligencia Emocional y cómo aplicar metodologías como la Teoría de las Inteligencias Múltiples a través de apps y dispositivos tecnológicos.
Háblenos de su proyecto “Psicofamilias”, ¿qué aporta al núcleo familiar y a las escuelas?
Es una propuesta global de asesoramiento, formación y atención psicológica. Entendemos que la familia es el primer entorno de vinculación y aprendizaje, y que, junto a la escuela, configura las primeras experiencias en la formación de la identidad, la autoestima y las expectativas sobre el mundo en los niños.
Todas las acciones preventivas y de promoción de la salud dirigidas a familias y escuelas tienen un enorme potencial, ya que transforman a esos individuos y los convierte en agentes de salud que propagan y multiplican el efecto de esas acciones preventivas, muchos años vista. Ese es nuestro objetivo: promover la salud en las personas dotando de herramientas y recursos a niños y adultos, así como enriquecer y transformar los entornos a los que pertenecen (familia, escuela, empresa, entornos socio sanitarios y de ocio…).
Sabes que estás ejerciendo una parentalidad positiva cuando eres capaz de encontrar espacios de conexión emocional y de intimidad con tu hijo
Para una persona que nunca antes ha oído hablar de la parentalidad positiva, ¿qué es y cuáles son las características que determinan este concepto?
Es una de las líneas transversales en nuestro trabajo con familias y un concepto que está en el punto de mira de la investigación en salud y las agendas políticas a nivel internacional, y que muchas familias ponen en marcha de manera intuitiva desde hace tiempo. Se trata de ofrecer a los hijos un entorno seguro y estable en el que se marcan límites y normas de una forma no violenta, favoreciendo las relaciones positivas entre los miembros y con el entorno. Ejercer una parentalidad positiva es considerar las necesidades de los pequeños y sus características individuales, además de facilitar el establecimiento de un apego seguro y una vinculación positiva.
No siempre podremos satisfacer sus demandas o preferencia, pero siempre podemos ofrecer un marco de empatía y de aceptación incondicional. Y por supuesto, hemos de ser capaces como adultos de reconocer nuestros propios errores ante ellos. El hecho de rectificar o pedir perdón tampoco nos resta autoridad, al revés, refuerza la confianza y el vínculo con ellos, les sirve de ejemplo y les ofrece un modelo para gestionar sus propios errores y fracasos.
Según su experiencia, ¿cómo se puede gestionar esta parentalidad positiva?, ¿qué patrones o elementos hay que valorar?
Sabes que estás ejerciendo una parentalidad positiva cuando eres capaz de encontrar espacios de conexión emocional y de intimidad con tu hijo, cuando llega el final del día y te sientes una buena madre o un buen padre y eres capaz de manejar las situaciones del día a día, incorporando los conflictos o los días malos como algo natural y normal. A veces vamos demasiado rápido para pararnos siquiera a reflexionar. Las prisas y la urgencia no se llevan bien con el ejercicio de la parentalidad positiva.
Podemos identificar tres ingredientes básicos: amor y aceptación incondicional, empatía y autenticidad. No obstante, la parentalidad positiva no pretende ser un manual o modelo único, más bien ofrece una hoja de ruta, para que cada madre/padre desarrolle su propio modelo y lo vaya adaptando.
El verdadero aprendizaje se da desde lo vivencial. Cuando algo impacta en el niño deja una huella imborrable
En los últimos años se ha hablado (y mucho) de Inteligencia Emocional. ¿A qué cree que se debe?
El hecho de que las emociones cobren tanta importancia refleja la necesidad de integrar el conocimiento y la evidencia de la neurociencia aplicada al aprendizaje y a las relaciones humanas. Por fin nos hemos dado cuenta de que el cambio está en promover líderes emocionalmente competentes, y no solo académicamente excelentes. Lo uno sin lo otro no tiene sentido, a eso me refiero con integrar. Es importante que detrás de los conceptos haya un conocimiento y una solidez, pero también ha de haber emoción, porque si no, queda vacío. En las formaciones a profesorado siempre trato de hacer una conexión con la esfera personal y privada, las emociones nos remueven y sacuden saltándose muchas veces el filtro de lo racional. El verdadero aprendizaje se da desde lo vivencial. Cuando algo impacta en el niño deja una huella imborrable.
Cuando hablo de liderazgo me refiero al impulso para que cada persona logre su máximo potencial y aporte algo valioso al mundo. Hay muchas maneras de ser líder y los maestros lo son, ya que están al pié del cañón en las aulas, acompañando y formando a los ciudadanos del futuro.
¿A partir de qué edad opina que hay que comenzar a trabajar las emociones?
Diría que empieza desde que el bebé está en la tripa, pero en realidad empieza mucho antes, cuando existe en el papá o la mamá la fantasía y la ilusión de ser padres. La mejor manera de trabajar la competencia emocional de los niños es promover esas competencias en los adultos que se encargan de su cuidado, tanto familias como profesorado.
Desde un plano muy práctico, podemos trabajar las emociones ofreciendo al niño un entorno que le permita sentirse querido, valorado y aceptado (no solo cuando se porta bien u obtiene buenos resultados). Es especialmente importante que lo sienta cuando se siente mal o no es capaz de gestionar algo. Otra forma de trabajar las emociones es comprometerse en indagar y comprender las emociones propias y las vivencias. Los adultos tenemos mucho que aprender acerca de nosotros mismos, aceptar eso y ponernos manos a la obra ofrece un aprendizaje vicario potentísimo para el niño.
La inversión en Prevención y Promoción de la Salud es decisiva
¿Qué consecuencias implica una gestión no adecuada de las mismas?, ¿qué instrumentos recomendaría para su óptima gestión?
El sufrimiento en la infancia y los conflictos familiares procede en muchas ocasiones de situaciones cotidianas y leves que no se han sabido gestionar, la familia no ha encontrado recursos de ayuda o soporte y el deterioro ha llevado a una situación más grave. Creo que la formación a los profesionales de la Salud y la Educación y el asesoramiento a las familias son la clave. La inversión en Prevención y Promoción de la Salud es decisiva. O invertimos en Salud, o tendremos que estar dispuestos a gestionar la enfermedad y el sufrimiento.
Podemos emplear las nuevas tecnologías para que nos acerquen y nos ayuden a establecer vínculos humanos de mayor calidad. Los expertos hablamos mucho de los peligros de las nuevas tecnologías y las pantallas, pero a veces se nos olvida que hemos de formar y sensibilizar a las familias y profesionales en un uso seguro de las mismas, en reducir los peligros y optimizar los beneficios. La clave es integrar lo cotidiano como oportunidades de aprender y acercarnos a otros seres humanos, y las nuevas tecnologías son un elemento más en nuestro día a día.
¿Cómo se pueden aplicar metodologías (como la Teoría de las Inteligencias Múltiples) a través de apps y dispositivos tecnológicos, y qué herramientas y recursos TIC utilizaría?
Las TIC nos ofrecen posibilidades cada vez más refinadas y cercanas a la experiencia real. Hace poco he tenido la oportunidad de experimentar con la nueva Samsung Galaxy Tab S3 y es increíble la experiencia que ofrece de escritura y dibujo al natural a través de su lápiz digital. Podemos seleccionar apps que permitan al niño fortalecer y afianzar contenidos académicos de una forma lúdica.
Otra opción muy interesante es que permiten cultivar talentos y preferencias del niño que no puede practicar en su entorno cercano. La aplicación de la teoría de las inteligencias múltiples a las TIC debe ir en la misma línea, integrar. Nos sirven para ejercitar aquellas áreas que por unas razones u otras el niño no ha practicado, así como ofrecer escenarios en los que éste elige y muestra iniciativa y deseo de poner en marcha sus intereses. Hay mucho por hacer en este sentido, filtrar y seleccionar contenidos con grandes posibilidades educativas. Samsung tiene iniciativas interesantes y muy potentes en ese sentido, incluso en temas sociales y de actualidad, como la prevención del ciberbullying y la detección y tratamiento de la dislexia y las dificultades de aprendizaje.
Las TIC permiten cultivar talentos y preferencias del niño que no puede practicar en su entorno cercano
Por último un pequeño test. ¿Qué le sugieren las siguientes palabras?:
Emociones:
Vida, pasión, diversión, experimentar, crear, innovar.
Inteligencia:
Capacidad de adaptarse al medio, optimizar recursos, y desarrollar estrategias y habilidades.
Pensamiento:
Imágenes mentales y palabras que nos permiten entender el mundo y dar sentido a nuestra experiencia interna, a aquello que nos hace humanos.
Psicofamilia:
Arraigo, fuerza, integración. Cuerpo, mente, espíritu.
TIC:
Conectividad. Presente y futuro. Necesidad de actualizarse y reciclarse a cada momento. Uso seguro.
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