Estimular a los niños correctamente es importante para su correcto desarrollo y aprendizaje. Sin embargo, hoy en día hay padres que tienden a sobreestimular a los niños con un ímpetu que, lejos de beneficiarles, puede mermar su salud. Alicia Banderas, licenciada en psicología y autora de ‘Niños sobreestimulados. Cómo educarlos con calma y protegerlos de los peligros que esconden las tecnologías‘ nos habla sobre ello.
¿Qué tiene peores consecuencias, la falta de estimulación o la sobreestimulación de los niños?
Cada una de ellas puede generar unas consecuencias negativas en la vida de los niños y niñas y de las familias. Sabemos por investigaciones, por ejemplo en niños que han permanecido aislados y faltos de estimulación, que han presentado déficits en habilidades cognitivas, emocionales y han tenido problemas de conducta. Pero la sobreestimulación también conlleva sus riesgos. Se trata de exponer a los niños a estímulos de manera excesiva y/o precoz como por ejemplo a tareas demasiado complejas antes de que su cerebro esté preparado, lo cual puede producir deficiencias en su capacidad de aprender, o se les apunta permanentemente a actividades extraescolares que muchas veces ni si quiera desean o han elegido. Esto conlleva bloqueo, estrés y desmotivación.
“Los niños necesitan juego libre, donde sean los protagonistas activos de sus propias creaciones. Los que descubren, deciden o cambian su forma de juego”.
¿Cuándo comienza la sobreestimulación de los hijos?
Antes incluso de que el que bebé nazca. Un gesto como escuchar música durante el embarazo, con el único objetivo de que tu hijo desarrolle la inteligencia matemática, como reflejan algunas investigaciones (que en algunos casos se ponen en duda), es una buena prueba de todo lo que hacemos las madres para desarrollar al máximo el potencial del bebé.
Vivimos posiblemente ante una generación que dispone del acceso a la mayor información jamás imaginada y posiblemente la que más estimulación recibe.
Tenemos un gran acceso al conocimiento y vivimos un desarrollo tecnológico tan intenso como desconocido es su impacto. Esto hace que vivamos en un mundo frenético y cada vez más autoexigente por la presión social. Un mundo que, por cierto, construimos nosotros, y al que también sometemos a nuestros hijos en un afán desmesurado por sobreestimular a los niños para que sean más “brillantes”, llenándoles de actividades o enseñándoles conocimientos de una manera demasiado estructurada.
La excesiva estimulación o la estimulación precoz a la que sometemos actualmente a los niños, exponiéndoles tanto a un sinfín de actividades excesivamente guiadas y planificadas como apuntándoles a clases extraescolares, son solo algunas actividades que están dentro de las “agendas de ejecutivos” que ya poseen niños que ni si quiera han cumplido los 2 años, sin apenas, en muchos casos, disponer de un tiempo de juego libre para disfrutar y aprender jugando y solos.
¿Hay más competitividad que antes entre los padres para que su hijo sea ‘el mejor’?
Encuentro que sí hay más competitividad que antes porque tenemos mayor acceso al conocimiento y cada vez la sociedad es más exigente y tiene un ritmo frenético que dejamos que nos arrastre. Los padres tampoco toleran ciertas emociones como la paciencia, el aburrimiento y la soledad. También parece que la educación está estandarizada, los padres tienden a comparar a sus hijos con el resto. Hay una mirada muy constante hacia la vida del otro que les crea que algunos padres se sientan acomplejados o inseguros.
Me preocupa el afán obsesivo de crear “superniños” en la edad de Primaria y Secundaria, lo cual lleva a algunos padres a mantener a los niños permanentemente en actividades programadas y estructuradas, pensando que si no es de esta manera los niños pierden el tiempo o no es “productivo” para su desarrollo.
¿Dónde es peor la sobreestimulación, en casa o en el colegio (con los amigos)?
No creo que radique en un contexto u otro, sino en las expectativas que poseen los padres que hace que en casa les tengan permanentemente ocupados o fuera de casa apuntados a actividades extraescolares, y en algunos casos porque eligen aquellos colegios en los que se le estimula en exceso.
Los niños antes me decían que querían que sus padres estuvieran más tiempo en casa, ahora son los niños los que quieren permanecer más tiempo en sus hogares.
De todas las ideas preconcebidas que los padres tienen sobre la crianza de sus hijos, ¿cuál te parece la más perjudicial?
La obsesión que tienen muchos padres para que sus hijos sean felices. Esto les lleva a la hipereducación: la hiperpresencia de los padres en las vidas de sus hijos. “Padres helicóptero” que están excesivamente presentes cayendo en la sobreprotección. Por ejemplo: “Nos vamos del parque porque mañana tenemos un examen” (pero esa madre no se examina, es su hija la que lo hará, pero ambas hacen los deberes juntas día tras día). También existen los “padres ambulancia” que ante cualquier dificultad acuden a prestar ayuda a sus hijos sin que estos se la hayan pedido, dejando sin opciones al niño para que se enfrente a la vida desarrollando sus propios recursos. Si queremos que nuestros hijos sean felices, puede ser una opción mejor transformar este pensamiento para perseguir que sean niños satisfechos con sus vidas. Así les enseñaremos a tolerar la frustración y les dotaremos de autonomía y responsabilidad adecuada a su edad.
Otra idea preconcebida es la comparación equivocada de que ”los niños son como esponjas”; les somete a una presión en su aprendizaje que acaba por saturarles. Las esponjas no pueden absorber toda el agua que quieran, tienen su propio límite.
¿Se les está quitando a los niños la capacidad para crear? ¿Los niños de hoy en día tienen menos imaginación?
En algunos casos sí, ya que el conocimiento y el aprendizaje se originan desde dentro hacia fuera, por más que estimules precozmente sin que los niños hayan desarrollado determinadas capacidades, lo único que lleva es al bloqueo y a dificultades en su aprendizaje.
Los niños necesitan unos padres o cuidadores que les permitan explorar y desarrollar su innato espíritu creativo y respeten el ritmo del niño sin quemar etapas.
La creatividad no se debería entender como si los niños tuvieran que ser Dalí, sino que ser creativos les permite buscar alternativas y soluciones diferentes a un problema, lo cual sirve para enfrentarse a la vida. Si les damos todo hecho, cancelamos su creatividad.
La creatividad ocurre entre el estado de aburrimiento y el de ansiedad que genera los pequeños retos y desafíos, y los niños desde muy pequeñitos saben buscar innatamente el equilibrio entre estos dos estados. Son los adultos los que les someten a estímulos y actividades demasiado planificadas que aniquilan su espíritu innato creativo.
¿Cómo afecta la sobreestimulación al proceso de aprendizaje?
Cuando las actividades son excesivas y/o impuestas por los padres no las disfrutan, con lo cual les produce una gran desmotivación. Así el niño no siente la autorrealización, que sería importantísimo que experimentara para su desarrollo.
El bombardeo de estímulos constante en la etapa infantil no lo pueden procesar, su cerebro hace un gran esfuerzo por filtrar la información que les llega, pero les puede saturar y bloquearse. El uso abusivo de las tecnologías ha agravado el problema. Su exposición a las pantallas desde tan temprano fomenta la inatención y dificultades de concentración, y terminan por perder el interés hacia cosas más naturales. Con lo cual, para no aburrirse, cada vez necesitarán más dosis de estímulos para saciar su entretenimiento.
El uso excesivo de las pantallas les mantiene en un esfuerzo constante por filtrar información, los niños generan una gran velocidad perceptiva y de procesamiento de la información, pero también disminuye su capacidad de comprensión lectora, como la capacidad de extraer la idea principal de un texto o incluso comprenderlo globalmente; por lo que la abstracción y el razonamiento se ve mermado. Concentrarse para leer un libro íntegramente les cuesta, porque en muchos casos han intensificado la función de leer de forma rápida y urgente, y no son capaces de concentrarse para acabar de leerlo y de comprender lo leído. El hecho de hacer una lectura rápida urgente y poco profunda conlleva que tengan dificultades en grabar el contenido en su memoria.
El hecho de que los niños deslicen un dedo por una pantalla no genera el aprendizaje que obtienen a través de la manipulación de los objetos, sobre todo en la etapa infantil. Por eso en mi libro hablo de los “niños heridos”. Una de las capacidades cognitivas más características de los nativos digitales es ejecutar la Multitarea. Los llamo “los hombres y mujeres orquesta del S. XXI”. Esto contribuye a su dificultad para planificar y secuenciar, a terminar una tarea y empezar otra y la impotencia y frustración de no poder terminar nada. También están muy acostumbrados a la inmediatez y a obtener las recompensas de manera inmediata.
Con el excesivo uso de los dispositivos electrónicos fomentamos su pasividad, sedentarismo, aislamiento y vagueza intelectual.
Existe una parte positiva para ellos ya que les permite compartir fotos, vídeos, mensajes, saber de la vida del otro. Poseen una sensación de pertenencia al grupo y cohesión, ya que en esta etapa son vitales las relaciones sociales. Por eso se dice que no usan Internet, sino que viven o habitan en Internet. Tienen gran accesibilidad y están permanentemente conectados, así evitan la inseguridad, el miedo y ansiedad que les provocaría mostrarse y relacionarse como son y en relaciones cara a cara. Favorece la hiperpresencia, el don de la ubicuidad, en todo momento y en todas partes. Existen unas tendencias narcisistas de exhibir su imagen y cuanto más mejor y una fragilidad de la autoestima de sentirse valorado solo por los ‘likes’ y prevalece la cantidad de amigos a la calidad. Muchos están conectados, pero solos en habitaciones vacías.
Pueden crear una identidad frágil y desmembrada, mentir, ocultar, ser lo que no son… Cuando están construyendo su identidad es peligroso, porque puede imposibilitar saber quién eres, confusión en su identidad e impide la construcción de una identidad unificada. Afloran algunas emociones como la envidia o los celos por saber continuamente sobre el estado del otro. También se fomenta el odio y la falta de empatía que les lleva a realizar críticas auténticamente feroces y dañinas. Existe en ocasiones una expresión del amor virtual, pero luego son incapaces de mostrarlo en clase o en el recreo. Desconectarse de la vida real para únicamente conectarse de forma virtual dificulta la construcción de sólidas relaciones sociales.
¿Por qué es necesario el aburrimiento?
Primero los padres tendrían que reflexionar, tolerar y normalizar el aburrimiento de sus hijos. Hay padres que me dicen que tienen alergia a la paciencia, a la soledad y al aburrimiento, por lo que sería importante no temerlo para poder normalizar que éste existe y que no hay que combatirlo a toda costa con excesivas actividades programadas o la exposición a las pantallas.
Les transmitiría el mensaje siguiente: es natural que los niños sientan que se aburren. Cuando un niño está aburrido podemos sugerirle alguna alternativa, pero puede ser mejor que ellos comiencen a dar rienda suelta a su imaginación. El niño para su desarrollo y aprendizaje necesita ser el protagonista activo de sus propias creaciones, por lo que intentará casi de forma innata salir del aburrimiento. Si él es el que descubre, el que decide, el que cambia su forma de jugar, en vez de dárselo todo hecho, la imaginación del niño no se resentirá, y será un niño que habrá aprendido a motivarse por sí solo.
¿Qué pueden hacer los padres que sigan sus consejos frente al resto de padres que continuarán sobreestimulando a sus hijos? ¿Será difícil la convivencia entre estos dos tipos de niños?
Hacerse fuertes si están convencidos. Muchos padres me dicen que no pueden con la presión del grupo. A mí me gusta trasladarles que uno debe saber lo que quiere o lo que cree que es mejor para su hijo. Ante la frase más repetida: “Es que sus amigos ya tienen teléfono móvil”, me dicen muchos padres, yo les respondo que muchos preadolescentes comienzan a fumar y a ir de botellón, y ellos no han sucumbido poniéndoles el cigarro en la boca a sus hijos o la bolsa con hielos y bebidas alcohólicas, por lo que pueden no poner en sus manos un Smartphone.
En algunos casos vivirán experiencias diferentes. Mientras unos juegan al aire libre e ingenian juegos divertidos, otros no quieren salir de casa por estar solos pegados a las pantallas; mientras unos se estresan porque permanentemente están realizando actividades extraescolares, otros disfrutan de su libertad interior y encuentran motivación en las actividades que eligen y en las que se concentran motivados, y sus vidas son más calmadas; mientras unos conversan, se miran a los ojos y se ríen, otros hablan más “por los pulgares” que por los codos como correspondería a cualquier niño o adolescente que se precie. Esto está muy extendido y se llaman las “reuniones silenciosas”: adolescentes que se juntan físicamente para estar pegados a su Smartphone.
Y por último, un pequeño test. ¿Qué te sugieren estas palabras?
Infancia: Explorar, respeto.
Teléfono móvil: Utilidad y potencial adictivo.
Televisión: Entretenimiento, sedentarismo.
Creatividad: Imaginación y oportunidad para el ingenio
Redes sociales: Conectividad per no socialización. “Conectados pero solos”
Extraescolares: Diversión, pero en algunos casos desmotivación y estrés.
Aburrimiento: Aprender a tolerarlo y a saber salir de él por sí solo.
Estrés: Inquietud y desasosiego.
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